Mare magnum agitado, intento para describir a México, donde resaltan e interactúan los muchos Méxicos construidos por distintos conglomerados de mexicanos en torno a problemas de distinta temporalidad, consistencia y gravedad. Los mexicanos oriundos, organizados o avecindados, los tratan de enfrentar o enfrentan mediante deliberación o sin ella y como sea. En el transcurso, la espontaneidad brota y desborda los lábiles cauces de su tradición u organización, si la hay, mientras se confronta a una institucionalidad vetusta, a pesar de la alternancia, a la que se reclaman formas de ser y operar, marcadas por algo que todos pueden ver en su origen o el “estado” previo al que mediante su movilización y confrontación quieren frenar, detener o a futuro, evitar, ¿el autoritarismo, principal obstáculo? Exigen soluciones y aquí y ahora, parecen estar dispuestos a no dejar que se les arrebate el tiempo, ¿ni la incipiente organización? Tratan de no dar largas al asunto o problemas que traen entre manos. Los más, son desbordamientos de la rutina en que se estaba inmersos, aunque impulsados hoy por un activador infalible y nunca deseado como la desaparición o muerte de gente cercana: hijos, compañeros, amigos, todos hoy: hermanos de clase, de pobreza, modestia o desdicha, elevados a un nivel superior por rechazar de golpe el conformismo y la solución simple de recibir prebendas o reparaciones hasta millonarias que no les restituyen a sus familiares secuestrados ni reponen a los muertos, perdidos, esfumados, porque no aparecen, ni justifican su desaparición ni con toda la demagogia y prestidigitación televisiva y millonaria del secretario de Gobernación, actuada para encubrir el doblemente “interesado” viaje a China de Peña Nieto, acompañado de quien, sí “es la señora de la casa”, enredada a su regreso en explicar con fantasías y anormalidades, lo inexplicable sin alguna forma irregular recurrida in extremis como sería el recibir de regalo, llamémosle así, el “ultra modesto” espacio donde ella será o ya era y es la señora de la casa, remodelada ad hoc como residencia particular del actual matrimonio presidencial.
Las finuras de ese enredo se despliegan en la cúspide; mientras, en la base, a la amplia base de millones de mexicanos concretos, los concretos problemas que la aquejan son los mismos de antes, aún sin reducir su brusquedad y tosquedad, para la gran mayoría, que los sufren a lo largo y ancho del país: pobreza, desigualdad, autoritarismo comunal y local, personal, interpersonal o institucional a cualquier nivel, municipal, gubernamental, nacional, etc. Con todo, lo peor está por venir, gracias a las habilidades del señor (NON) Vide-garay para encontrar obediencia en la cima gubernamental, presidencial, malabarista que “vuela” en las lianas de la eventualidad bursátil, para dar espectáculo y ganar tiempo antes de toparse el año entrante con la realidad de la imposibilidad autofinanciera del país, atado por una reforma fiscal y un petróleo a cuyo precio de futuro amarrado, piensa convertir en su salvación especulando, mientras entra en operación y rinde frutos (exiguos, secos) su plan fiscal, aferrado a la tradición neoliberal, modelito que contiene, retiene, a las variables de su propuesta. Ya se verá si sus sueños se rompen o no por la fuerza de una eventual crisis, nunca resueltas y vigentes, más allá de doctas y tecnócratas previsiones, como tampoco se conseguirá la generación de incrementos constantes en la creación de empleo. Sin el paracaídas del petróleo, en lo inmediato acecha una incertidumbre, difícil de ver, aceptar y controlar sólo fiscalmente. ¿Cuánto tardará ese rubro en saturarse y anularse como opción?
Se dice, los resultados de semejante “maravilla”, no serán inmediatos. ¿Alguien garantiza a los mexicanos que serán distintos a la añeja agudización de la pobreza ocasionada por ese modelito que de “neo” no tiene nada, ni el calificativo “liberal”? Lo inmediato, cada día se acercan más las elecciones ¿para incrementar la confusión, hacerla llevadera u olvidarla? Y de los próximos dos procesos, el estatal y luego el federal, depende la posibilidad de encontrar vías pacíficas y efectivas para construir opciones políticas y económicas y sentar bases de largo plazo para solucionar los problemas más graves, pobreza y violencia los más obvios. No sólo se trata de política, economía o criminalidad, sino de conocimiento, tecnología, economía, cultura, tolerancia y convivencia. Por ejemplo, de qué sirve la apertura o el aterrizaje masivo de la televisión digital si en hogares y mentes se seguirá distribuyendo chatarra o basura. ¿En qué momento se van a respaldar y exigir desde el gobierno estatal la concreción y puesta en marcha de Radio UAZ o TV UAZ, y fortalecer su operar? Con creatividad y profesionalidad, esa sería una inversión que equilibre la hecha en iluminar con colores la noche del cerro de La Bufa y el gasto diario. Buen momento para que los actores políticos y las autoridades electorales se pregunten si el profuso tricolor de ese lumínico panorama nocturno deberá sujetarse o no a reglas el año entrante y en los subsiguientes períodos electorales, locales o federales. ■