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viernes, 9 mayo, 2025
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Los maestros resisten, la lucha sigue

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Sabedora de que me acusan de soñadora y optimista, la semana pasada quise ser moderada en mis cálculos, y tal vez hasta con pesimismo, preví para mis adentros que el movimiento magisterial estaría en retirada a partir de que el Grito de independencia los obligara a desalojar el zócalo. Afortunadamente me equivoqué.

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Siempre temerosa del autoengaño, sondeaba de lejitos la televisión y su campaña de linchamiento contra los maestros, y preguntaba a todo el que podía su opinión de la lucha que desde meses tienen en el Distrito Federal docentes de todo el país en defensa de sus derechos laborales.

Varias señales me hacían sospechar del apoyo social al magisterio. En una visita relámpago al Distrito Federal platiqué del tema con taxistas, meseros y con cuanto defeño encontré suponiendo que hallaría animadversión a las manifestaciones. No era así; tampoco puedo decir que encontraba simpatía, simplemente me convencí, una vez más, que a fuerza de tantas protestas, los habitantes del monstruo se han acostumbrado y entrenado para encontrar las mil y un formas de llegar a donde tienen que hacerlo sin importar los obstáculos que encuentran en el camino.

Mis sospechas se fortalecieron luego de platicar con un querido amigo zacatecano que vivió dificultades para salir del aeropuerto debido a los bloqueos, y quien me decía que a pesar de ello, no escuchó entre los afectados reproches a los maestros.

La última evidencia la tuve en el fracaso del llamado de panistas a hacer una cadena humana para frenar a los maestros.

Para el viernes se acabaron las dudas, para mi sorpresa, y quizá también para la de Gobierno federal: el apoyo social al movimiento magisterial y el rechazo a los actos de represión de los que fueron víctimas emergió con fuerza.

Ese día, luego de un ultimátum de dos horas para desalojar el zócalo, a lo cual habían accedido la mayoría de los maestros, la Policía Federal hizo alarde de terrorismo psicológico, y avanzó sin miramientos entre maestros que aún recogían sus cosas y también entre los compañeros de ellos, de los policías, que vestidos de civil cumplían con su misión de sembrar desconcierto.

Así estrenaron las tanquetas con chorros de agua que pedía Gustavo Madero, presidente del Partido Acción Nacional, quien seguramente ya sabía de la existencia de este equipo en el parque policial dado que las adquirió su correligionario Felipe Calderón quién sabe con qué movimiento social en la mira.

Al estilo Atenco, los policías arrasaron con lo que quedaba de los campamentos: lonas, anafres, ropa, comida. Golpearon periodistas y maestros y detuvieron tan arbitrariamente, que tocó hasta a Rodolfo Ondarza Rovira, asambleísta del Distrito Federal que expresaba su apoyo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación con una cartulina cerca del zafarrancho.

Este pueblo cada vez más experimentado en luchar en las calles, filmó, fotografió y preguntó frente a cámaras sus nombres a los detenidos, como esperando con ello proteger, aunque sea un poco, la vida e integridad de quienes sin conocerse consideran compañeros.

El argumento de la represión se desmoronó pronto: si buscaban evitar la alteración de la ciudad, salió mal, muy mal. Apenas se enseñaban con los maestros en el Zócalo, cuando los universitarios ya bloqueaban Insurgentes, y los estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) hacían lo propio en el periférico, hasta que fueron rociados con gas lacrimógeno con la cobardía y comodidad que brinda un helicóptero pagado con los impuestos de todos.

Para los que estamos lejos, la batalla fue en las redes sociales; en Twitter los trending topics eran #CNTESequeda y #TodosConLaCNTE seguidos de cerca por #FueraCNTE. Otros más organizados, sobre todo maestros, tomaron casetas y marcharon en sus ciudades.

Luego vino el grito de independencia y ni la tradición, ni Juan Gabriel, ni los acarreados pudieron llenar el zócalo. Pretextaron la lluvia, pero ciertamente es habitual en esa celebración, y además, poco puede argumentarse cuando el acto de Peña Nieto se compara con el Grito del Monumento a la Revolución donde sin políticos (y si los había estaban en calidad de tropa), sin playeras, ni tortas, ni impermeables, había miles de mexicanos dispuestos a gritar con toda conciencia “Viva México”.

Las imágenes de la represión dieron la vuelta al mundo y hoy llegan videos de maestros argentinos en apoyo a los docentes mexicanos, mientras escuelas de la UNAM, la Universidad de la Ciudad de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, la ENAH, etc., anuncian paros y actividades en apoyo a los maestros.

Es difícil prever el paso que sigue, pero en vista del apoyo social parece que la lucha apenas comienza. Leo en la prensa que en sus asambleas los maestros discutían si volvían a clase y dejaban a un grupo representativo, o regresaban todos como contingente. Decidieron hacer lo segundo, porque prefieren arriesgarse todos y ver si las autoridades se atreven a despedir a 73 mil maestros en lucha, que exponer a unos cuantos que además de dormir en banquetas, estar lejos de las familias y soportar las lluvias, tendrán la amenaza constante de la represión tiránica y tiranosáurica del régimen. Con ese espíritu de cuerpo, ya veremos si pueden con ellos. ■

@luciamedinas

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