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jueves, 25 abril, 2024
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El caos nuestro

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En las semanas que corren la administración central de la UAZ se enfrentó a dos eventos que ponen a prueba su capacidad de respuesta. Por un lado la insurgencia de las mujeres, por el otro la inminencia de una pandemia global. Comencemos por el asunto del acoso. Ya desde 2019, en una cuenta de la red social Twitter, se habían dado a conocer denuncias anónimas en las que se narraban las infamantes peripecias de varios docentes universitarios, dispersos a lo largo de varias unidades académicas. La respuesta que hubo en aquel momento fue la de localizar al creador y sugerirle que cesará su actividad. No pasó a más. Sin embargo, poco antes, y después de las enormes manifestaciones en varias ciudades del mundo por el 8 de marzo, y el paro del 9, aparecieron tendederos de denuncias contra acosadores en varias unidades de a UAZ (véase “Paro en la UAZ Siglo XXI; denuncian acoso y hostigamiento sexual” El Sol de Zacatecas 6/03/2020). Ya desde el 6 de marzo el campus Siglo XXI amaneció parado, y hasta el martes 10 se logró que los alumnos desistieran de su empeño porque, al aparecer, se despidió a uno de los muchos denunciados por acoso después de una recomendación de la Defensoría Universitaria. Hubo otros tres acuerdos: establecer un reglamento de ética en le que se estipulen las conductas permitidas entres docentes, estudiantes y administrativos, organizar platicas contra la misoginia, la homofobia, el machismo y cualquier tipo de discriminación y formar comités de vigilancia contra la violencia en la comunidad universitaria. Tal es la desconsoladora respuesta al desafió lanzado contra las prácticas de muchos docentes universitarios. Durante las pláticas con los estudiantes de odontología el rector se refirió a la naturalización del acoso en la universidad, producto, según creemos, de tres factores interrelacionados: la impunidad de los actos, la ausencia de medios institucionales para denunciar, investigar y determinar la culpabilidad, la falta de orientación para colocar la denuncia ante otras instancias. Resulta muy sintomático que la Defensoría Universitaria haya entrado al asunto para resolverlo, y no como órgano de representación y asesoría, como se establece en el artículo 71 de la Ley Orgánica. Si se siguiese lo estipulado en los ordenamientos jurídicos todavía vigentes, los casos de acoso son conflictos entre universitarios que, en primera instancia, debería resolver el Director de acuerdo a sus facultades. Después está el Consejo de Unidad y por encima de este el Tribunal universitario. En todo este proceso la Defensoría interviene, como ya se dijo, para representar y asesorar, no para sugerir sanciones. En pocas palabras: el entero aparato para organizar la universidad está rebasado para darle salida al problema del acoso. Por lo pronto todo queda, por el momento, en un exhorto a los acosadores para que dejen de acosar, modifiquen sus hábitos y sean mejores personas. Ni siquiera se propuso incluir en el contrato colectivo como causal de rescisión el acoso sexual y laboral. Ahora comentemos el otro problema de origen global: la pandemia por coronavirus. Todo parece indicar que el brote del covid-19 tuvo su epicentro en Wuhan, China, alrededor de diciembre de 2019, y en tres meses se esparció por varios lugares del mundo, entre ellos México. Ya el secretario de educación, Esteban Moctezuma, anunció la suspensión de las clases presenciales en todas las escuelas del sistema educativo nacional como medida preventiva, a partir del 20 de marzo y hasta el 20 de abril. En Zacatecas se han suspendido eventos masivos, como el Festival Cultural Zacatecas 2020 y (de nuevo) una presentación de Ricky Martín, porque una recomendación crucial para contener la propagación del virus consiste en mantener “distancia social”, y por ello se deben evitar aglomeraciones de personas. Se debe ser responsable de uno mismo y de los demás, ante lo cual no está de más la siguiente cita: “El gobierno y las autoridades solicitan comprensión y responsabilidad a los ciudadanos, la que ellos no tuvieron cuando firmaron los decretos de privatización, el despido de personal médico auxiliar y la amortización de médicos especialistas motivada por jubilación” (Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada 3/15/2020). Ante la contingencia la pregunta es ¿está la UAZ preparada para la pandemia? Bueno, sí, en varias de sus unidades escasea el agua, no hay jabón y a veces ni siquiera servicio sanitario, por lo que las condiciones para una propagación rápida del agente microscópico son inmejorables. Por eso que bien que suspendieron las labores, excepto en el SPAUAZ, para cuyos dirigentes no son ni evento ni reunión la asamblea general convocada para el miércoles 18 y el plebiscito para el 19. Descoordinación y condiciones deplorables son la situación que priva en la universidad ante los problemas de origen global. Para decirlo de otro modo: el mundo presente está interconectado y es caótico, eventos en un lugar pegan duro en otro así este muy alejado, pero en nuestra universidad los líderes imaginan el planeta de otra manera, una ya obsoleta. Por eso las capacidades de respuesta son casi nulas, descoordinadas, por lo que se infiere que la planeación y la previsión son cosas ajenas a la presente administración de la UAZ y del SPAUAZ.

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