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martes, 23 abril, 2024
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Museo Arqueológico de La Quemada [Parte 1: antecedentes]

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Por: Carlos Alberto Torreblanca Padilla •

La Gualdra 423 / Arqueología e Historia / Ollin: Memoria en Movimiento

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En 1831 el gobierno de Francisco García Salinas emitió un decreto para la conservación de monumentos antiguos, con la intensión de que en medida de que las finanzas del gobierno del estado lo permitieran se realizaran obras de conservación y excavación de los sitios arqueológicos existentes en su territorio. Con esto se planeaba que las piezas prehispánicas recuperadas fueran destinadas a la creación de un museo arqueológico; 165 años después esta visionaria empresa se lograría cuando abrió al público el Museo Arqueológico de La Quemada, el 23 de junio de 1996.

Esta importante zona de monumentos arqueológicos fue de interés para distintos tipos de personas quienes trataron de explicar su origen desde el siglo XVI hasta la actualidad. En el siglo XIX el Gobierno del Estado de Zacatecas realizó esfuerzos por preservar estas ruinas, y durante el siglo XX, continuó estas labores a lado del INAH. En el marco de los trabajos de rescate de la zona arqueológica de La Quemada, encabezadas por Peter Jiménez desde 1986, se comenzó a general la idea de cumplir el deseo de “Tata Pachito”. Fue en la sexta reunión ordinaria del Consejo de Arqueología del 17 de junio de 1993 donde se aprobó la propuesta para la creación del museo de sitio de la zona arqueológica de La Quemada. De esta manera las obras comenzaron en 1994 gracias a un convenio tripartita entre el Gobierno del Estado de Zacatecas, el INAH y SECTUR, para lograr abrir las puertas del museo.

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Desde el momento que comenzó a funcionar, el museo atrajo la atención por su arquitectura e innovación museográfica. La arquitectura fue un ejemplo de cómo puede convivir un edificio nuevo en asociación a las ruinas de una gran ciudad prehispánica. Los acabados en laja, el uso de la madera y el color en conjunto con la vegetación, mimetizaron el museo, al grado que el visitante lo descubre hasta que se encuentra frente al majestuoso edifico. El emplazamiento del museo siguió el orden de las antiguas construcciones existentes en el cerro, es decir, la ladera sur es una suave pendiente, la cual fue aprovechada por los antiguos constructores. Siguiendo este eje de la ladera sur, en la parte baja y a unos metros a espaldas del Salón de Columnas se ubicó el museo, el cual fue parcialmente excavado y en donde, además, la nopalera del lugar lo cubría.

El Museo Arqueológico La Quemada se concibió como un museo de carácter regional más que con un museo de sitio, abordando las culturas prehispánicas conocidas en Zacatecas en ese entonces, como son Loma San Gabriel, Chalchihuites y La Quemada. Al ingresar al museo una gran maqueta de las ruinas de La Quemada mostraba las dimensiones del asentamiento prehispánico. En el auditorio denominado Pedro Armillas, un video introductorio mostraba las culturas prehispánicas de la región. Las recién descubiertas litografías de Carl de Berghes elaboradas en 1832, localizadas en la biblioteca Newberry de Chicago Illinos, Estados Unidos, se exhibían en el vestíbulo del auditorio como parte de los trabajos antiguos en el sitio. La sala de exposición permanente mostraba las piezas arqueológicas y dioramas del pasado prehispánico de Zacatecas, comenzando por la cultura de Loma San Gabriel, la cual corresponde a los primeros asentamientos humanos en la región representados en sencillas herramientas de piedra y los restos de lo que eran sus edificaciones. Posteriormente le continuaban las dos grandes culturas sedentarias, la Cultura Chalchihuites -siendo Alta Vista el sitio rector- y la Cultura Malpaso, donde sobresale La Quemada. Piezas de gran calidad estética y habilidad tecnológica mostraban complejos diseños decorativos que resaltaba los códigos religiosos y sociales, la minería prehispánica, lapidaria y arquitectura. Finalmente, una excavación arqueológica permitía al visitante introducirse en el proceso del rescate sistemático de este patrimonio cultural.

Al concluir la visita por el museo, el visitante podía entrar al área de servicios educativos, donde había talleres donde se tenía la oportunidad de conocer la forma de cómo elaboraba el hombre de la época prehispánica piezas cerámicas o herramientas de piedra. En un espacio denominado “el leyendero” se contaban historias, rescatando la tradición oral y las distintas creencias de los pueblos antiguos y contemporáneos.

Posteriormente el visitante realizaba el recorrido en compañía de un guía, persona que había participado en el rescate del sitio arqueológico, quien además de explicarles el lugar, recordaba su experiencia durante los trabajos de exploración.

Tal fue el impacto de este museo, que el importante investigador francés Dominique Michelet publicara en la revista de la Sociedad de Americanistas sus impresiones del lugar, señalando al respecto “llegando en colaboración, a un resultado, ciertamente modesto, pero que uno puede calificar de perfecto”. Por su parte, el creador de este edificio. El Arq. José Carlos Lozano Ordóñez lo expresa de la siguiente manera: “En el museo de sitio y Unidad de Servicios La Quemada se une la arquitectura y la arqueología para crear un nuevo concepto, la arquitectura del respeto, al entorno, al tiempo y al hombre”.

Finalmente, y una vez que este museo fue el punto de partida para la generación de infraestructura cultural y operativa en otras zonas arqueológicas del estado, al abririse en 2007 el Museo Arqueológico de Alta Vista, Chalchihuites, y al haberse dotado de un Centro de Atención a Visitantes a las Zona Arqueológica del Teúl en 2018 y el Cerro de la Ventanas en 2019, este museo concluyó un ciclo para replantearse bajo una nueva visión en la cual la Zona Arqueológica de La Quemada sea la protagonista.

La próxima semana hablaremos del nuevo concepto del Museo Arqueológico de La Quemada, cuya apertura está programada para este viernes 20 de marzo.

 

 

*Director de la Zona Arqueológica y Museo de La Quemada. Centro INAH Zacatecas. Las fotografías son de Carlos Torreblanca / INAH Zac.

 

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