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jueves, 28 marzo, 2024
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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

¿Ya usted que le incumbe? contestaría cualquiera, si alguien así nomás, de sopetón le cuestionara con una preguntota del tamaño de ¿y usted que está haciendo por su ambiente? Esto, en el mejor de los casos sería el ejemplo de una repuesta civilizada, manteniendo un rato la expresión interrogante de una cara de juat. Ya entrados en confianza y pues siempre con la inquietud si se es beneficiario de los esfuerzos republicanos del Presidente Andrés Manuel, pues cualquiera se pone más suavecito para cooperar y vienen respuestas muy significativas que tienen que ver con la convivencia festiva de cada quien según sus posibilidades.

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Después de algunas aclaraciones, probablemente la plática conduzca a la idea compartida de que, ah claro, sí, el medio ambiente ¿verdad?, la madre naturaleza y esas cosas que tienen que ver con la contaminación y el calentamiento global y otras igual de gruesas y peligrosas para la supervivencia. Si la charla, el cuestionario y la curiosidad así lo determinan, entonces ya se mencionarán asuntos espinosos como la desertificación, la extinción de especies, la erosión, la sobreexplotación de los acuíferos, la deforestación, la producción agrícola transgénica, la explotación irracional de combustibles fósiles, las prácticas inadecuadas de la minería, el horroroso fracking, la carrera espacial, las guerras, las emisiones industriales, la sobre dependencia de los vehículos de combustión interna, de la tecnología digital, el abuso salvaje de los desechables y tanto más y más y más…

Si el interés persiste, se notará que además de todas las calamidades anteriores, hay una carencia primordial. Aunado a las prácticas de consumo inadecuado, al consumo sin restricciones de productos de cualquier tipo y al desperdicio desconsiderado e inconsciente de miles de productos que nacieron como productos de desperdicio y muchos más que, aún teniendo vida útil son desechados sin remordimiento alguno, la mayoría de las veces en lugares que no son los más recomendables para hacerlo, y se hace, tanto por ignorancia como por mala fe. En ambos casos, lo que se manifiesta es una carencia absoluta de orientación y entrenamiento para un mejor manejo de los residuos en general. Parte de lo que se ha dado por llamar la Educación Ambiental.

Pero todo esto, según aprecian muchas personas deben resolverse desde las perspectivas que planteen los gobiernos o las políticas ambientales de los Estados Unidos o la Unión Europea o alguna organización continental con esos alcances políticos y comerciales. Pocas veces la respuesta se da desde una visión analítica y comprometida con asuntos tan complicados como preguntarse a sí mismo si se vive en armonía con la naturaleza.

A estas alturas, si no se ve claro, el encuestador debe haber quedado solo y sin la pregunta clave contestada aunque sea de forma escueta. Más bien, los encuestados habrán revirado para preguntar si hay becas o chamba de la que sea, o visas para llegarle al over there. Cuando al fin empiezan a llegar las respuestas sensatas, algunas personas hablan de la necesidad de hacer algo menos caótico con la basura que se genera consistentemente. Sería pertinente tener indicadores que permitieran tener ideas claras sobre el tipo de residuos que se generan en los diferentes sectores de la sociedad. Esto solo podría lograrse desde una conciencia colectiva más alerta.

Algunos encuestados hablan de una mejor distribución del agua de forma que alcance para todos. Muchos con la convicción de que si el vital líquido se administra con equidad, se puede aspirar a un compromiso colectivo para que los daños a la naturaleza sean los menos posibles y la vida continúe. Otros sobre las ventajas de caminar para llevar a cabo tareas cotidianas y que pueden obviar el uso del vehículo. Muchos se han dejado llevar por las ventajas que representa la energía alternativa para incorporarlas al funcionamiento de sus hogares, principalmente la energía solar. Otros empiezan a tomar posiciones radicales como alejarse de cualquier tipo de consumo y prescindir de las ventajas de la civilización globalizante, lo que sea que signifique eso.

Pero se nota cierta falta de compromiso de esa parte “conciente” de la sociedad como preguntarse si está cada quien en orden y concierto con la naturaleza. El compromiso de cada quién en ponerse en paz con ella. Y viene la respuesta a la pregunta y pocos reportan que están haciendo algo para librar a otros de los efectos negativos de su consumo y procuran tener usos racionales de agua y de energía. Algunos saben cómo disponer de sus residuos y logran incluso sacarles algún provecho o darles más tiempos de vida útil. Otros, cómo disponer de residuos peligrosos. Familias que empiezan a descartar el automóvil de forma sustancial. Muchos más que empiezan a prescindir de muchos productos de limpieza o control que son altamente nocivos para la salud personal y ambiental. Sobre todo, aquellos que se han incorporado a una vida sencilla y sin excesos injustificados. Hay muchas tareas que se deben cumplir desde lo individual y doméstico sin esperar la gracia de quienes se empeñan en hacer del mundo un lugar inhabitable.

¿Y usted que está haciendo por su ambiente? ■

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