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lunes, 1 julio, 2024
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La militarización nacional

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Por: Carlos Galaviz Garza •

“El creciente papel de las Fuerzas Armadas, en ausencia de mecanismos de control y de rendición de cuentas, podrá provocar la repetición de violaciones de derechos humanos como las cometidas desde que se asignó a las Fuerzas Armadas un papel protagónico en la lucha contra la criminalidad”.
Comunicado Expertos de la ONU

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Una de las promesas más vigorizantes durante la campaña presidencial de AMLO, fue la NO militarización del país. Con el firme propósito de poder solucionar el enorme problema de seguridad sin la intervención del ejército, Andrés Manuel genero esperanzas de millones de mexicanos que exigían la paz sin guerra. Con una estrategia fallida como antecedente que género un estado de violencia interna y que ha cobrado miles de vidas; la propuesta del entonces candidato presidencial siempre fue en miras de retirar sistemática y paulatinamente al ejército de las calles y regresarlos a los cuarteles, “a donde pertenecen”, así lo divulgaba en cada acto público al que acudía el gran opositor del sistema. Y como no hacerlo, estratégicamente abordar un tema tan delicado como el de seguridad pública sería una mina de oro electoralmente, pues todo el país aclamaba soluciones para eliminar la caja de pandora que tiene de rodillas a la nación desde que el gobierno de Felipe Calderón decidió afrontar y combatir al crimen organizado.

Dicha estrategia de combate directo a los grupos criminales con el despliegue de las Fuerzas Armadas en todo el país, la persecución y captura de los líderes de los cárteles no rindió los frutos que se esperaba y solamente provocaron la fragmentación de las organizaciones en pequeñas células criminales que se disputan los territorios de manera más violenta. Los grupos criminales crecieron un 900% y la tasa de civiles muertos a causa de la violencia aumentó un 2000%. Al inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico en 2007 se tenía registro de 20 organizaciones criminales. Para el final del sexenio de Calderón, ya existían 200 grupos armados. Desde el año 2006 cuando Felipe Calderón inició el combate frontal al narcotráfico al fin del sexenio de EPN, suman poco más de 250 mil muertes por el combate al crimen organizado.

El incremento de la violencia en México tuvo y sigue teniendo diferentes causas, como la impunidad, la corrupción, la falta de políticas de prevención del delito, el debilitamiento de las instituciones, la desigualdad y el combate directo a los grupos criminales. Ante un evidente fracaso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomendó al gobierno mexicano retirar gradualmente a las Fuerzas Armadas de las tareas de seguridad pública y capacitar a los policías en materia de derechos humanos, así como cambiar el enfoque de la política de drogas a uno orientado hacia los problemas de salud. La creación de una Guardia Nacional integrada por policía militar, policía naval y policía federal para ejercer las tareas de seguridad pública a pesar de las promesas en campaña de no continuar con la militarización del país, el presidente tomó la decisión de dejar el combate a la delincuencia y la recuperación de la paz en sus manos porque, en palabras del presidente, a nivel federal, estatal y municipal la policía presenta una falta de profesionalismo e integridad.

Para Finalizar:

Llevar a la Constitución la militarización del país, creo será el error más grave que pudieron cometer el presidente Andrés Manuel y sus adeptos en el Congreso. Porque el proyecto frágil y al vapor llamado Guardia Nacional, no responde a la expectativa de transformación y de paz que le prometió a los 30 millones de votantes que confiaron en él. Nadie niega, ni se ciega, que la situación de violencia en México es muy grave, sabíamos de antemano que mucho antes de que iniciaran las campañas presidenciales que una de las principales demandas de la ciudadanía sería el tema de seguridad. Sabíamos perfectamente como electorado, que la siguiente administración independientemente de quien ganaría las elecciones, tendría la principal y titánica tarea de enfrentar el peor escenario de inseguridad en la historia moderna del país, tan grave, que tan solo detrás de la Revolución Mexicana la tasa de esperanza de vida en México se redujo drásticamente

En su campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador sin duda se benefició electoralmente al proponer pacificar el país mediante la atención a las causas de la violencia, y no a través de la militarización. Actores, académicos, organizaciones y sociedad civil, se sumaron en esa legítima voluntad de tener una seguridad pública sin guerra y finalmente poder ponerle fin a uno de los capítulos más tristes y lacerantes que ha tenido México en su historia. Uno de los activistas más reconocidos y fervientes creyentes del actual presidente, sin duda fue el actor mexicano Diego Luna, quien en su momento cuando EPN intento aprobar la ley de seguridad interna declaro: “Es una ley que no solo va a perpetuar el horror y la violencia que estamos viviendo en este país, militarizar el país no es la solución, hay muchísimas voces nacionales e internacionales que han cuestionado el contenido de esta ley”. Al parecer al actor la decepción pronto le llego, así como a millones que creyeron en su propósito de poder solucionar un problema que rebaso la capacidad del Estado mexicano. De no obtener los resultados esperados, estoy seguro que no solo el actor, si no los 30 millones de ciudadanos que confiaron en él, no se le perdonarán y, quienes sufriremos las consecuencias de esta decisión, seremos quienes seguiremos con la esperanza eterna de un proyecto que regrese la paz para nuestro país. ■

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