La cámara se apagó, pero la mirada permanece. La fotografía es el medio por el cual el fotógrafo expresa su idea del mundo, su posición ante él y lo que más le gusta del mismo, pues a cada presión del disparador lo va coleccionando, deteniéndolo, pero al mismo tiempo hace mentir al tiempo y a la realidad, pues los detiene. Por eso, cuando una cámara se apaga y con ella la mirada de quien la condujo, su mundo permanece, y así sucederá con la del fotógrafo zacatecano por adopción, Rogelio Ríos Treto, quien perdió la vida la noche del lunes por complicaciones de Covid-19.
De caminar cansino, casi siempre bajo el sol seco de Zacatecas, con su cámara colgada al cuello, una Canon 7D con las huellas de mil batallas, y vistiendo un chaleco beige de mil bolsas y una gorra de lona de ala ancha para protegerse del sol, así se le vio casi siempre al buen Roger, quien tenía para todos una sonrisa y un saludo afable, y si se descuidaban, quedaban congelados también en su cámara oscura.
El escritor Juan Gerardo Aguilar recordó en Facebook así este gesto: “A la distancia que fuese nos gritábamos siempre ¡Carnalito!, y nos deteníamos a cruzar palabra acerca de proyectos, acerca de libros, acerca de los demonios etílicos que una y otra vez nos rondaron […] Buen viaje, carnal, nos quedan tus fotos y tu recuerdo. Ya llegará la hora de valsar juntos otro vals sin fin por el planeta”.
El mejor fotógrafo es el que no se ve, pero también quien camina despacio para dar cuenta de todo lo que pasa a su alrededor, sin prisa. Así lo entendió Roger. Un alto en la esquina y disparo. Otro alto en medio de la banqueta y disparo. Desde la acera del frente, disparo. El resultado: sonrisas, saludos y miradas por donde se escapan pedazos de alma, como esa de la niña wixarika que formó un corazón con sus manos mientras Rogelio disparó y que le valió en 2019, el primer lugar en el concurso de fotografía “Rostros de la infancia”.
“Ser Panchito es fuerza y movimiento,
posición ante la vida».
Muchos de los que le conocieron lo asocian siempre con la fotografía y el video, pues Roger nos acostumbró a verlo siempre tras el visor de las cámaras siendo testigo privilegiado de la realidad. Pero pocos saben que también estuvo delante del lente, pero en ese entonces no se llamó Rogelio, llevó por nombre René y formó parte de la temible banda de los Panchitos en su representación cinematográfica.
Así es, el buen Roger también fue actor y encarnó a un chavo banda de nombre René en la película de culto La banda de los Panchitos, rodada en 1985 bajo la dirección de Arturo Velazco, la cual ganó el tercer lugar el Tercer Concurso de Cine Experimental y logró dos nominaciones a los premios Ariel. “Se pasan de lanza. La pinche sociedad es una pinche droga. ¿A poco no tiene un chingo de maneras de joderte, de sacarte de la realidad? (…) ¡A huevo! Ser Pancho significa fuerza y movimiento; posición ante la vida«, reza una de sus líneas más emblemáticas en el filme.
La vida de ‘Roger’ por tanto, estuvo entregada al arte, pues también, según su hermana Alma Ríos, activista y periodista por muchos años de esta casa editorial, fue también bailarín de la compañía Polygram y el narrador Juan Gerardo Aguilar dio cuenta también de sus dotes en el arte de soñar con los pies.
“Lo conocí allá por 1992, cuando la escalera del Teatro Calderón era el punto de encuentro para grungeros, rockeros, skatos, fresas y aplanacalles jóvenes de la vida zacatecana. Me lo presentaron y de inmediato trabamos amistad. ‘Roger’ o ‘El Electro’ (porque también era una chucha cuerera para bailar), actor, locutor, fotógrafo, melómano y amante del paisaje urbano. Hoy ya descansa, ya se adelantó a ver qué tal está el argüende más allá del entendimiento mundano”.
La noticia de la partida de ‘Roger’, nuestro Panchito, caló hondo no solamente entre el gremio de periodistas, pues asociaciones de comunicadores e incluso el Gobierno del estado se unieron al luto que embarga al gremio, sino que también pegó duro en la memoria de amigos, quienes se volcaron a despedirlo con sentidas palabras en sus redes sociales, recordándolo siempre como buen fotógrafo, pero mejor amigo, con quien podían platicar y quejarse del mundo. “¿A poco no tiene un chingo de maneras de joderte, de sacarte de la realidad?”, dijo en el filme. ¡A huevo que sí, Roger! Que el amor que le tuviste a la “madre tierra” te recompense ahora.
