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martes, 16 abril, 2024
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Don Uziel Gutiérrez de la Isla y la importancia de preservar la memoria

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 456

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¿No les pasaba, a inicios de la pandemia, que no sabían ni qué día estábamos viviendo? Los días suelen ser casi iguales, sin embargo, hemos re-aprendido a diferenciarlos por pequeñas señales: los sonidos del camión de la basura nos dicen que puede ser martes, jueves o sábado, por ejemplo. Una nueva rutina nos arropa poco a poco, el cuerpo se acostumbra fácil -relativamente- a una nueva forma de enfrentar al mundo con todo y sus desavenencias, malas y buenas noticias, incertidumbres y sobresaltos. Ojalá que fueran más las buenas nuevas, porque también las hay… pero se diluyen pronto.

De unas semanas para acá, ha ocurrido que entrar a checar las redes sociales genera casi siempre una sorpresa -desagradable las más de las veces- relacionada con que alguien conocido está contagiado o ha perdido la vida a causa del virus. Qué tiempos nos han tocado… más allá de los lugares comunes, es cierto que en el sitio en el que antes solíamos ver al por mayor selfis de gente feliz, ahora aparecen con más frecuencia una serie de cartas de despedida y de textos que nos informan que alguien más ha fallecido: el Facebook se ha convertido también en una triste sección necrológica. Ni hablar. Así sucedió también el pasado 10 de noviembre: por ese medio nos enteramos de que el maestro Uziel Gutiérrez de la Isla había fallecido por la misma causa, no soportó los embates del virus. A finales del mes de octubre apenas había publicado sus acostumbradas efemérides mensuales para noviembre en su columna para el diario La Jornada Zacatecas, “El mirador de Herodoto”, que, por cierto, publicaron nuevamente un día después de su muerte a manera de homenaje y despedida.

Don Uziel fue un universitario completamente orgulloso de haber cursado sus estudios en la Universidad Autónoma de Zacatecas; contaba con ánimo, cuando así era requerido, cómo fue que él mismo había financiado sus estudios para obtener el título de QFB, cómo después había sido profesor en la UAZ y había fundado posteriormente, junto con otros colegas, la Farmacia Galénica -un lugar que en su memoria podría preservarse, incluso, como museo-.

Se fue el buen Uziel, el que cada Festival de Poesía Ramón López Velarde, recibía a los invitados con una amabilidad indescriptible en rectoría y los hacía firmar un libro grande, “el de las memorias del festival”, que traía bajo el brazo en todos lados. Fotos, muchas fotos y más firmas también, logró acumular en esos libros de cada año, en ellos están plasmadas las palabras de los poetas que todavía en diciembre pasado llegaron a esta ciudad a celebrar la vida a través de la poesía. Fue ingeniero, profesor y cronista, pero fue, ante todo, un universitario honorable que disfrutaba registrar los acontecimientos más importantes.

¿Qué pasará con todos los documentos y la información que fue acumulando a lo largo de los años? Es muy pronto para saberlo. Confiemos en que el tiempo ayude paulatinamente a que se retomen los proyectos que en vida fue generando el cronista universitario, muchos de ellos enfocados a reconstruir los pasos que han seguido distintos personajes para conformar la historia de la UAZ. Historiar se le daba muy bien, vivir también; pensando en eso, imagino ahora que un buen homenaje a toda una vida de trabajo pudiera ser consolidar el ejercicio de la crónica universitaria; dignificar todavía más el oficio de registrar, contextualizar y relatar lo que va sucediendo.

En estos tiempos, más que nunca, realizar la crónica de este 2020 es indispensable; volviendo a lo mencionado al inicio, no podemos dejar la pervivencia de la memoria solo a las redes sociales, porque en cualquier momento pueden cambiar, agotarse o desaparecer, propiciando que toda esta parte de nuestra historia se borre. Hay que recordar posteriormente no solo a los que se han ido este año, sino a los que se quedan y están produciendo cosas importantes: la nueva realidad implica que la enfrentemos de una manera diferente, que produzcamos, gocemos y vivamos todas las etapas -tanto las felices como las de duelo- de una forma distinta, y eso también hay que registrarlo. A su memoria, don Uziel: gracias por pasar por aquí y dejarnos el legado de su arduo y amoroso trabajo.

Que disfrute su lectura.

 

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