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jueves, 28 marzo, 2024
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Presenta Hugo Ibarra Las argucias de la razón. Ensayo sobre la sociedad post mexicana

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Por: ALMA RÍOS •

Las argucias de la razón. Ensayo sobre la sociedad post mexicana (UAZ-Policromía, 2018), de Hugo Ibarra Ortiz es una reflexión filosófica sobre la sociedad contemporánea y sus problemáticas. “Siempre me ha preocupado mucho México. Todos mis trabajos e investigaciones han sido sobre su historia, su pensamiento y su filosofía. México me preocupa y me duele bastante. Aunque pudiera parecer esto un slogan político o de algún partido, no lo es, mi preocupación es sincera y es natural”.
La lectura de Hugo Ibarra Ortiz es drástica y muestra a un país sin sentido ni dirección al que concreta en una frase lapidaria: “Ya no hay México”.
Sostiene que no existe más un proyecto ni político ni cultural ni social que le dé identidad; habla de una era post metafísica, una era de la post verdad donde no se sabe a ciencia cierta nada y por tanto se vive en el relativismo absoluto con sus consecuencias: el desahucio y el nihilismo existenciales.
En una primera parte del libro que tendrá su presentación el próximo 23 de febrero a las 6:30 de la tarde en el Salón Gobernadores del Palacio de Gobierno ubicado en el Centro Histórico de Zacatecas, el autor, docente investigador en la Unidad Académica de Filosofía de la Universidad Autónoma de Zacatecas, realiza un recorrido por los símbolos y los mitos más importantes de la cultura mexicana.
De la época colonial habla de la Guadalupana como mito y símbolo religioso que dio sentido y dirección a la entonces incipiente cultural nacional para después abordar la secularización de este ícono convertido en “la patria”, otra figura femenina que durante el siglo 19 “dio dirección y trayectoria a lo que era México”.
Este símbolo se convirtió más tarde en la Revolución mexicana, que fungió como medio para dar solidez a la cultura mexicana.
“Pero después del 68 hubo una herida de muerte en nuestra sociedad, no solamente por el aplastamiento del Estado y la violencia institucional del gobierno de Díaz Ordaz, sino porque esa herida de muerte ya no restañó, ya no hubo proyecto de nación que nos permitiera dirigir nuestros pasos hacia un punto específico”.
A la par de este hecho histórico la sociedad mexicana fue “acaparada” por la racionalidad moderna “que trajo consigo esto que yo llamo las argucias de la razón”.
Son una serie de “estrategias que tiene el sistema” en el cual nos encontramos para mantenerse como tal y que asevera, no son exclusivas de un grupo en el poder ni de una minoría sino formas en que la sociedad mexicana se comporta, sustenta las consideraciones de su vida y toma decisiones.
Esa “racionalidad moderna” a la que todo obedece y mediante la que todo se justifica “es totalmente tecnocrática y busca hacer, hacer, hacer y producir y producir pero no sabe muy bien para qué”.
Al final de cuentas dijo, el planteamiento para un futuro mejor que suponía que el movimiento de capitales poco a poco permearía todos los estratos sociales no ha sucedido y sí por el contrario una mayor concentración de la riqueza “en muy poquititas manos”.
Las argucias de la racionalidad moderna que ha adoptado el pueblo mexicano, esas estrategias mediante las que el sistema se sostiene, son entre otras, la sociedad del espectáculo a la que se ha referido Mario Vargas Llosa.
“Todo se ha vuelto farándula”, desde las campañas políticas hasta ciertas posturas de pseudointelectuales que pretenden convencer al público, los vendedores de un futuro mejor y los profetas de advenimiento de una cultura optimista a ultranza que ha hecho creer a los mexicanos que pueden “decretar” sus deseos para que el Cosmos los obedezca.
Esta dijo, ya no es una metafísica sino una especie de nueva religión atea que busca enmascarar las cosas y lo que le dice al ciudadano común es “que no vea los problemas”, que se enfoque siempre en lo positivo y se aleje de las personas “tóxicas”, que curiosamente son las críticas del sistema.
“Entonces tú pura positividad, todo está bien, un mundo rosita, un mundo feliz, si lo decretas es lo que sucede”.
También es una argucia, una estrategia del sistema la importancia que se da al consumo, ahora de manera desmesurada y que “le quita a la gente lo poquito que gana”, por ejemplo comprando el pasado 14 de febrero osos de peluche, rosas y cualquier otra cosa para tratar de llenar con bienes materiales “algo que de ninguna manera va a ser llenado”.
Hugo Ibarra Ortiz critica asimismo la actuación de la iglesia católica, y añora entre sus líderes a gente que como Oscar Arnulfo Romero en El Salvador de los 80, se hicieron uno con la población para reclamar justicia y hacer defensa de los más débiles.

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