Un hombre de 52 años, que estuvo privado de su libertad durante casi 20 años en el Centro de Readaptación Social (CERESO) varonil de Zacatecas, comparte un testimonio de manera anónima para La Jornada Zacatecas, sobre los desafíos de la reinserción social y la vida tras las rejas.
En su relato, describe un panorama desolador para quienes han pasado por el sistema penitenciario: “El proceso de readaptación está marcado por el perjuicio, la marginación, el prejuzgar y la estigmatización”, afirma, resaltando la falta de comprensión de la sociedad hacia las experiencias vividas en prisión.
Aunque la sociedad a menudo muestra interés en escuchar a quienes han estado encarcelados, el testimonio señala una desconexión: “Llega uno a la conclusión de que ni ellos tienen la verdadera capacidad de entender lo que nosotros pudimos vivir, ni nosotros el deseo de recordar todo lo que se sufre al interior del tratamiento institucional”.
Sin embargo, no todo es negativo. El exrecluso reconoce un avance importante: “Afortunadamente, tras una reforma, solicitar una carta de no antecedentes penales es ahora ilegal. Solo se puede pedir una carta de no presentación ante una autoridad judicial, lo que es un gran avance para quienes buscamos recuperar nuestras vidas”.
El estigma persiste, pero para el entrevistado, los mayores juicios provienen de quienes enfrentan sus propios demonios: “Las personas que más juzgan son aquellas que tienen sus propias vidas arruinadas y destruidas”, señala con dureza, reflexionando sobre una sociedad moralista y soberbia que sigue predominando en Zacatecas.
Cita las palabras de una criminóloga y psicóloga criminal que lo impactaron: “Son un costal de gusanos podridos”, refiriéndose a aquellos que externalizan sus propios prejuicios a través del juicio hacia otros.
Al reflexionar sobre posibles soluciones, el informante considera que muchos de los que permanecen encarcelados tienen un mayor equilibrio emocional y libertad de pensamiento que quienes están afuera, atrapados en sus propios miedos y traumas: “Aquí afuera, muchos viven encarcelados en sus propios miedos, prejuicios, trastornos y traumas personales”.