En el momento en que se redacta este artículo, tanto el precio del gas como el del petróleo experimentan un descenso. El barril de Brent se sitúa en los 106,91 USD y el de WTI en 104,14 USD.
Esto podría ser la consecuencia de la posibilidad subyacente de que Europa pueda llegar a suavizar las sanciones a la exportación de crudo procedente de los Urales -después de que algunos países miembros de la Unión se hayan mostrado contrarios a la adopción de tal medida- y del pronóstico que anuncia un aumento de la temperatura en Europa a lo largo de las semanas venideras.
Excepción en Centroeuropa
Hungría ha sido uno de los principales opositores a este paquete de sanciones, puesto que, según afirma el ministro de Relaciones Exteriores y Comercio, Peter Szijjarto, acabaría por completo con el suministro de energía a su país, impidiendo el funcionamiento de su economía. Además, la situación geográfica de su país, hace imposible la llegada de suministro petrolífero en buques de otros países, ya que carece de salida al mar. Otro de los factores que le impiden apoyar dicha medida, es que sus refinerías son incapaces de procesar otro petróleo distinto al de los Urales, como podría ser el Brent.
Eslovaquia y República Checa se han posicionado también en contra. Y es que su dependencia del petróleo ruso las coloca en una situación complicada. Ambos países solicitan para dar su aprobación un aplazamiento de la implantación de dicha medida en sus países más largo que les permita realizar los ajustes necesarios que les permitan desconectarse del petróleo ruso.
Incertidumbre en la evolución de los precios del petróleo
Los traders que desean invertir en petróleo crudo deben permanecer atentos a los cambios, la indecisión es una constante a día de hoy en un escenario dominado por la incertidumbre que se intensifica ante las continuas sanciones contra Rusia que generan inseguridad con respecto al suministro de gas y petróleo ruso, con la consecuente subida en sus precios. Pero por el momento, habrá que esperar a la decisión que adopte la Comisión Europea con respecto al embargo del petróleo ruso.
Ante esta situación, Arabia Saudí ha movido ficha, anunciado un descuento en el precio del petróleo Arab Ligth para el noroeste de Europa y Asia. Y es que en China los nuevos confinamientos por Covid están haciendo mella en la demanda.
El Kremlin cumple su amenaza
El precio del gas, por su parte, se disparó tras cortar Rusia el suministro a Polonia y Bulgaria el pasado 27 de abril, después de la negativa de ambos países a efectuar el pago en rublos.
Como consecuencia los contratos a futuros experimentaron una importante escalada alcista de manera inmediata en el mercado neerlandés, que es el de referencia de la región.
Lo cierto es que Europa ha conseguido una drástica disminución de su dependencia del petróleo ruso. Esto ha sido posible dada la sencillez con que ha encontrado nuevos proveedores y por la facilidad en su transporte.
Hoja de ruta europea para desligarse del gas ruso
No obstante, en lo relativo al gas natural, sustituir su suministro no parece una tarea tan sencilla.
Los productores de gas operan en su mayoría con los compradores mediante contratos a largo plazo, y fuera de Rusia escasea la capacidad de producción disponible. Y los mercados al contado, donde la compraventa de cantidades limitadas de gas es factible, tienen como objetivo la distribución de la oferta y la demanda según sea necesario entre las regiones. No ofrecer una cantidad extra.
A esto hay que añadir la dificultad y el coste del transporte y almacenamiento del gas. Coste que Europa deberá decidir si está dispuesta a pagar y que, a su vez, supondría otro problema para Rusia, pues tendría que hacer frente también al coste de la infraestructura necesaria para dar salida al gas que Europa no le va a comprar.
La situación también ha servido como acelerador en la consecución de la transición energética europea que haría posible desvincularse totalmente del gas ruso en aproximadamente una década, maximizando las renovables todo los posible y planteándose retomar la producción de las centrales nucleares, como ya ha anunciado que hará Bélgica, que prolongará durante diez años más la actividad de dos reactores cuyo cierre tenía previsto.
