En medio del marco del día de los maestros, entre conciertos y rifas, como es costumbre, es importante remarcar este día como la celebración -que mucho se nos da a los mexicanos- de los responsables de la formación académica de todos.
La labor docente, que mucho ha contribuido a la construcción del país democrático que somos (así como adjetivo) ha sido amplia y exhaustiva, desde la institucionalización de la escuela rural mexicana hasta el día de hoy. Nuestros padres, abuelos y demás formadores son hijos de la mayor creación de Lauro G. Caloca, (que no está demás decir que además de zacatecano, es teulense).
Y no está demás resaltar que durante la pandemia del Covid19, el trabajo docente fue una de las tareas más difíciles, pues la conectividad de los estudiantes no es la óptima para digitalizar la educación en México.
Por ello, estas letras semanales, están dedicadas al trabajo de todas, todos y todes lxs maestrxs que con las pocas herramientas, con la complicación de movilidad y a riesgo de una enfermedad viral, no dejaron de impartir los contenidos educativos que le dan certeza al anhelo de igualdad social que está contemplado en las bases constitucionales y en el proyecto de país contemplado en el plan post-revolucionario.
La deuda con el gremio magisterial es amplia: las deudas, los raquíticos sueldos, el retiro de prestaciones laborales, el adeudo de nómina que al día de hoy sigue arrastrando el Estado de Zacatecas no sólo implica un compromiso a largo plazo, sino una serie de reformas a la legislación local que les permita a los formadores de los próximos líderes del futuro, tener una relación laboral digna, que los motive a que día a día, sigan guiando al mejor recurso humano que de lunes a viernes, se forma entre las múltiples aulas; las que tienen o no techo, las que tienen o no butacas, las que tienen o no herramientas básicas para aprender una lección común de español o matemáticas.
