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viernes, 29 marzo, 2024
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■ Comentarios Libres El asilo de Evo

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Se ha comentado mucho, incluso con argumentos respetables todos, si lo ocurrido en Bolivia el domingo pasado fue o no, un golpe de Estado en contra del gobierno del presidente Evo Morales.
Yo considero que sí lo fue. No puede llamarse de otra manera a la violencia extrema que se vive en aquel país, donde existe la complacencia de las Fuerzas Armadas, al amparo policial y de un sector ciudadano, con ideas y sentimientos de una piedad medieval, superadas ya en el siglo XXI. Más aún, cuando justamente son los militares quienes le obligaron a presentar su renuncia al cargo, ante el riesgo de su vida e integridad, así como la de sus familiares, los cuales ya habían sido víctimas de atrocidades.

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Quienes afirman que no lo fue, fundamentan su dicho manifestando que, los militares no asumieron la jefatura del poder Ejecutivo, quedando acéfalo hasta en tanto, el martes 12 del presente mes, arropada por los militares, y sin el quórum legal, en sesión legislativa, la senadora de oposición, Jeanine Áñez, se proclamó presidenta interina de Bolivia.

Algo similar le ocurrió a Madero con la rebelión de los militares porfiristas, cuando el 9 de febrero de 1913 llevaron a cabo el Cuartelazo de la Ciudadela, lo que provocó una situación de crisis, caos e incertidumbre durante diez días. El 19 de aquel mes y año, Victoriano Huerta, jefe de las Fuerzas Armadas traicionó a Madero, aprehendiéndolo junto con el vicepresidente Pino Suárez, pidiéndole su renuncia, misma que el Congreso de la Unión aceptó, y se nombró presidente interino a Pedro Lascuráin, quien a su vez, nombró como Secretario de Gobernación a Huerta, y renunció 45 minutos después, para que éste asumiera el cargo de poder Ejecutivo. Dando así una apariencia de legalidad al golpe de Estado.

Cuando inició su mandato presidencial al que llegó democráticamente, Evo se caracterizó por ejercerlo en beneficio de los más desprotegidos. Destacan logros: disminución de la desigualdad; nacionalizó los recursos naturales de su país; convocó a una Asamblea Constituyente, en que se otorgan derechos a las mayorías sociales; trató de abatir la pobreza…

Evo era un presidente de izquierda, que llevó a cabo un buen gobierno. Sin embargo, aferrarse a mantener el poder por dos décadas (2006-2025), pues buscaba su nuevo mandato, a través de una elección cuestionada, le impidió salir por la puerta grande, que lo colocaría históricamente en un lugar privilegiado, en su condición de presidente indígena.

Hace más de una década, la izquierda de América Latina, parecía encaminada a renovar el liderazgo político de la región, a medida que ganaba una elección tras otra, en distintos países. Daniel Ortega; antes Hugo Chávez, hoy Nicolás Maduro; Michelle Bachelet, etc.

Sin embargo, al paso del tiempo, los nuevos vientos políticos, han dejado al descubierto algo diferente: la dificultad de la izquierda latinoamericana, para recambiar a sus propios líderes. Las tres elecciones presidenciales, de los próximos días en Sud América, reflejan de distintas formas ese problema.

Por los motivos comentados y que son de índole políticos, el presidente AMLO, ofreció el asilo en nuestro país, a Evo Morales.

No hubo necesidad de pelear con nadie como el propio presidente mexicano ha indicado. Lo que atendió, respetó e hizo valer, fueron los principios que rigen la política exterior de nuestro país, entre ellos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza…

México ha recibido a muchos otros extranjeros en su condición de asilados políticos. Algunos son éstos:

José Marti: poeta y revolucionario cubano, fue uno de los primeros que llegaron aprovechando un acuerdo que se firmó en 1853 con el gobierno de Colombia. Pasó dos años en México en 1875, durante un largo destierro de su país.

Víctor Raúl Haya de la Torre: el pensador y político peruano, llegó a México en 1923, invitado por el escritor y Ministro de Educación Pública José Vasconcelos, llegaba como refugiado, después de haber sido encarcelado durante el régimen de Augusto Leguía.

León Trotsky: en 1937 el gobierno de Lázaro Cárdenas, accedió a conceder asilo político al ideólogo y revolucionario ruso, exiliado de la Unión Soviética por José Stalin.

Luis Buñuel y Luis Felipe, director de cine y poeta respectivamente: durante la Guerra Civil Española en 1930, varios republicanos que huyeron de su país, también fueron recibidos por las autoridades mexicanas. Entre 1939 y 1942, el gobierno de Lázaro Cárdenas, asiló a 25,000 españoles.

Fidel Castro: en 1955, después de haber sido encarcelado por oponerse al régimen de Fulgencio Batista, a la edad de 28 años, el revolucionario llegó a México.

Héctor José Cámpora: en 1976, durante el golpe de Estado en Argentina, el presidente de ese país, se asiló en la Embajada de México en Buenos Aires.

Mohamed Reza PahlevI: en 1979, el Sha de Irán, llegó a México, después de ser derrocado durante la revolución islámica.

La familia Allende: en 1973, llegó a México la esposa e hijas de Salvador Allende.

Rigoberta Menchú,: indígena guatemalteca, en 1990 llegó a nuestro país.

Manuel Zelaya: presidente de Honduras, derrocado en 2009. ■

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