Dentro del II Congreso Internacional: Formación y Práctica Docente, en el Auditorio de la Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”, se llevaron a cabo las conferencias magistrales de Lya Sañudo Guerra y Alberto Ramírez Martinell.
La investigadora expuso cómo la reflexividad puede cambiar las prácticas docentes mediante la Investigación-Acción, trabajando por la inclusión y evitando el abandono escolar, entre otros retos educativos. Por su parte, Ramírez Martinell, habló sobre las herramientas de inteligencia artificial que permiten realizar una revisión de literatura más rápida, amplia y profunda, potenciando la calidad de las investigaciones educativas y facilitando la toma de decisiones basadas en datos.
“Citius, Altius, Fortis” (más rápido, más alto, más fuerte) fue la frase con la que Ramírez Martinell caracterizó el impacto de las tecnologías emergentes en la investigación educativa. Estas herramientas, explicó, han permitido que los investigadores avancen con mayor velocidad en la sistematización de información, profundicen en el análisis de datos y alcancen nuevos niveles de comprensión.
Ramírez Martinell hizo énfasis en el uso de software como Research Rabbit, que facilita la creación de redes temáticas entre artículos académicos, y Notebook LM, que utiliza inteligencia artificial generativa para realizar búsquedas semánticas y generar preguntas críticas sobre el contenido. Estas herramientas, comentó, representan un cambio de paradigma, permitiendo que los investigadores gestionen datos más eficientemente, y se concentren en preguntas más relevantes, llegando a análisis más significativos.
Destacó cómo las ciencias textuales, como las humanidades y la educación, suelen resistirse a adoptar nuevas tecnologías, en contraste con disciplinas como la ingeniería, y mencionó como ejemplo de herramienta denostada por la comunidad educativa a Wikipedia, a la que calificó como “el proyecto cultural más democrático de la humanidad”.
Subrayó además la necesidad de capacitar a los docentes para que integren estas tecnologías en su trabajo cotidiano, evitando una dependencia pasiva y promoviendo un uso ético y estratégico.
Por su parte, Lya Sañudo enfatizó la importancia de la reflexividad en tres niveles: el diagnóstico de los contextos educativos, la relación entre teoría y práctica, y la toma de decisiones informadas.
Sañudo Guerra destacó que los docentes son investigadores de su propia práctica y que el aula es un laboratorio vivo desde el cual se puede construir conocimiento relevante y transformador. Su propuesta de Investigación-Acción, que impulsa el modelo de la Nueva Escuela Mexicana, resalta la inclusión y la equidad como pilares fundamentales.
Además, la doctora en Educación Superior respondió a inquietudes sobre las barreras estructurales para la investigación en las aulas, subrayando que no existen investigaciones de «primera» o «segunda» categoría cuando estas se realizan con rigor y calidad.
Explicó que ninguna institución educativa da los recursos para investigar, pero estos se pueden gestionar. Ante la pregunta de cómo equilibrar la docencia y la investigación, propuso integrar ambas actividades mediante la alineación de las asignaturas con las líneas de investigación del docente, creando un ciclo virtuoso en el que el aula se convierta en un espacio para la construcción colectiva del conocimiento.