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jueves, 25 abril, 2024
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La economía criminal de la Mafia del Poder Imperial

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Quienes han leído mis entregas, habrán comprendido que los grandes capos del narcotráfico no son colombianos ni mexicanos, estos sólo portan la fama propia de una ideología que oculta la estructura de esa economía mundial que se levanta a partir de diversas actividades ilícitas, que hace negocio con el sufrimiento y ve en la destrucción humana una oportunidad de acumulación y concentración de la riqueza.

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Los grandes capos están en Estados Unidos, y en algunas otras naciones imperiales, son connotados hombres de negocios mundiales y de la política internacional. Gozan de “honorabilidad”, no se les persigue ni se les menciona vinculándolos con las actividades ilícitas. Son la real y verdadera “mafia del poder imperial”. 

Además de las drogas, tienen gran interés en contrabandear energéticos, medicinas, armamento, trata de blancas y órganos. Para todo eso tienen “sucursales” en México; también partidos políticos, personajes públicos, asociaciones “civiles” y políticas, medios y periodistas que los encubren, justifican y defienden. Son encarnizados a favor de intereses externos. Auténticos traidores a la patria.

Para cargar con la fama están los capos mexicanos; ganan titulares, les dedican libros como los de Anabel Hernández, les recrean la imagen de vivir la gran felicidad en los excesos que transmiten las series del cine y la televisión, les hacen corridos y, aún encarcelados, los convierten en leyendas, más si viven y presentan hazañas como las de Pablo Escobar, Caro Quintero o el “Chapo” Guzmán.

No está de más reiterar que un kilogramo de cocaína, u otra droga, en México incrementa hasta 10 veces su valor al distribuirse en las calles de las ciudades gringas. Rara vez se decomisa en territorio americano. La gran economía criminal de EEUU casi no sufre pérdidas y siempre está solvente para financiar y enviar armas a naciones latinoamericanas, que pagarán con las exportaciones de mercancías ilícitas.

La revisión de datos de varias fuentes, y años, constata que los decomisos que el Gobierno Mexicano realiza al narcotráfico no influyen en la demanda estadounidense, sólo encarece el valor de las mercancías ilícitas e incrementa las ganancias; sea por el precio del producto, o porque éste se vuelve dos o tres, al disminuir la concentración de las sustancias activas.

De lo anterior se sigue que, un serio combate al narcotráfico y otras actividades ilícitas, debiera interesarse en el decomiso en los últimos eslabones de la cadena comercial que esencialmente están en Estados Unidos; evitaría surtir al consumo y minaría la economía criminal internacional, afectando la acumulación y concentración de la riqueza gestada a partir de la inseguridad y el sufrimiento de las naciones subdesarrolladas, donde exprimen hasta la última gota de sangre a quienes viven en desempleo y miseria (Ejército Industrial de Reserva).

Para que eso sea posible, según nuestra lógica, es menester que en Estados Unidos, y otras naciones imperiales, se produzca una gran crisis económica, política, social, cultural, de salud y legal que obligue a transformaciones que puedan mirar a lo racional, al cuidado del entorno ecológico mundial, a la fraternidad, al respeto al derecho ajeno de las naciones, a la solidaridad, la cooperación para el desarrollo, a anteponer el interés humano sobre el económico, a la preocupación por el bienestar individual, familiar y social y a la canalización de todos los esfuerzos del desarrollo en un sentido humanista.

Eso no significa, de forma pesimista, que en México no deban realizarse acciones sistemáticas. Pero no debe ser tarea exclusiva del Poder Ejecutivo Federal, sino también de quienes nos han quedado a deber mucho como el Poder Legislativo (donde hay voces que favorecen la economía criminal imperial) y del Poder Judicial (donde hay velocidad o tortuguismo y la emisión desmedida del recurso del amparo), así como de organismos autónomos involucrados como la Fiscalía General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

A la vez, estados y municipios deben mostrar mayor preocupación por elaborar estrategias transversales, multidisciplinarias e interinstitucionales propias que, acorde a su realidad concreta, complementen a la federación. Pero… ¿Cómo vamos a esperar que hagan un buen trazo de rumbo si reina la improvisación y son incapaces de pensar teóricamente su realidad y desglosarla en programas de desarrollo? Amén, y no es un secreto, que muchos nos gobiernan porque son parte de la telaraña de las actividades ilícitas y del crimen organizado.

Tenemos que ser creativos en muchas iniciativas que deben trascender el lamento, la queja y el reclamo en espera de que alguien resuelva. Es tarea de partidos políticos, clubes sociales y de servicios, asociaciones, sindicatos, escuelas, iglesias, familias, periodistas, la sociedad entera.

EJEMPLO Y RECONOCIMIENTO: el maestro Simitrio Quezada, Director de Bibliotecas de Fresnillo realizó, en los cursos de verano, un simulacro de balacera, enseñando a los pequeños medidas de autoseguridad que pueden y deben tomar.

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