Son claras las diferencias entre Sanders y Clinton, hay temas en los que son agua y aceite, como la propuesta del tratado transpacífico. Ciertas diferencias son notables al grado de que algunos seguidores de Bernie rechazan la idea de la alianza con Hillary. Sin embargo Sanders ha manifestado la unidad decidida y clara con la señora Clinton. Y lo hace para introducir temas esenciales en la agenda pública del próximo mandato presidencial, como la modificación del salario mínimo, la salud, la educación superior, el medio ambiente y la desigualdad. Son temas que apuntan a un desarrollo más progresivo que resulta en mayor igualdad de oportunidades sobre todo para los jóvenes norteamericanos, sin importar su origen étnico o racial.
Es de hacerse notar que no se puso rígido sobre la totalidad de sus propuestas y, al mismo tiempo no se adscribió a la candidatura de Hillary a cambio de posiciones en el gobierno, sino que discernió la manera de introducir temas esenciales en el compromiso del programa político del futuro gobierno y, con eso, hacer que el esfuerzo de la campaña pasada tuviera frutos concretos y efectivos. No un bonito recuerdo o enfrentamientos estériles, sino cambios hacia la justicia efectivos: contantes y sonantes. Eso muestra una lección: la prudencia o sabiduría práctica que hace avanzar programas justos en el mundo real. Para eso debió liberarse de dogmatismos y pragmatismos al mismo tiempo y justo a tiempo. Los griegos usaban el vocablo Kairós para el tiempo de las cosas o del acontecimiento ocurrido en su tiempo. Ese es el arte de la política, el arte de manejar la combinación de evento y tiempo. El momento que vivimos en el apoyo de Sanders a Clinton es el momento de integrar compromisos en público, lo que equivale a ser firmados.
Para el caso de México, hay varias lecciones. Primero la necesidad de contar con un programa claro de lo que se quiere, lo cual contribuirá a seducir a los sectores más progresistas y movilizados de la sociedad, en el caso de Estados Unidos son los jóvenes dreamers (soñadores). Un líder dispuesto a dejar la lucha por el poder (a su tiempo) para conseguir la continuidad de su proyecto social, no es un líder que se obsesiona en el poder para él mismo. Y finalmente la capacidad de negociar poniendo por delante los intereses de la nación sabiendo que la derecha delirante de Trump está a la vista. Apuntalar la candidatura de Hillary Clinton significa ponerle un muro infranqueable a la maniática pretensión de Donald en torno a la presidencia norteamericana. Es decir, Sanders manifiesta sentido de geometría en sus decisiones políticas, no borra las líneas de manera tan fácil como los políticos mexicanos. En suma, hay definición ideológica, sentido de efectividad (prudencia), habilidad de negociación y visión estratégica. En la batalla contra la serpentina hidra neoliberal se requieren más políticos tipo Benie Sanders.
