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jueves, 25 abril, 2024
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Refugio Reyes, un avistamiento a su vida y obra

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Por: Víctor Hugo Ramírez Lozano •

La Gualdra 531 / Exposiciones / Historia

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Cuatro meses después de que las armas nacionales se cubrieran de gloria por el triunfo sobre las huestes francesas en la Puebla de los Ángeles, el nacimiento de Refugio Reyes Rivas el 2 de septiembre de 1862 en el poblado de La Sauceda, al noreste de la ciudad de Zacatecas, cubriría de gloria a lo largo de sus 78 años de vida a su tierra y la región cultural que comparte con Aguascalientes y Jalisco, no con pólvora ni fusiles, pero sí con las armas del arte: el conocimiento, la proporción y la inspiración. 

La Sauceda, conocida así por la otrora notable cantidad de sauces a la vera de su arroyo, fue el sitio en donde se ubicó una de las haciendas mineras más grandes del distrito, cuyas antiguas glorias dieciochescas beneficiaron los caudales del prominente don José de la Borda, “el Fénix de los mineros” novohispanos. Las piedras de molinos y tahonas, de sillares y cimientos para los altos muros del patio de beneficio, fueron parte del paisaje constante de la infancia de Reyes Rivas, sin obviar la tierra colorada, elemento poético y cuasi mágico que se sacuden por demás los artistas zacatecanos. 

Si consideramos que la enseñanza del oficio de construir, donde desde niño se inicia en tareas sencillas como “peón” para continuar escalando a “media cuchara” hasta llegar a “maestro mayor” no ha cambiado en esencia, podemos inferir que Reyes continuó bajo este esquema de aprendizaje de raigambre medioeval; seguramente desde su infancia, participó como peón en las faenas constructivas requeridas para el funcionamiento de la vieja hacienda y en la edificación de las habitaciones de los propios pobladores. Su instrucción escolar quedaría limitada a un tercer año de primaria, no obstante, su avidez por saber más fue una constante en su vida.

No hay datos precisos para saber en qué momento comenzó a trabajar la cantera, pero es un hecho que a temprana edad acudió a la Villa de Guadalupe para conocer los bancos de este material en el cerro de “La Piedrera”. Precisamente en esta villa, bajo la instrucción de connotados ingenieros y maestros del Instituto Científico de Zacatecas y en colaboración con otros destacados canteros, comenzó a trabajar en la edificación de la arquería del Hospicio de Huérfanos y de la Torre del Reloj del templo franciscano. Es justo aclarar que Reyes no participó en el diseño de estas obras, pero sí como constructor. Poco tiempo atrás, a sus 16 años, Refugio Reyes se había ocupado en el mantenimiento de la bellísima Capilla de Nápoles y en el interior del propio santuario guadalupano, donde para la posteridad dejó plasmada su rúbrica sobre el oro de una cornisa cercana al presbiterio.

El trabajo realizado en Guadalupe le fue bien reconocido y al poco tiempo, se le invitó como maestro mayor en la ya avanzada construcción del Mercado Principal de Zacatecas. Para el joven Refugio –de 24 años- no habría mejor coyuntura para ampliar su abanico empírico, pues además de la convivencia con otros ingenieros y maestros mayores, tuvo la oportunidad de conocer y manejar en casi todas sus gamas uno de los materiales más novedosos de la época: el hierro fundido. 

Cornisas, columnas, cubiertas, trabes, cabrillas, entre muchos otros elementos estructurales y decorativos en hierro se usaron al por mayor en el mercado zacatecano, justamente un eco de la proporción de las negras columnas de su interior puede ser palpado en varias de sus obras en Aguascalientes, aunque estas se replicarán en piedra. 

Su éxito laboral le permitió hacerse un lugar entre los constructores preferidos de la curia diocesana; en 1890 construiría el altar del antiguo templo de San Francisco de un exquisito gusto neoclásico, y tan solo dos años después comenzaría su obra más trascendente en la ciudad de Zacatecas: el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, cariñosamente conocido por sus coterráneos como “Guadalupito”. En este templo definiría el gusto por una escala altiva, varias veces más allá del 3 a 1 y por supuesto, el aprecio por lo gotizante y las formas que atienden una geometría caprichosa e ingeniosa; el estilo en el que se inscribirán sus más originales obras será el ecléctico, el cual sabrá aderezar sin menoscabo, aplicando sus conocimientos técnicos y estéticos en el maridaje del hierro y la cantera.

Las ideas, diseños y sentimientos de don Refugio, se materializaron en una amplia región cultural, quedando como testimonios magníficos edificios civiles y religiosos, como el antiguo Banco de Zacatecas, el Museo de Historia Regional y el sublime templo de San Antonio, en Aguascalientes; los templos de Tepechitlán y Tacoaleche en Zacatecas, y varias haciendas y capillas en Jalisco. 

El ocaso de este espléndido artífice de la piedra y el espacio llegó el 3 de febrero de 1941, dejando un amplio legado artístico que aún se encuentra en vías de un justo aquilatamiento.

Como reconocimiento a don Refugio Reyes Rivas, en el Museo Zacatecano se expone desde el mes de abril, un acercamiento a su vida y obra a través de objetos personales, planos originales y anotaciones de sus proyectos, fotografías y artefactos de la época en que se desenvolvió como un prestigiado arquitecto. Esta muestra permanecerá hasta fines de agosto; les invitamos a conocer un poco más de este ejemplo de vida, de superación y constancia.

* Coordinador académico del Museo Zacatecano.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_531

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