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viernes, 26 abril, 2024
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Susan Sontag o la encarnación de la poesía de la inteligencia

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 565 / Literatura / Arte

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Aunque parece que fue ayer, pronto se cumplirán dos décadas de la muerte de Susan Sontag, aún le echamos de menos como a una amiga querida que siempre ha estado cuando se le necesita y en el preciso momento en que deja de estar su ausencia deja un hueco insobornable. Escritora, pensadora, profesora, cineasta e intelectual, Susan Sontag es una de las mentes más poderosas y cautivantes del siglo XX.

Siendo muy joven leí Bajo el signo de Saturno (Edhasa, 1987), un libro extraordinario que habla de todo lo importante de la modernidad del siglo XX. Como todas las lecturas valiosas de juventud, lo devoré con frenesí a toda velocidad, sin entender ni atender mucho, pero inspirándome en su soberbio estilo, en la potencia de su lucidez transparente y jovial; inspiración canónica que hasta el día de hoy intento tener presente a la hora de escribir. Es la gaya ciencia pop del siglo XX. Libro que hace de la crítica social una auténtica fiesta, Bajo el signo de Saturno hace de la crítica una estrategia ético-política para repensar límites y posibilidades del arte y de la literatura; de forma magistral elucida la obra de Antonin Artaud y la estética del arte fascista, lejos de toda mirada romántica. Asimismo, sus reflexiones sobre Paul Goodman y la contracultura norteamericana recuperan el legado del 68 y los movimientos sociales y el activismo político de una izquierda radical viva.

La alegría, el placer, la libertad, son claves del ideario de Sontag, sin dejar de reconocer la importancia existencial de la melancolía, según se puede leer en el ensayo sobre Walter Benjamin que da título al libro “Bajo el signo de Saturno”, sin lugar a dudas uno de los ensayos más profundos, valientes valiosos, audaces que se hayan escrito sobre el pensador alemán. Describe con mirada clarividente el espíritu nacido bajo el signo de saturno: indeciso, de temperamento lento, ambiguo y errante, con escaso sentido de dirección, pero con una brújula vital formidable; el desciframiento melancólico de su sino y signo se despliega en un ego vital como texto barroco.

Disimulo, hermetismo y secreto parecen inherentes al carácter melancólico -sentencia Sontag-. Digna heredera de Benjamin y de Kraus, hizo de la escritura un espacio de reflexión social íntima, personal y transpersonal. “Notas sobre lo camp” es uno de esos ensayos que anticipan las discusiones actuales sobre cultura, política e identidad sexual y se han vuelto cliché farragoso. Estilos radicales (Madrid, Punto de lectura, 2002) ahonda en el diálogo entre arte y pensamiento, elucida grandes autores como seres cercanos de carne y hueso, les quita el hálito de “vacas sagradas” y les deja pastar en libertad sin ningún falso respeto académico, pero con todo el rigor e imaginación crítica que merece lo que de verdad interesa.

Desde su infancia amó Shakespeare, al igual que Harold Bloom, pero su amor a los grandes maestros no busca sentar cátedra y decirnos la neta, sino invitarnos a pensar por cuenta propia transmitiendo su entusiasmo y pasión sin esperar que nosotros tengamos que asentir sus gustos. Su coherencia le valió enemistarse con una opinión pública teledirigida por los poderosos y una intelectualidad pudibunda y cortesana. En todo lo que leyó, pensó, escribió y dijo buscó siempre una conexión con el mundo circundante, así pues, cuando habla de traducción, crítica literaria, lectura, literatura, obra de arte, entre otros asuntos, está pensando desde el campo cultural presente.

Al respecto cabe destacar su exploración en varias obras sobre la relación entre enfermedad, metáfora y sociedad en pleno auge neoconservador en torno al SIDA. Fue crítica acérrima de toda forma de dominación e imperialismo. E hizo del pensamiento crítico una forma de atletismo del espíritu, de ahí que en sus Diarios haya escrito que: “no se aprende de la experiencia; porque la sustancia de las cosas siempre está cambiando”. Por eso destaca que su formación intelectual está en la academia universitaria, pero también en la vida cotidiana, el arte actual y los periódicos.

La contemporaneidad fue su punto de partida para repensar la tradición como algo vivo y valioso que nos aporta otra mirada y otra experencia. De ahí también la necesidad de volcarse en la escritura narrativa y autobiográfica a través de medios expresivos innovadores para dar cuenta de las mutaciones culturales emergentes, al respecto, Declaración: Cuentos reunidos (Random House, 2018) expone problemáticas comunes de los jóvenes y de las parejas actuales con sentido del humor, sarcasmo e ironía; sus relatos exhiben sus pasiones, contradicciones y afectos más íntimos.

Si su obra ensayística elucida de forma crítica el presente, su narrativa expone en estado naciente seres singulares y sus intrincadas relaciones. Sus reflexiones y discursos sobre Palestina en el contexto de recepción del Premio Jerusalem de literatura en 2001 dan cuenta de su valentía para encarar los problemas sin concesiones al pensamiento hegemónico. Exploró el sufrimiento desde sus entrañas en Sarajevo, Palestina y Siria. Su conocimiento de la realidad social fue de primera mano, hizo una etnografía a flor de piel de la sociedad como multiverso de significaciones plurales. Sus títulos, sus declaraciones, su postura política dan cuenta de alguien que estuvo en ojo del huracán, pero su mirada transversal atraviesa el presente dándole la vuelta a las ideas dominantes.

De manera personal, lo que más aprecio de la Sontag, expresión con cariño, claro está, es su estilo desenfadado desde un enfoque novedoso o poco explorado, en este sentido, habría que decir que su obra, perdurará al lado de los más grandes maestros del ensayismo moderno: Montaigne, Benjamin, Cioran, Zambrano, Borges. Ética, política y estética en la perspectiva de Sontag no son conceptos ni campos teóricos intelectuales únicamente, sino más bien son nodos relacionales de una práctica vital poética y militante.

Heredera del pensamiento libertario, democrático, anarquista y vitalista de Norte América, Sontag es una de las más grandes heroínas del pensamiento moderno contemporáneo. Su comentario sobre la vigencia de Victor Serge como un pensador y escritor en perpetuo estado de insurrección contra todo y contra todos también caracteriza su quehacer político e intelectual. Sus libros marcaron una tendencia editorial de frescura y argumentos lúcidos sugerentes. Su escritura muestra un talento inusual vertido en un estilo contundente, ante todo, habla de forma valiente de los temas que verdaderamente importan. Su fotografía nos muestra una mujer hermosa cuya inteligencia serena eclipsa su belleza singular única.

Mujer cosmopolita y polemista implacable, fue una auténtica estrella del mundo intelectual, quizá la última con esa solidez tan característica de una personalidad fuerte e intensa. Al final de su vida cuenta que, al ver una fotografía instantánea de juventud, gritó exclamando: ¡Qué guapa era y ni siquiera lo sospechaba! En el cuerpo de la joven de ascendencia judía que destacó en la escena neoyorkina de la segunda parte del siglo XX la diosa Atenas se apoderó de Afrodita, y la inteligencia poética venció amorosamente a la pasión erótica.

Eso y mucho más fue Susan Sontag, que desde la adolescencia le tuve una admiración sin reservas como verdadera heroína del pensamiento. Desde entonces ha sido una de las fuentes de ensoñación e inspiración. Por cierto, ahora que crece en México un anti-yanquismo en la izquierda oficial autoritaria, habría que recordar que EUA es un espacio sociopolítico y cultural amplio y plural donde ha germinado un pensamiento crítico libertario que sigue alumbrando hasta nuestros días una intelectualidad crítica que guía el presente y abre otro porvenir.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_565

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