La Gualdra 237 / Poesía
Designio
Si escribir significa ser, no escribiré —dijo el hombre—. Se cruzó de brazos y esperó la muerte; pero no llegó, hasta que mandó una carta que hubo que firmar.
Misantrópico
I
Como el que se arrepiente
vengo con los brazos extendidos
a solicitar el exilio de este mundo
ateo del goce sensible
que vulnerado se carcome
como la cal de las paredes
esperanzado de estar
así el cristal
la abuela y el ataúd
II
Mido mi fuerza a partir de la muerte
la soledad perfumada de vida se asfixia
hay un yo que me acompaña
que se cuela en los espejos
atisbo de humana sombra
escisión de piel
mirada contemplativa
el melancólico escondido
III
La locura canta
revolotean alas color luto
ecos de sarcasmo
escondidos entre las ropas del decoro
rostro que cínico revela
la crucifixión de pasiones
el padecer de la existencia
camino al calvario
hasta posar la cruz
Non servit
Ahora que la pasión de Caín abandona mis manos
me entrego a las filas del rencor que condena
donde tales corazones
expiran la amargura fétida de soledad
No hubo Dios para nuestro consuelo
No hubo mundo ni honor ni gloria
Nacidos de la desesperanza
retraídos de la ilusión
no encontramos muros para cobijar nuestra fiereza
ni hubo un destino que ir destejiendo
No nacimos héroes
No seremos recordados
De la casta de Lilit
Ni un clavo sostiene el recuerdo
de la peste maldita
Somos la raza oprimida
los huesos delicados
y espalda encorvada
que esparce caricias estériles
que arrastra los vicios del amor
vientres secos de lágrimas verdaderas
ojos que mueren cada día
hacia el vacío del corazón
Las paredes se derrumban
sobre el vaho de nuestros cuerpos
la suciedad de las carnes
que todo lo exhiben
Cansada de melancolía
Estoy aquí gritándote dios símbolo
para que me des el descanso del Leteo.
Mi mente ya no anda el laberinto.
Ese monstruo que late dentro,
es mi corazón.
Café
I
Insomnio para labios amantes
en espera de un beso,
y la mente
dilatada por los recuerdos,
se estremece con las furias de lo vivido.
II
La mirada sedienta,
clavada en el mar
de angustia,
se anestesia con las olas de melancolía.
III
El suspiro ojeroso revienta
la ansiedad amarga repleta de cafeína
que altera los sentidos
en busca de tu nunca encuentro.
Res vacuum
Del miedo a la habitación
descubrimos bajo los recuerdos
tu voz más desconsoladora
tu lejanía puerta de lo insoportable
tu presencia al filillo del zaguán
Ante el pronombre
mejor el dolor de no haberte nombrado
ni un atisbo siquiera en la conciencia
aunque seas el pan de la rutina
¿Qué le damos de comer a los corderos
ahora que te has ido?
Su sabiduría les niega la leche de sus madres
para qué dolernos de su tristeza anticipada
Que mueran en la vergüenza de no haber sido
en su faz queda la sospecha
No hay voluntad, no hay vida
Benditos, pues no fueron engañados del deseo
mudaron sus voces al disgusto
no comerán los frutos
no partirán la ofrenda
han nacido libres
en su estupidez nos contemplan.
Plegaria a lo sublime
Construyamos un templo a la belleza
porque su perfección es gloriosa
y su crueldad nos escinde;
así, por el deseo y por su ausencia,
nos dolemos de la vana ilusión
arquetipo presentido.
Demos pues gracias a la belleza,
por ella somos hombres
y nos arrastramos en el humus
sin ella nos arrancamos los ojos
reflejo de la negación
obligados a ver sólo el símbolo engañoso
que nos amarga y nos confunde.
El curandero
Para Fabio
Latrodes, tras la ciega del árnica,
que suscita olores y adormece dolencias,
referirte he que,
como remedio prefiero,
un consejo cual ungüento;
a fin de que mis males alcancen
la paz en tus sabias palabras.
Pues amigo dones te sobran
con que sosegar mi espíritu.
De la paga, escasa satisfacción ofrezco
pues siendo crónico mi desperfecto
sólo fe, y en ello no hay ardid,
guardo en los bolsillos.
*La Cartonera La Cecilia presentará próximamente en Zacatecas el poemario Calvarios del ocaso, del cual les presentamos este fragmento. Mayra Melanie Macías Madero es poeta y actualmente estudia el Doctorado en Historia en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
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