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sábado, 18 mayo, 2024
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30 años de Vida Académica

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Este 15 de octubre cumplo con una de las mayores satisfacciones de mi vida: ser maestro universitario desde hace 30 años. Se escribe fácil pero ha sido un camino intenso y de mucho orgullo. En 1993, inicié con esta magnífica aventura de transmitir conocimientos a las presentes y futuras generaciones de abogados, lo cual, representa en mi consideración, una enorme responsabilidad pues no solamente se trata de cumplir con un horario o una determinada cátedra, constituye también una oportunidad única de inspirar a los alumnos y a las alumnas, de contribuir a la materialización de sus sueños; se traduce en la necesidad de hacerlos sentir el amor por la profesión, la más hermosa y apasionante del mundo. Ser Maestro, es una constante necesidad de actualizarse para estar acordes al tiempo y al espacio en dónde se desenvuelve la vida social y, hacer de cada sesión, un foro en el que las miradas me siguen hipnotizadas y atentas a mis narraciones, a mis opiniones e ideas, motivando siempre el diálogo y la interactuación de los intelectos. La Unidad Académica de Derecho de la UAZ, ha sido mi casa desde siempre, pues aquí estudié mi carrera en la que varios de mis maestros son ahora mis queridos compañeros de trabajo, mis colegas. Recuerdo con mucho cariño a los profesores que me dieron el primer impulso y que en su momento, también me inspiraron. Soy el resultado de ese universo de conocimientos, de estilos de enseñar, de distintas formas de pensar y de determinadas ideologías a las que hasta hoy, he sido siempre fiel. Agradezco siempre la fortuna de haber sido guíado y apoyado por ilustres universitarios como el Maestro José Antonio Valenzuela Ríos, mi querido compadre y mentor; qué decir de mi entrañable amigo y maestro Félix Basurto (QEPD) cuyas enseñanzas me acompañan hasta ahora o de mi estimado Maestro Cuauhtémoc Rodríguez Aguirre de quién sigo aprendiendo y con el que seguimos formando en activo, las siguientes camadas de docentes sobre las que descansará nuestra amada escuela. He sido muy afortunado y he venido de menos a más, hoy me siento pleno, con el conocimiento y la experiencia necesarios para contribuir a la formación de mis próximos colegas; me he esforzado en llevar siempre una buena relación con las alumnas y alumnos y, con mucho orgullo, tengo la satisfacción de encontrarlos en los distintos ámbitos profesionales en dónde se desenvuelven; nos saludamos, nos abrazamos con mucha fraternidad y aunque no lo digo de momento, me siento muy orgulloso de ellos y ellas; a muchos los he visto crecer y germinar como buenos elementos para nuestra sociedad, ahí es cuando considero que he cumplido mi tarea de formador de varias generaciones de Licenciados en Derecho. En mi carrera universitaria, he creado lazos familiares con mis queridos compañeros trabajadores, quienes son una parte importante para mí. También he llorado la partida de algunos amigos, como el lamentable deceso de mi querido hermano Jaime Santillán Rojas, con quien conviví más allá de las aulas y con el que corrí aventuras extraordinarias que continuamente añoro; te extraño mucho canijo Ministro. La Unidad Académica de Derecho, ha sido mi trinchera en la que he librado varias luchas sociales, mi espacio personal en el que me siento como pez en el agua; los salones de clase constituyen un escenario en el que me siento un rockstar, derrocho mis ideas, no me quedo con nada, fundamento mi dicho, provoco a los pupilos a investigar, los motivo a saludar y a mirar a todos por igual, los conmino a luchar por las causas sociales de los que menos tienen, los invito a formarse profesionalmente en las nuevas áreas del Derecho en las que pueden ejercer la investigación jurídica y consolidarse como verdaderos expertos. Sigo permanentemente los consejos de mi padre: siempre hacer amigos, ser el mejor y nunca bajar la guardia. Muchos de mis alumnos y alumnas son ahora mis amigos; he sido su confidente, lo cual agradezco y, sus secretos siguen guardados en mí hasta el final de mis días. Soy de la idea de que un Maestro tiene un compromiso social muy importante, sobre todo ahora que necesitamos como nunca de los valores, del amor a la Patria, de la moral, la ética y la justicia. Confío plenamente en que nuestro amado Zacatecas y nuestro querido México, transiten paulatinamente por el sendero de la Paz y la armonía, para lo cual, se requieren de abogados sensibles, bien preparados y coherentes en su ejercicio profesional, con nuestra realidad. En estos primeros 30 años de vida académica, agradezco al Gran Arquitecto del Universo, a mis padres, a mi familia, amigos y colegas; decir gracias a todos es insuficiente pero muy sincero y fraterno.

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