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lunes, 2 octubre, 2023
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Solidaridad de México y el golpe militar en Chile

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

Imagine, o recuerde, que un día, por razones de sus opiniones, objetivos y utopías tiene que correr sin el tiempo necesario para tomar nada. Huye con lo que trae puesto, pues su vida o su libertad corren peligro. Todo queda atrás, posesiones, familia, recuerdos, sueños, todo tiene que dejarse para poder sobrevivir y llegar a un lugar seguro, sin nada que ancle con el pasado.

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Nuevos paisajes, olores, sabores; sin nadie que le preceda, quizá otros que también huyen. El exilio es un salto al vacío. 

A raíz del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 que derrocó a Salvador Allende y la consiguiente instauración de la dictadura cívico-militar (1973-1990), fueron muchos los Estados de los cinco continentes que acogieron perseguidos políticos chilenos. Amnistía Internacional estimó que, para junio de 1974, alrededor de ciento cincuenta mil chilenos salieron del país por razones políticas —la mayoría militantes y simpatizantes de la Unidad Popular. 

El Gobierno de México fue, entre los gobiernos latinoamericanos, uno de los que desplegó una política de solidaridad notable con el exilio chileno de los años setenta. En este caso hubo, por una parte, razones históricas, políticas, culturales y académicas, y por otra, alianzas y relaciones personales que desempeñaron un papel determinante en ese apoyo que brindó México al exilio. 

Si bien es cierto que el refugio en México no fue masivo, las autoridades mexicanas refrendaron su tradicional política de asilo y protección a perseguidos por razones ideológicas.

La vida cultural mexicana, nutrida históricamente por los exiliados establecidos temporal o permanentemente en el país, representa una de las facetas del prisma de las migraciones de intelectuales y políticos a México.

Durante el sexenio del presidente Luis Echeverría se instalaron los migrantes políticos chilenos y se dispuso una política de acogida específica para ellos, que tuvo continuidad en los sexenios posteriores. La duración de la dictadura en Chile implicó que el exilio político transitara por cuatro sexenios presidenciales: Luis Echeverría Álvarez (1970-1976); José López Portillo (1976-1982); Miguel de La Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Si bien el sexenio de Echeverría fue la “época de oro” para los perseguidos políticos chilenos, éstos siguieron contando con el apoyo del régimen mexicano y, especialmente, del PRI. Este recibimiento y otros aspectos propios del estilo de gobierno de Echeverría han sido interpretados por algunos intelectuales, como el escritor José Agustín, como un deseo de emular lo que había sido la política de Estado del presidente Lázaro Cárdenas.

La tradición de asilo en el país comenzó en 1853, cuando firmó, junto con Colombia, un tratado de no extradición por delitos de políticos.

Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 se inician la emigración política más grande que ha tenido Chile en su historia y una potente solidaridad internacional con la causa chilena. La dimensión que alcanzó dicha solidaridad fue excepcional; no se había visto un despliegue de fuerzas tan amplio y diverso que incluyera a gobiernos, partidos, sindicatos, iglesias, organizaciones internacionales y sociedad civil. No hubo otros casos en que la solidaridad se extendiera a tantos países en todos los continentes. La pluralidad de escenarios políticos mundiales obligó al exilio chileno a adaptarse y comprender realidades tan complejas y diferentes como la de México.

No podemos dejar de lado celebrar que el pasado 29 de agosto la Corte Suprema chilena condenó en forma definitiva a siete exmilitares del Ejército como autores del secuestro calificado y homicidio calificado del cantautor Víctor Jara en la víspera de que se cumplan, el próximo 16 de septiembre, 50 años de su crimen a golpes y balas en Estadio Chile. El compositor fue asesinado con más de cinco mil partidarios del presidente Salvador Allende apresados por los militares y llevados al Estadio Chile -que hoy se llama Estadio Víctor Jara-.

Es tiempo de construir la justicia, es tiempo de la memoria, es tiempo de celebrar la hermandad entre nuestros pueblos.

¡Viva Chile!

¡Viva México!

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