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jueves, 25 abril, 2024
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Incroyable mais vrai (Increíble pero cierto), de Quentin Dupieux, en la Gala de la Berlinale

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Por: CARLOS BELMONTE GREY/ ENVIADO ESPECIAL •

“Una cosa, pero una cosa increíble. Pero una cosa de verdad increíble… les decimos. No, no hay que esperar al momento del café para que estemos todos tranquilos -le dice él a su pareja durante la cena con otra pareja, sus mejores amigos-. Es que de verdad es una cosa…

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Pero una cosa increíble…

¿No estamos siendo muy pesados?, es que es una cosa…

Igual lo van a tomar pesado…

Bueno, les decimos…

No, no aún no…

Bueno, es, es,…

Bueno ya, me he puesto un pito electrónico, listo. Ya está -por fin lo suelta-”.

Esta es la tercera secuencia de la nueva película de Quentin Dupieux Incroyable mais vrai (Increíble pero cierto) estelarizada por Alain Chabat y Léa Drucker.

En entrevista en una de las habitaciones del Hotel Marriot con el patrocinio de Unifrance, Dupieux comenta: “Escribo y realizo mis películas sin pensar en cómo lo va a recibir el espectador. Las hago para empujar más y más lo que se espera de un cine restringido. Lo hago pensando en qué actores quiero que hagan mis personajes. Lo hago para mí, pero sin ser egoísta”.

Dos locuras nuevas tiene esta premier de Dupieux.

Una está en la  modernidad de un pito electrónico que sustituye al verdadero, se instala y tiene la misma textura, sólo que este funciona las 24 horas del día todos los días del año y se controla desde el celular “duro, medio duro, blando, medio blando, y tres velocidades de potencia”, presume el contento poseedor, aunque confiesa el director: “yo no sé si me pondría uno. Yo, es que nunca he tenido necesidad. Siempre me ha funcionado. Digo, debe de ser difícil cuando a alguien ya no le funciona, pero a mí, sin problema”, comenta entre risas sentado al lado de Lea.

La segunda locura, la pareja que mantiene la naturalidad del pene ha comprado una casa para instalarse, pero ésta tiene una peculiaridad: en el sótano hay una guardilla, como un túnel, al entrar en él sales por lo alto del techo del primer piso de la casa “pero esperen -dice el vendedor inmobiliario a la pareja compradora-, esperen… les explico… agárrense bien… la cosa es sencilla… listos…, bueno -esta es la primera secuencia, y es con ese mismo suspenso alargante de la frase misteriosa-. Cuando entras en ese túnel sales arriba, pero 12 horas más tarde del día, pero sales rejuvenecido de tres días”.

La curiosidad de ella, entrar a perder 12 horas, pero ir tres días más joven. Ella quiere volver a sus 20. Cuántas veces hay que entrar para retroceder unos 20 o 30 años. Lea se confiesa, “sí que entraría, cuántas veces, pues no sé. Pero sí que lo haría si existiera algo así”.

Y sí, la película explota los estereotipos de género, él el macho viril feliz de su potencia incansable y ella obsesionada por la belleza exterior, por una piel sin arrugas, aunque por dentro de estés volviendo insecto.

Pero es que al final los estereotipos existen porque algo tienen de realidad.

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