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viernes, 19 abril, 2024
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Comentarios Libres Cuartelazo de la Ciudadela

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Con motivo de la celebración del 108 aniversario del histórico acontecimiento que aceleró la caída del Presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez, luego de una lucha por el Sufragio efectivo, no reelección, y habiendo transcurrido más de 2 años de inicio de la Revolución Mexicana, me permito expresar mis comentarios:

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Madero siendo ya jefe del Ejecutivo y una persona ingenua en materia política, y por consecuencia, sin malicia para distinguir a sus enemigos e imponer sobre ellos su autoridad, muchos de ellos aprovecharon tal situación: el sobrino de don Porfirio, el brigadier Félix Díaz, encabezó una asonada en Veracruz, el Presidente en lugar de fusilarlo, resolvió remitir el caso a los tribunales. En la prisión militar de Santiago de Tlatelolco encontraba el general Bernardo Reyes, a quien también Madero le había perdonado la vida. Ambos. Juntos con otros opositores al régimen, planeaban una conspiración.

El 9 de febrero de 1913, dio inicio lo que se conoce históricamente como “La Decena Trágica”, cuando se sublevó un grupo de generales porfiristas, encabezados por Bernardo Reyes quien murió en el intento por tomar el Palacio Nacional.

Cerca de las 3 de la mañana del 9 de febrero de 1913 una columna de 300 hombres, procedentes de los cuarteles de caballería y artillería en Tacubaya, se dirigió a la prisión de Santiago Tlatelolco. Los conducía el general Mondragón, quien liberó un par de horas después a Bernardo Reyes de su cautiverio. Enseguida los alcanzaron varias fuerzas más, para rescatar de la cárcel de Lecumberri a Félix Díaz. Sólo entonces el grueso del contingente militar, se perfila hacia Palacio Nacional, supuestamente usurpado ya por traidores insurrectos: los alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes.

Cerca de las 8:30 de la mañana, apareció de pronto una multitud desordenada: civiles armados, jinetes, soldados, oficiales de todos rangos y paisanos a pie que vitoreaban al aire. Eran los sublevados encabezados por Bernardo Reyes. Para entonces él sabía que la toma de Palacio Nacional, había sido frustrada por el gobierno legal. No le importó. Después de intercambiar con Lauro Villar algunas frases de sometimiento, que sólo acabaron por abultar a un sinnúmero de mirones, con pistola en mano, en su yegua “Lucero” arrancó a galope.. Disparó con destreza, hiriendo a de Villar, pero un intendente de apellido Basso, apuntaló una de las flamantes ametralladoras y acribilló al general. Luego, los reyistas se convirtieron en felicistas, y huyeron en desbandada hacia la fábrica de armas, mejor conocida como la Fortaleza de la Ciudadela. Pero la confusión y la incertidumbre, no sólo tomaron por sorpresa a los rebeldes, es fatídicamente Gustavo Madero, quien le aconseja a su hermano el ascenso del general Victoriano Huerta pretextando su experiencia y su rango militar, para que reemplazara sin contratiempos a Lauro del Villar herido en la refriega.

Los atrincherados en la Ciudadela, hostilizaron a la sociedad civil y causaron cientos de muertos. Victoriano Huerta, comandante de las fuerzas supuesta leales, se reunió en la sede diplomática de los Estados Unidos con Félix Díaz, hasta entonces jefe de la asonada, y ambos junto con el embajador Henry Lane Wilson, decidieron aprehender al Presidente Francisco I. Madero y al Vicepresidente José María Pino Suárez.

Cualesquiera que hayan sido los móviles de la rebelión, lo cierto es que en esos días se enfrentó la fuerza a la legitimidad, sin que la primera adujera en su favor ningún argumento sacado del derecho positivo.

En su inició el Cuartelazo de la Ciudadela como se llamó a aquella rebelión militar, no fue sino un reto a la legitimidad en nombre de valores sociales, que los autores del movimiento invocaban como superiores a la misma legalidad.. Por lo menos había franqueza y osadía en el planteamiento de la situación. A sus autores podía aplicarse la frase de Jhering : “el juicio acerca de ellos reside en su éxito, condenados ante el fórum del derecho apelan al Tribunal de la Historia”.

Pero después de varios días de lucha en la Capital de la República, el Jefe de las Fuerzas Leales al Gobierno, General Victoriano Huerta, traicionó al Presidente Madero junto con el Vicepresidente Pino Suárez; los defensores de la Ciudadela se unieron al traidor, mediante un pacto realizado en la Embajada de los Estados Unidos, llamado: “Pacto de la Embajada”, que fue firmado también por el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.

Para el día 19 de febrero del mismo año, el Congreso de la Unión, aceptó la renuncia de Madero y Pino Suárez, firmadas por ellos bajo coacción, y se nombró presidente interino a Pedro Lascuráin, quien nombró secretario de Gobernación a Huerta y renunció 45 minutos después, para que éste asumiera el poder Ejecutivo y diera apariencia de legalidad al golpe de Estado..

Las formalidades constitucionales se habían observados impecablemente. Ni Madero ni Pino Suárez tuvieron la entereza de eludir la complicidad en la traición, negando sus renuncias; ni la Cámara de Diputados, adicta a Madero tuvo la gallardía de rehusar su aprobación a las renuncias. Todos colaboraron a colocar el puente por donde el traidor ingresó a la legalidad., todos…

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