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lunes, 20 mayo, 2024
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El SPAUAZ en su laberinto. Los verdugos y los necios

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

El artículo 358 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), en su fracción I establece que: “Nadie puede ser obligado a formar o no parte de un sindicato, federación o confederación. Cualquier disposición que desvirtúe de algún modo esta disposición se tendrá por no puesta”. No hay necesidad de interpretar: el artículo es claro, no se debe obligar a nadie a darse de alta en un sindicato. Pero tampoco se debería dar de baja a persona alguna sin su expresa autorización. 

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Cuando la Dra. Jenny González Arenas, en su calidad de secretaria general del Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) exige “reafiliación” al sindicato para que los agremiados sean incluidos en el padrón de votación intenta, y quizá logra, expulsar del sindicato a todos los agremiados que se rehúsen a realizar ese proceso. ¿Por qué? Quizá la pregunta por la que se debe comenzar es ¿qué es la reafiliación? Lo primero que se debe decir es que, como concepto, constituye un contrasentido. Reafiliarse es “volver a afiliarse”. ¿Por qué razón alguien volvería a afiliarse a un sindicato? Bien, pues porque en algún momento por voluntad expresa se dio de baja. Si no lo hizo por propia decisión se viola el artículo 358 ya citado. 

Ahora bien, en el SPAUAZ aparece una bonita situación: los líderes sindicales dan de alta a los docentes al sindicato. ¿Cómo? una vez ingresados a la universidad el SPAUAZ les retiene la cuota, engorda la iguala y todos felices. En tanto los docentes no expresen su voluntad de salirse, aceptan de manera tácita la situación. Esto es violatorio del procedimiento establecido en los estatutos, pues ahí se manifiesta un proceso en dos pasos: el primero es que el solicitante exprese su voluntad de pertenecer al SPAUAZ mediante escrito dirigido al comité ejecutivo (artículo 5 fracción b), el segundo es la aceptación en Asamblea General (artículo 26 fracción l). Por esto resulta un equívoco que la secretaria general insista en colocar como requisito para integrar el padrón de votantes la reafiliación. Si están dados de baja, no hay manera de darlos de alta hasta que se reúna la Asamblea General con ese fin. 

Invocar la obligación de reportar las altas y bajas de miembros del SPAUAZ al Centro Federal de Conciliación y Registro es una aviesa distracción pues eso se hace con fines estadísticos, no de “democracia sindical”. Queda claro que si desde la secretaria general se predica un supuesto apego a la ley dejará fuera a todo mundo, pues el comité ejecutivo carece de facultades para aceptar nuevos miembros. Por otra parte, conculca los derechos sindicales de las personas pues en ningún momento, muchos de ellos, se dieron de baja. Los dio de baja una directiva sindical mal asesorada. O quizá pletórica de triquiñuelas: deja fuera a las personas, la mayoría no se queja y los que se quejan recibirán respuesta de los tribunales hasta que hayan pasado los procesos de democracia sindical, y por ende dado el golpe, ya se dio. ¿Cuál golpe? La reforma de los estatutos. 

Manipular el padrón de manera tan descarada sugiere la existencia de un temor: que pierda la propuesta que impulsa el grupo de la Dra. Jenny González Arenas. Desde algunas de las posiciones del comité ejecutivo, con los recursos de todos los sindicalizados, en tiempo que se les paga para gestionar los derechos laborales de todos, se promueve una única propuesta: la 1, la punitiva, la coercitiva, la sin razones. Es la propuesta que imita los modos y maneras del patrón, la que promueve una utopía bajamente policial en la que todos perderemos. Tiene, sin embargo, una virtud según sus creadores: permitirá instrumentar el sindicato como “ariete” de un grupo político al que poco interesan los derechos sindicales, pues se cansó de violentarlos. Y ahora violenta los procedimientos estatutarios de forma procaz porque le gana, a ese grupo, la desesperación. Incumple los requisitos formales de una Asamblea general para hacer creer a los agremiados que ya hubo dos citatorios a Asamblea y se puede pasar al plebiscito. Ignora a esos mismos agremiados al negarles el derecho a la manifestación y pregunta, desde la altanería: “¿No dejarán pasar?” 

La pregunta es otra: “¿romperá el paro, conculcará el derecho a la manifestación pacífica?” Y eso es lo que ha hecho: esquirolaje contra sus compañeros. Los sindicatos sobreviven, a pesar de la terrible realidad, por la promesa de la solidaridad, no son “patrones sustitutos” como creen algunos asesores del comité ejecutivo de la Dra. González. Son agrupaciones solidarias, de buena fe que buscan el bien de sus miembros. Para fiscalizar a los agremiados al SPAUAZ está el patrón, para perseguirlos se cuenta con la administración central, para obligarlos están los mil un y artilugios de los directores. ¿Se quiere construir otro patrón? En definitiva, esa es la peor de las propuestas, la 1, la menos imaginativa pues reitera los vicios de las peores y más truculentas agrupaciones sectarias de la izquierda paleolítica y la derecha cavernaria sin ninguna de sus virtudes. La democracia puede darse fin a sí misma, la gravedad de la situación presente está en que los agremiados al SPAUAZ pueden votar por sus verdugos.

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