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viernes, 29 marzo, 2024
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La vida no es muy seria…

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Gorbachev. Si alguna evidencia existe de que el cruel destino con algunas personas se ceba y les infringe malas jugadas, un caso ilustrativo por notable es el de Mijail Gorvachev. Quien fuera el ultimo gobernante de la URSS muerto hace unos días, tuvo una suerte y un desenlace contrario en la política y proyecto que pretendío con la mejor buena fe y la más plausible de las intenciones. Le ocurrió lo opuesto a lo que buscaba: Su preocupación era el futuro de un mejor planeta mediante la cooperación para terminar con la carrera armamentista y la amenaza nuclear, la búsqueda de la paz y el desarrollo económico comenzando por el de la URSS. Estos objetivos se alcanzarían partiendo de la reestructuración de la economía, pero también de la transparencia en la política soviética. Perestroica y glasnost. Dos procesos que eran parte de uno mismo y cuyo objetivo no era otro sino la transformación del socialismo como un sistema social viable y vivificante, más acorde a la realidad ante los retos de la globalización y preparado para afrontar los retos del siglo XXI. Gorbachev se propuso cooperar con los USA en primer término, “sobre la base de igualdad, mutua comprensión y reciprocidad” (en Gorbachev, Mijail, Perestroika. Nuevas ideas para mi país y el mundo, Ed. Diana, México, 1991, p. 10).

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En la conclusión de su libro, Gorbachev escribió: “Queremos que la libertad reine finalmente en todas las partes del mundo… Queremos competencia pacífica entre diferentes sistemas sociales para desarrollar y alentar la cooperación mutua, antes que las confrontaciones y la carrera armamentista”, Ibid. P.  369.

La ambiciosa reforma económica que buscaba la transformación del  basto  imperio  que era la URSS fracasó al toparse con las burocracias de las repúblicas, el conservadurismo y la férrea reacción de los plutócratas y de las mafias que se formaron al privatizarse algunos sectores de la economía que buscaba abrirse a los mercados, así como a los intereses de las élites políticas de las provincias al  lado de los impulsos libertarios e independentistas de las provincias que reclamaron la autonomía y soberanía encabezadas por los caudillos aprovechando la ventana abierta de posibilidades que les ofrecía la glasnost. Lo que a la postre vino a provocar el derrumbe de la URSS y el “fin del socialismo realmente existente”. Con la caída del muro de Berlín también se decretó el fin de la guerra fría. Fue entonces cuando Francis Fukuyama habló del fin de la historia, entendiendo por eso el triunfo irrefutable e irreversible del capitalismo sobre el socialismo. A partir de entonces el neoliberalismo y el mercado libre sentarían sus reales e impondrían sus condiciones. Sin embargo, el neoliberalismo ha comenzado a mostrar fisuras expresadas en los nacionalismos y experimentos populistas que en todos los continentes han surgido poniendo freno a los excesos neoliberales en término de la acumulación y concentración de capitales; optando por políticas redistributivas en favor de la sociedad, del pueblo.   

Con la desaparición de la Unión Soviética vendrían el fracaso de la perestroika y de la glasnost y con ellas también el fin del mandato de Gorvachev, un hombre bien intencionado cuyas consecuencias una vez que fue destituido fueron las contrarias a la utopía con la que soñó. Lo que él quería era fortalecer el sistema socialista modernizándolo y abriéndolo a la economía del mercado mundial en un clima de libertad y propició su caída. De igual forma, pretendió dar autonomía a las repúblicas en la búsqueda de un nuevo pacto político que fortaleciera a la Unión y ello llevo a su derrumbe. A la postre terminó fracasando. Las reformas desencadenaron dinámicas que propiciaron que la economía y la política se salieran de madre. Vinieron a dar muerte a un régimen ya setentón. Intentó trascender y dejar una trascendente impronta y acabó siendo un “héroe del fracaso”. Tras su caída y el derrumbe de la URSS, autocríticamente se quedó con la satisfacción de haber intentado transformar el mundo, lo logró, pero en el sentido contrario al que se había propuesto. Así ocurre con muchos casos en la historia, pues la “vida no es muy seria en sus cosas”.

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