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viernes, 11 julio, 2025
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Y, entonces, ¡coléricos…! [Sobre Balún-Canán, de Rosario Castellanos]

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Por: MIGUEL CANSINO ASSENS •

La Gualdra 676 / Literatura

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Leer Balún-Canán de Rosario Castellanos es un privilegio excepcional. Primero, porque esta novela es cumbre en su narrativa y accesible en la edición de las Obras, o en su versión individual, se reedita y llega a sus lectores, después de que se publicó por primera vez en 1957. Su circulación editorial, para nuestra fortuna, no se ha interrumpido; salió hace 68 años. Estos años tiene que se publicó en el primer centenario del nacimiento de su autora.

El discurso que encierra, lo analiza además de otras puntualizaciones con acierto, su estudiosa Adriana Pacheco: “La belleza de la narrativa, la descripción de la naturaleza y el paisaje, las tradiciones y costumbres milenarias”; los entremezcla recordando la niña de 7 años creciendo en un lugar como Comitán, Chiapas. Se impone como ejemplo de fidelidad la ciudad y la que encierra esa posible universalidad literaria. 

Rosario Alicia Castellanos Figueroa (1975-1974)
Rosario Alicia Castellanos Figueroa (1975-1974)

Para esta exploración de sus páginas, quiero participar, tengo en mis manos la edición del Fondo de Cultura Económica de 1957; un privilegio que ante un año como éste la considero una lectura excepcional. Hay que encontrar su esencia inmediata para oír con fuerza un eco perdurable que sucede desde la entrada inicial. Se vuelve un clarinete, un recordatorio, un ejercicio de exploración del lenguaje. Sucede la indagación del lenguaje como ejemplo de la historia de aquel pueblo. Es una profundidad por su idioma y sentir viva la palabra, su hablar y esa huella filosófica.

Hay que ir al párrafo de la primera entrada y sentir al unísono se vuelve memorable: “-… Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es el arca de la memoria. Desde aquel día, arden y se consumen con el leño en la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin rostro. Para que puedas venir tú y el que es menor que tú y les baste un soplo, solamente un soplo…”. He aquí esta síntesis para la invitación a la lectura, conocer las páginas de una novela que es cumbre en su realidad y su confirmación literaria desde la narrativa. Se vuelve ejemplar esta novela dentro de la obra de Rosario Castellanos.

La segunda parte tiene una entrada equidistante, la fugacidad de imágenes reiteran un estilo, pero deslumbrante. Antes de ir a ese párrafo por supuesto se puede hacer un alto y se vuelve una fuente maravillosa cuando la entrada señala que, esto es lo que se recuerda de aquellos días. La invitación a conocer su fuente por medio del Chilam-Balam y es como ingresamos al recuerdo y al tiempo aquél que ha quedado atrás. Quizás, lejano a nuestros ojos nos lleva a la cultura de los pueblos prehispánicos del México antiguo (y nos recuerda la revisión de Clavijero y otros). 

Balún-Canán, de Rosario Castellanos
Balún-Canán, de Rosario Castellanos

Por sus páginas hay que seguir su huella, su fuente de inspiración y nombrar por su plenitud la narrativa de esta escritora que no nació en Chiapas sino en la Ciudad de México, pero es eso sí, es la escritora más universal y cosmopolita de Comitán. “El viento del amanecer desgarra la neblina del llano. Suben, se dispersan los jirones rotos mientras, silenciosamente, va desnudándose la gran extensión que avanza en hierba húmeda, en árboles retorcidos y solos, hasta donde se yergue el torso de la montaña, hasta donde espejea el río Jataté”. Con esa fuerza sucede a la vista la realidad desde la casa grande y familiar que se sitúa en el centro del llano y sus muros encierran la fuerza y resisten el asalto del tiempo.

La tercera entrada: “Llegamos a Palo María en pocas horas. Pues hoy, los caminos están secos y todos viajamos a caballo. Mi padre ha espoleado el suyo hasta que le sangran los ijares. En la majada de la finca hozan los cerdos. Sobre el ocotero se acumula la ceniza de innumerables noches. ¡Desde qué distancia viene la aguda voz de los gallos, el rumor con el que trabajo se cumple en los jacales, en el campo! Todas las puertas, todas las ventanas de la casa grande están cerradas. Desmontamos frente al corredor y nos estamos allí, llamando, sin que nadie advierta nuestra presencia. Hasta que al cabo de un rato aparece un indio y se acerca a preguntarnos qué se nos ofrece”. Son plenos poderes aéreos su diálogo, su exploración y se vuelve un reflejo, un autorretrato de su infancia temprana, la definición de su acción poética. La interrogante: ¿Polo María es qué…? Un pueblo alejado de la zona urbana, o sugiere: es la ciudad inventada en su narrativa.

 

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