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martes, 23 abril, 2024
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Dice Antonio Villareal Álvarez cultivar el amor por el cine que le heredó su padre

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Por: Carlos García •

  • De esta afición, conformó una colección personal que suma alrededor de 10 mil DVD

Antonio Villarreal Álvarez ha cultivado el amor por el cine que le heredó su padre, quien en su natal Jalpa, incluso llegó a comprar un terreno cerca del local en que proyectaban las películas para poder llevar y traer a sus 11 hijos fácilmente.

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“De tal manera que él podía ir a casi todas las funciones que se daban en cualquier momento, que era una película diferente casi cada día, y pues, nosotros lo seguíamos”.

Para no batallar con los miembros de la familia que se quedaban dormidos en la sala de cine, “él nos cargaba de uno por uno para irnos a llevar a la casa”.

El resultado para Villarreal Álvarez de esta afición, entre otros destacables, es haber conformado una colección personal que suma alrededor de 10 mil DVD, de los que actualmente lleva clasificados apenas 10 por ciento; ahora en proceso de migración a la siguiente pauta tecnológica, del blue ray al 4K…y los formatos que vengan.

Actualmente ha montado una pequeña sala de cine para 25 personas que se encuentra en la parte superior de una Librería-Bazar

En recuento de décadas de relación sentimental e intelectual con el séptimo arte afirma en sustento de la cita de que “el cine es como la vida misma”, que le ha permitido “justamente eso, la posibilidad de vivir mil y un vidas”.

“Tú a veces te proyectas, vives emociones, te identificas con tal o cual personaje, dices: ¡ah, es que esto me sucedió a mí; pero bueno, no se desarrolló igual conmigo que en la película, pero qué padre hubiera sido…qué esto, qué lo otro!…”.

Cada función de cine es vivir nuevamente la experiencia del personaje en la pantalla o exponerse a nuevas situaciones a través de él, dijo.

Su filia fílmica ha sido asimismo, una de las vías que utilizó para darle cauce a otro interés vital, la divulgación científica, pues por más de 17 años proyectó películas de ciencia ficción en el cine club universitario para fomentarla.

Antonio Villarreal llegó a la ciudad de Zacatecas en 1974 a aprender que como estudiante tenía derecho a descuentos en las entradas al cine y que cuando esta condición no se cumplía se daban “portazos”.

 

Actualmente ha montado una pequeña sala de cine para 25 personas que se encuentra en la parte superior de una Librería-Bazar

Recuerda los rituales en el ahora estacionamiento, Cine Rex, pero también refiere las funciones de filmes europeos que ofrecía entonces el Cine Ilusión, actualmente propuesto como hotel.

“Era un cine que gozaba de mala fama pero sabiendo ubicar donde sentarte para que no te cayera nada de lo que te arrojaban los de arriba, todo estaba perfecto”.

Villarreal Álvarez trabajó para la Universidad Autónoma de Zacatecas durante 37 años, 35 de los cuales estuvo vinculado al Museo Universitario de Ciencias, siendo su primer coordinador.

Aunque el cine club universitario existía desde los años 70, antes de su intervención y en un primer momento a cargo de Gustavo Rivas, para luego guiado por Gerardo Ávalos, cuando éste dejó el encargo fue asumido por Antonio Villarreal, quien ya había realizado proyecciones especializadas en cine de ciencia ficción para apoyar la tarea de divulgación científica del museo.

Lo que estaba en boga cuando surgió el Museo de Ciencias de la UAZ a principios de los años 80, era la modalidad interactiva de estos espacios, pero ante la limitación económica de la Casa de Estudios, la opción fueron las proyecciones de cine comentadas, como medio para atraer al público infantil y juvenil.

Villarreal Álvarez tiene una colección personal de 10 mil DVD, de los que actualmente lleva clasificados apenas 10 por ciento n fotos: odín salinas

“Pensamos que se podía divulgar la ciencia a través del cine. Entonces comenzamos con los ciclos de cine de ciencia ficción”.

Se acompañaban con demostraciones utilizando los aparatos resguardados en el museo para reproducir experimentos científicos que demostraran principios de la física clásica, posteriormente los ciclos conferencias, y por último, talleres de física recreativa.

El género de ciencia ficción que fue en el que se fundamentó esta labor propone muchos temas, que se abordaban a veces puntualizando por qué eran fantasía, o bien, si las leyes de la física sustentaban su posibilidad a futuro.

“Los viajes del tiempo…sabemos que viajamos en el tiempo, estamos yendo del presente al futuro, sin embargo un viaje de retroceso no es posible hasta ahora”.

El tema, al que recurren mucho las películas, es tan socorrido como la posibilidad de la vida extraterrestre o los súper poderes que se adjudican a algunos personajes de cómic; una arista que abordará próximamente en la versión para TV del programa Con-ciencia de Radio Zacatecas.

Ahora, fuera de la UAZ, trámite que ha concretado recientemente tras 37 años de labor, Antonio Villarreal ha montado una pequeña sala de cine para 25 personas que se encuentra en la parte superior de una Librería-Bazar que adquirió en la calle Matamoros 113 en el Centro Histórico de la capital del estado.

“Entonces voy a fundar mi propio cine club”.

El lugar se ha ocupado también para montar obras de teatro, y recientemente, ofrecer una lectura de cuentos eróticos.

Está organizando asimismo un curso de verano de apreciación del cine que se realizará en su librería.

Villarreal Álvarez habló de esas películas que marcan y se convierten en favoritas por lograr la magia de hacerse uno con sus protagonistas o la historia.

Eso es para él El gallo de oro en su primera versión, estelarizada por Lucha Villa y Narciso Busquets.

“Yo jamás he sido gallero, jamás he sido jugador de cartas. No he vivido ninguna de esas experiencias, sin embargo, me impactó”.

No así la propuesta que dirigió Arturo Ripstein, más apegada al guión escrito por Juan Rulfo.

“Aquélla es como mas endulcorada y esta segunda versión es más cruel; es la misma historia contada de manera diferente, sin embargo, con esta no logre esa empatía”.

El gallo de oro es sólo una de las películas que puede seguir viendo una y otra vez. “Igual te pasa con un libro”, que pueden leerse una sola vez y otros “que lees periódicamente”.

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