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jueves, 2 mayo, 2024
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La derecha corrupta pretende mandar al presidente “a la chingada”

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Entre más lo intenta, más lo ancla en el corazón de la mayoría de los mexicanos. Y, seguro que mañana domingo 10 de abril del 2022; a pesar de las muchas trampas del INE, el bombardeo de la mayoría de los monopolios de la comunicación y de los ataques de la oposición, se dejará constancia de que la derecha corrupta sigue una estrategia equivocada.

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Pero… ¿Dónde queda “la chingada”? Es una propiedad, a la entrada de Palenque, en un lugar selvático. Mide poco más de 13 mil metros cuadrados, apenas rebasa la magnitud de una hectárea y le fue heredada por su padre en el año 2000. Ahí pretende, nuestro presidente, vivir en los años posteriores a su ejercicio presidencial. De hecho, antes de las elecciones del 2018, que lo llevó a la Presidencia de la República, López Obrador dijo que había dos opciones: irse a Palacio Nacional o irse a “a la chingada” y pronosticó que sería a Palacio Nacional, como así sucedió por decisión democrática del pueblo mexicano.

Ahora la derecha corrupta tiene la oportunidad legal e histórica de mandar a nuestro presidente “a la chingada”. Ganas le sobra, pues ya no les exenta del pago de impuestos, ya no les inyecta recursos de la hacienda pública a sus negocios privados, ya no les permite el tráfico de influencias que ejercían en distintos niveles del Gobierno Federal que les permitió monopolizar el otorgamiento de servicios, como el de ser los únicos en abastecer de medicamentos a sobreprecios, dotar a hospitales de agua destilada para tratar a los niños con cáncer, apropiarse de todo tipo de negocios que eran sostenidos por la hacienda pública pero que ellos exprimían como ganancias y muchas otras cosas más.

A muchos les parece ilógico, aunque no lo es, que esa misma derecha que tanto detesta al presidente, y vomita amargamente su mañanera, sea también opositora al proceso legal y democrático que les permitiría deshacerse de él.

Por una parte, cometen el error de ser opositores, por sistema, a todo lo que diga o haga. Asumen una postura fanática, en la que no hay argumento alguno que les abra los ojos, ni siquiera sus propias contradicciones, porque inducen a no pensar, a descontextualizar, a tergiversar y alevosamente a mentir.

Si el presidente asegura que la consulta de revocación de mandato será un proceso de democracia directa, ellos alegan que se trata de una imposición. Si AMLO dice que si la mayoría del pueblo está inconforme renuncia, ellos inventan que pretende traspasar los 6 años y convertirse en un dictador. Si no quiere darle más dinero al INE porque tiene recursos suficientes, critican que el presidente pretende tirar el dinero, y así por el estilo.

Por otro lado, la derecha está tan desprestigiada por lo que hacía con los gobiernos neoliberales, y de su vergonzosa alianza con los extranjeros para saquear al país, que sabe que la mayoría no está con ella. Más si le sumamos la sarta de mentiras que han creado para atacar al presidente y el bloqueo a muchas acciones de gobierno que benefician al pueblo mexicano y que, además, las han perdido.

Aún más, la derecha corrupta está en contra de la consulta porque saben que el presidente sacará una gran mayoría a su favor, se verán arrinconados y exhibida como opositora sin respaldo ciudadano.

También están en contra porque, en el caso de retornar al poder presidencial, no les gustaría encontrarse con una consulta ciudadana legal y democrática porque fácilmente perderían la presidencia, pues el pueblo aprende muy rápido a usar los instrumentos de revocación de mandato y ellos retornarían para volver a sus tradicionales costumbres de mentir, robar y traicionar a la patria.

Marionetas como Lily Téllez, Loret de Mola, Brozo, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, las señoras Denisse, Carmen Aristegui o políticos como Diego Fernández de Cevallos, los llamados “chuchos”, priístas actualmente encumbrados, entre otros, han creado una efervescencia de una falsa crítica, en la que ocultan sus prácticas, que no soportarán en el futuro la arremetida que les pueda hacer el pueblo mexicano como probables gobernantes.

En un gobierno de derecha corrupta, como la que tuvimos con Salinas, Zedillo, Fox, Calderón o Peña, no ocuparemos descontextualizar, distorsionar o mentir para exhibir sus excesos, su corrupción o complicidades con grandes empresas extranjeras neocolonizantes. Será suficiente con decir la verdad.

Por eso, está muy claro: la derecha camina derrota tras derrota. Y nuestro presidente es tal, justamente porque representa genuinamente la necesidad de grandes cambios nacionales. Profundizar la transformación social es tarea de la mayoría de los mexicanos, porque no tenemos un mesías. Sólo un líder representativo de las necesidades de cambios urgentes que fueron gestados por el cansancio de las políticas neoliberales.

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