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viernes, 26 abril, 2024
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■ Alba de Papel Festivales en tiempos de crisis

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Con un formato uniforme desde 1987, un presupuesto que con probabilidad se gestiona a discreción hasta el último momento, el Festival Cultural Zacatecas 2019, se realiza de nueva cuenta, a tambor batiente ante la expectación creciente del público que lo espera, presto al ejercicio gozoso de la diversidad, pero que en pos de fortalecerlo, sugiere un estudio de su gestión, su financiamiento y su descentralización hacia los municipios.

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Bajo el título “Cultura y tecnología, expresiones del desarrollo y creatividad”, del 13 al 27 de abril, el Festival ofrecerá una muestra artística y científica, entre espectáculos, talleres, cine, exposiciones, conferencias y actividades científicas que incluyen los espacios tradicionales, más la infraestructura del Consejo Zacatecano de Ciencia y Tecnología, en un esfuerzo conjunto que intentará posicionar la transversalidad de la cultura

Escribir sobre la creación del Festival Cultural de Zacatecas, implica hacer una necesaria revisión del cruce entre poder político y cultura, que aun cuando para muchos son entelequias diferentes que por sí mismas siguen su propia evolución y que persiguen por decirlo de algún modo “un destino común” en la procuración del bienestar público, el abatimiento de la desigualdad y la pobreza a través de la convivencia social, en donde la cultura –como modo de ser y estar-, sea nuestra raíz común para afrontar los desafíos de la vida moderna.

El enfoque de este texto va encaminado a la meditación de que si el conjunto de conocimientos y saberes de lo que somos, define el carácter de la identidad, la memoria histórica y el patrimonio, entonces la cultura es verídicamente el hilo que nos conecta y nos plantea paradigmas que pueden transformarse en ventajas competitivas en cualquiera región o territorio, para activar su desarrollo integral.

El nacimiento del Festival cultural constituye una evidencia de esto: una política que quiso desarrollar una serie de estrategias para cambiar la vida social de Zacatecas, en donde el aparato gubernamental se vio obligado a diseñar un conjunto de intervenciones con el apoyo de otras instituciones civiles y grupos organizados de la sociedad para lograrlo y que permitiera fincar nuevas experiencias para sus habitantes.

E Festival como ejercicio de la cultura impone enorme desafíos a todos aquellos agentes y actores que desde lo público y lo privado, la práctica formal y las asociaciones civiles independientes, han participado activamente en su desarrollo y han contribuido a su democratización, por lo que en este sentido, sería conveniente a la par de su ejecución, aplicar encuestas para establecer indicadores concretos que superen la subjetividad de que si Plaza de Armas está pletórico, el éxito está asegurado, dejando a la deriva teatros, plazas, corredores, museos, siendo conveniente replantear las recomendaciones del INAH, el Obispado y la reconfiguración de Seguridad Pública.

Sin un marco legal que lo preserve, sin diagnóstico y sin una política clara de su gestión, año tras año, enfrenta los avatares de su financiación y en un ámbito de constante austeridad de “hacer más con menos dinero”, los equipos responsables de su consecución llevan a cabo una práctica de tensión en la negociación, procurando un balance en su contenido temático, que sin reglas claras de su constitución, genera un enorme desgaste en sus operativos.

Desde su inicio, el Festival ha impulsado que la ciudad sea la protagonista de un proyecto de modernización en el que se han construido nuevos paradigmas que le han apostado al futuro en materia de cultura y turismo, premisa que da lugar a lo que la sociedad debiera reflexionar en razón del Zacatecas que es y el Zacatecas que aspira llegar a ser.

La antesala de este proceso, lo promovió el Gobernador José Guadalupe Cervantes Corona (1980 – 1986), que removió con fuerza una realidad distinta, al letargo agónico y silencioso que por años sometió no sólo a la Capital sino al estado entero. Con este gobierno, brotó una nueva percepción de la gente, respecto a su identidad, su historia, su linaje y su futuro: nacía una nueva ciudad con una gran personalidad y un espíritu impetuoso que daría pie a su transformación cultural.

Por primera vez en muchos años, ante el crecimiento de proyectos regionales, caminos, carreteras; nuevas estructuras y beneficios para la población rural y urbana, Zacatecas pudo ver su propio rostro, resignificó una nueva dimensión social que ha sido parte esencial del andamiaje cultural y la grandeza de este Estado a través de su gente, la que vive en él y la que emigró a los EUA.

En 1986, asumió la gubernatura, Genaro Borrego Estrada, quien dispuso la creación del Instituto Zacatecano de Cultura, y un año después lanzó la consigna de lo que sería primero la semana cultural y luego festival cultural en semana santa, una decisión política clave que detonaría en una significativa andadura cultural y turística, que sigue arrojando con preocupación una fuerte centralización en la Capital y un paulatino abandono de la descentralización municipal.

En definitiva muchos esfuerzos en medio de una crisis que no termina, mientras tanto, que inicie la fiesta de la orgullosa identidad zacatecana.

Ánimo y fortaleza para todos. ■

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