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viernes, 26 abril, 2024
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Incongruencia, caducidad, dogmatismo

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En su “Walter Benjamin. A Critical Life” (Belknap-Harvard, 2014), Howard Eiland y Michael W. Jennings escriben, en la página 660: “Benjamin estaba convencido que la auténtica escritura de la historia es una aventura peligrosa, repleta de riesgos, en contraste con el convencional enfoque histórico de Ranke. Este pretende, a través de la empatía intelectual, comprender el pasado “como fue realmente”. De fondo esta es una empatía con una única cosa: la victoria”. Este comentario es alusivo a la VII tesis sobre la filosofía de la historia de Benjamin. Para el historiador materialista todo “documento de la cultura es, a la vez, un documento de la barbarie”, como concluye la citada VII tesis. Narrar cualquier acontecimiento del pasado entraña tomar postura en el presente, por eso es peligroso tratar de ser un “historiador materialista” en el sentido benjaminiano. Mejor consejo es escribir del pasado desde el gusto de los poderosos del presente. De nuevo, si se narra la historia del SPAUAZ se encuentra la completa ausencia de responsabilidad hacia los agremiados. Cualquiera que analice los documentos encontrará lo que vio el ángel de Klee en la parábola de la IX tesis acerca del concepto de historia: “Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y se las va arrojando a los pies”. Un secretario general tras otro viola los estatutos y se acumulan derrota tras derrota. Se pierde la nivelación por antigüedad, no hay ya más jubilación dinámica, se ingresa al ISSSTE, se pasa de 25 a 30 años de servicio para aplicar la jubilación de todos aquellos cuya jubilación depende, en parte, del presupuesto universitario. Se desvanecen, por acuerdo con el gobierno federal, las plazas de jubilados, difuntos y rescindidos, así como se cancelan las nivelaciones a asociado B y titular A. No hay ya promociones de categoría. La afiliación al SPAUAZ la realiza el patrón en complicidad con los secretarios general, así que violentan, y no de ahora, la Ley Federal del Trabajo. Nadie, desde los integrantes del comité ejecutivo hasta los delegados sindicales, cumplen con las diversas obligaciones estatutarias. Para los miembros del SPAUAZ el sindicato se reduce a la Fundación donde solicitan prestamos, y la vida sindical se reduce a la indiferencia. Año tras año se acepta el ofrecimiento de la rectoría en un plebiscito que muy apenas alcanza la mayoría necesaria. Por otra parte, la realización de ese plebiscito violenta las normas del Estatuto. De acuerdo a la normatividad vigente, artículos 27, 28, 29 el plebiscito es “sumario de delegaciones”, se deben llevar las urnas a cada delegación para que se emita el voto. Algún secretario general decidió cambiarlo sin consultar a los sindicalizados, lo que comporta una violación al estatuto, porque todo cambio a estos es atribución de la Asamblea General (artículo 26-b. Aquí opera una práctica común: se modifican, en los hechos, los procedimientos por razones nebulosas, o sin razones de por medio, pero no queda rastro documental. No se modifican los estatutos, formalmente nada cambia, pero en la práctica cotidiana nada es como estipula la norma. ¿Beneficia esto a los agremiados? No, sólo a los detentores del poder. Los agremiados asienten, no critican y aceptan vivir en un “estado de excepción”. ¿Cómo y por qué tienen lugar esas modificaciones? Surgen de las diferentes alianzas y reconfiguración de estas que tienen lugar en el espacio de los grupos políticos universitarios. Desde ese lugar se determina que acciones les resultan beneficiosas o dañinas para su continua reproducción. Por eso los secretarios generales, comités ejecutivos, delegados o sindicalizados, pueden omitir cumplir los estatutos con plena impunidad. O bien, también desde ahí se decide cuándo las acciones de algún funcionario sindical merecen la más dura de las reprimendas. Sostiene Benjamin en su VIII tesis: “el asombro porque las cosas que estamos viviendo “aún” sean posibles en el siglo XX no es filosófico. Y no está en el inicio de ningún tipo de conocimiento, salvo de que la idea de historia de la que deriva es completamente insostenible”. Hay todavía los que se dicen sorprendidos cuando un secretario general firma un convenio de desistimiento sin consultar a la Asamblea General. Se desgarran las vestiduras y dicen: “esto es muy grave, una crisis sin precedentes”. Pero nunca se sorprendieron cuando otros levantaron huelgas a las 4 de la mañana, cambiaban el contrato colectivo desde la Coordinadora de Delegados, modificaban el contrato en contubernio con la rectoría, cogían el dinero del SPAUAZ para fines desconocidos. Ahí recurrían a las “circunstancias atenuantes” o a historias inventadas, ad hoc. Esto genera la impresión que los movimientos surgidos en “defensa de la legalidad” sean incongruentes porque exigen de otros lo que para ellos omiten, estrechos de miras ya que siempre fijan objetivos muy limitados, e. g. castigar a alguien y no, por ejemplo, a todos lo que han incurrido en los mismos “delitos” y muy dogmáticos porque acallan, a veces a gritos, cualquier crítica. Sin embargo, son incongruentes, dogmáticos y estrechos de miras porque responden a consignas de grupos políticos. Si acaso tiene solución la problemática del SPAUAZ, el camino no es quitar un capataz para colocar otro.

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