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miércoles, 24 abril, 2024
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Día Internacional Contra la Corrupción

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 9 de Diciembre como el Día Internacional contra la Corrupción; en dicha fecha se pretende crear conciencia global sobre las consecuencias de este fenómeno social que pone en riesgo el cumplimiento de varios Derechos Humanos Fundamentales inherentes al desarrollo, la salud, el ambiente, la alimentación, la educación, la vivienda, la igualdad, la no discriminación, entre otras importantes prerrogativas. La corrupción está tan arraigada entre un importante sector de la población, que han hecho de esta conducta antijurídica, un proyecto de vida, que incluso, se transmite de padres a hijos como si se tratara de un proceder honorable, pues muchos patrimonios familiares se han edificado no con esfuerzo, méritos y dedicación, sino por haber ejercido, impunemente, la corrupción. De acuerdo con la ONU, el objetivo de este día es promover mensajes, campañas y acciones que resalten la importancia de prevenir y luchar contra la corrupción a nivel internacional, así como también difundir el valioso papel de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción en este proceso. Para el organismo internacional la corrupción impide el crecimiento económico al elevar los costos y socava la gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales; de igual forma, agrava la pobreza e incrementa la desigualdad, al desviar fondos de la atención de la salud, la educación y otros servicios esenciales. También se pone énfasis en que la corrupción invade el mundo del deporte, los negocios y los procesos de adquisiciones públicas. Una de las estrategias que en el ámbito mundial se reconocen, es el llamado a la acción lanzado por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas y sus asociados, que promueven entre las empresas y los gobiernos, una transparencia efectiva en los procesos de adquisiciones. En este contexto, la corrupción, desde mi punto de vista, nace y se desarrolla principalmente en la Administración Pública y se extiende hacia los rincones más oscuros donde está presente la actividad humana. Visualizo a la pobreza y a la ausencia de valores como las madres de la corrupción y, lamentablemente, en nuestro ámbito social pululan múltiples mensajes subliminales de los beneficios de la corrupción que se envían por cientos. El dinero fácil y las bondades inmediatas de la corrupción son predicadas con los malos ejemplos de quienes han tenido la oportunidad de contribuir a la superación de los grandes retos económicos, sociales, culturales y ambientales de la población y que, con el propósito de satisfacer sus propias necesidades, se olvidan, o son indiferentes, al dolor, y a las necesidades de la gente. En este sentido, el próximo 9 de diciembre, la ONU motiva la erradicación de conductas humanas que anclan el desarrollo, la paz y la seguridad de los pueblos. En el ámbito global se dice que cada año se paga un billón de dólares en sobornos y se calcula que se roban 2.6 billones de dólares anuales a través de la corrupción, lo cual representa más del 5% del producto interno bruto mundial. Lo anterior se complica tratándose de países en desarrollo, donde la cantidad de dinero que se pierde representa diez veces más a los recursos destinados a la asistencia oficial para el desarrollo. Así las cosas, tenemos que, de acuerdo con Claudio Lomnitz, la palabra corrupción deriva del latín corrompere, que significa romper juntos y, efectivamente, los que cometen corrupción han quebrado  conjuntamente, con las aspiraciones de la población, de una posible mejora en su calidad de vida, por lo que podemos comprender a la corrupción desde una categoría moral cuyo significado se asemeja a los conceptos de alteración y  putrefacción; incluso, diversos analistas han utilizado el término para describir aspectos de la vida moderna que ellos encuentran repugnantes. En sentido estricto, algunos estudiosos relacionan a la corrupción directamente con el mal uso de la función pública para obtener beneficios particulares, generalmente infringiendo las leyes. De igual forma, Stephen D. Morris define a la corrupción como el uso ilegítimo del poder público para el beneficio privado, o bien, como todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental como consecuencia de consideraciones de beneficio personal o político. Así las cosas y desde el ámbito en que se quiera analizar, la corrupción es un delito que afecta las fibras más sensibles del tejido social y luchar contra ella requiere de profesionistas, leyes e instituciones fuertes, autónomas y de mucha credibilidad; su encomienda se antoja titánica y casi imposible, lo cual no significa que no se deba persistir para abatir este gran reto humano, generado por los humanos y heredado por generaciones.

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