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viernes, 26 abril, 2024
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¿Es la censura una solución al machismo?

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Por: MALIYEL BEVERIDO •

La Gualdra 356 / Opinión

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Hace unos días, mientras viajaba por carretera en mi auto iba escuchando una emisión radiofónica sobre son huasteco, cuando pusieron El pijul, que dice “Preso me llevan a mí, preso por ningún delito. Por una pitaya verde, por una pitaya verde, que picó mi pajarito”. Me pareció clara la alusión sexual, que incluso puede aunarse a un abuso infantil.

Según las diferentes fuentes las cifras varían, pero se puede decir a grandes rasgos que entre 2001 y 2010 hubo en México 15 mil feminicidios, que éstos (o su denuncia) aumentaron 40% de 2010 a la fecha, y que actualmente se cometen alrededor de 6 feminicidios por día [cmujer.com.mx/feminicidios-mexico-cifra-va-aumento]. Esta terrible dolencia social parece imparable y en ello juega ciertamente su normalización, la idea de que así es la naturaleza del hombre. Sin embargo ¿cómo tratar el asunto retrospectivamente?

Mucho se ha escrito sobre la tendencia marcadamente machista y misógina del reggaetón. No hay duda que sus letras son bastante explícitas en cuanto denigrar a las mujeres. Pero no sólo el reggaetón es machista, muchas tradiciones contienen abuso y violencia.

En 2017 el grupo Café Tacvba dijo que ya no tocaría más uno de sus más celebrados éxitos, La Ingrata, al ser calificado su contenido como violencia de género.

En un principio, cuestionados por un diario argentino acerca de la contradicción entre su compromiso con la equidad de género y la letra de esa canción (que dice, entre otras cosas “Pues si puedo hacerte daño, sólo falta que yo quiera lastimarte y humillarte…”) los integrantes de la banda refirieron que se habían inspirado en los corridos norteños dándole un toque de humor, y que era una lectura incorrecta pensar que promovía la violencia. Un poco más tarde anunciaron que sacarían la rola de su repertorio.

Bienvenido este acceso de conciencia, pero yo pregunto genuinamente ¿qué vamos a hacer con toda la música tradicional que hace desde veladas alusiones hasta representaciones explícitas de violencia de género? ¿Las vamos a etiquetar con una advertencia como los empaques de cigarrillos?

En distintos países se han prohibido libros por razones diversas, generalmente políticas, pero llama la atención que en los Estados Unidos muchos libros infantiles han sido censurados o se exige ahora que figure en su empaque una advertencia. Como ejemplo cito algunos títulos del escritor norteamericano Roald Dahl y los rasgos que se le reprochan: Charlie y la fábrica de chocolate, porque invitaba a desobedecer (a los adultos); James y el durazno gigante, por incluir la palabra “trasero”; y Las Brujas, porque derivaba que todas las mujeres eran brujas. En este tenor, hay quienes han sugerido ya que se retiren todos los cuentos de princesas de las bibliotecas infantiles, porque son ejemplo de sumisión e invitan a la pasividad.

Otras disciplinas, como la pintura y la escultura, han sido en distintos momentos desaprobadas por su contenido. ¿También se van a retirar de los museos las obras que contienen violencia de género?

¿Es la censura una solución al machismo? Las canciones tradicionales con alusiones sexistas ¿las vamos a suprimir, a modificar o a etiquetar?

Si convenimos en que la letra de las canciones tradicionales constituye una parte importante de la literatura oral, para ser políticamente correctos, socialmente aceptados, equitativamente incluyentes, etc., tendríamos que eliminar textos y temas probablemente desde Homero hasta los mitos fundacionales mesoamericanos. ¿Cambiaríamos con ello la realidad existente? Es materia de reflexión.

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