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jueves, 25 abril, 2024
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Morena perderá las elecciones (primera parte)

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Por: Mauro González Luna •

El México consciente grita desolado con fosas, tumbas y más de 220 mil muertes de Covid con base en datos recientes del Inegi, muchas evitables; con caída del PIB del 8.5 %, la peor desde 1932, evitable en mucho de haber habido estrategia responsable; con una desigualdad brutal que tiene a millones de hogares sin agua ni leche en plena pandemia, solo con mendrugos si acaso.

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La nación a la deriva, hundiéndose, con su alma desterrada por las oclocracias o gobiernos de la ignorancia. Ignoran cómo salvarla porque su interés está en otra cosa, fingen tener el control de la situación, con los medios masivos de comunicación en mayoría, muy entretenidos junto a los bots, haciendo eco de tal ficción. En tanto la realidad se estremece aparte, silenciada, salvo por bocas libres que le prestan voz como Proceso y moneros demoledores -Magú, Camacho entre otros-.

Pero grita un ¡ya basta! ese México consciente, y busca salidas y consejo sabio. Oráculo es palabra de los dioses comunicada a través de ancianos, poetas, sibilas. Es respuesta a consultas sobre destinos humanos. Uno de ellos vaticina a Layo las tragedias que vivirá su hijo recién nacido, Edipo. También las Parcas anticipan y tejen porvenires.

En el mundo judeo-cristiano, la palabra del anciano Simeón profetiza a María que una espada le atravesará el alma, y que el Hijo que lleva en brazos, “puesto está para caída y levantamiento de muchos y para señal de contradicción…”. Puesto está para arrancar la careta de los rostros en palabras de Fulton J. Sheen.

Poemas de Guadalupe Grande, sibila que hace días partió en velero de mástiles que se alzan altivos, anticiparon la hecatombe humeante del Covid. Deslizo algunas de sus líneas:

Es tiempo de la cosecha del humo.

Ha llegado el momento de trasegar con la ceniza…,

y repartir esta ausencia que nos queda entre las manos.

Es un epitafio el rostro de los días

Es difícil seguir vivos

aún más triste abandonar la casa de las palomas ciegas

donde dejamos la caja fuerte de las pérdidas

Millones abren sus oídos a horóscopos redactados en oficinas y a demagogia. Por fortuna, un grupo de ciudadanos decidió acudir a la sabiduría de Delfos para consultar sobre acontecimientos políticos venideros en México: elecciones trascendentes.

Un poeta comunicó a dichos ciudadanos el oráculo: lo que toca Morena, ya entumida, ensimismada y sorda, se esfuma, empobrece o queda hecho remedo; pronto, ella arqueología.

Y, después de comunicarlo el poeta, a petición de los ciudadanos, lo interpretó, y dijo:

Morena, partido-gobierno marchito en poco tiempo y que marchita casi todo, deberá perder las elecciones. No corrige o mejora las cosas, sino desaparece lo tocado ya sea de inmediato o lentamente, lo empobrece, desfigura o sustituye con remedos; es contrafigura de aquel reino de Midas que lo que tocaba engrandecía en oro.

Lo que toca Morena es transformado en cobre o nada, salvo una que otra excepción. Además, la inequidad electoral que tanto criticó Morena cuando oposición, hoy la defiende con ahínco.

Es lamentable, aún para no simpatizantes, lo que le pasó a Morena, porque decepcionó, frustró esperanzas de muchas personas de buena voluntad. A sus integrantes se les ha de considerar con respeto en tanto personas. A sus acciones partidistas se les ha de someter a la crítica por ser reprobables, contrarias a justicia y Bien Común.

Tocó el rostro único de cada persona, mexicano y mexicana, y lo desvaloró. El voto que mereció ya no lo merece por tanta ineptitud en el arte de gobernar, con la excepción de la capacidad de un par de legisladores y funcionarios, y de los que ya renunciaron: Carlos Urzúa, Víctor Toledo… Se le rogó por muchos que rectificara; ha sido inútil, imperó la soberbia, y sigue imperando. En la balanza, la pesada carga de negativos levanta muy alto el platillo con algún positivo.

Todo gira perturbadoramente en torno al Estado unipersonal, cuando debiera gravitar en torno a la nación, al pueblo. En buena filosofía política, el pueblo está por encima del Estado. Éste es solo una parte del cuerpo político, un medio para servirlo. Lo esencial es la nación, el pueblo. Lo fundamental es lo que a éste le suceda. Morena repudia esa verdad y encarna un narcisismo atravesado de iniquidad, y no una esperanza.

Cortesanos e intelectuales afines se desviven por maquillar la letanía de descalabros. Cada ciudadano común, empequeñecido; pero hay un ¡ya basta! del pueblo que se funda no en el número de turbamulta, sino en la verdad inapelable de los hechos.

Morena tocó la palabra y la devaluó al hacerla instrumento de falsedad, división y encono. Tocó la gloría y la ensombreció. Tocó el derecho y lo arrumbó. Tocó el heredado fondo para emergencias de miles de millones y desapareció en un 75%, buena parte del mismo antes de la pandemia. Toca la libertad de expresión, y amenaza con “regularla” para “garantizarla”.

Toca apenas la violencia, y se reaviva con brutalidad extrema ante su impasibilidad. Tocó el medio ambiente, y lo afectó con promoción de energías sucias y caras en contra del sentido común.

Tocó el sistema de salud, y lo destruyó con insensibilidad insólita, en lugar de corregir sus limitaciones; y un Consejo de Salubridad General, ausente, violándose la Constitución.

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