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viernes, 3 mayo, 2024
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Editorial Gualdreño 597

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Tengo 36 años viviendo en la ciudad de Zacatecas y muy pocas veces he visto la cantidad de personas que durante los días pasados se reunió en el centro de la ciudad, a propósito de la celebración del Día de Muertos. Recuerdo ahora ocasiones anteriores en las que la gente ha salido y se ha desbordado en la Avenida Hidalgo, como cuando se han llevado a cabo algunos conciertos en Plaza de Armas, durante el Festival del Folclor, en los desfiles anuales de las Morismas de Bracho, en los de la marcha del Orgullo LGBT, en la Procesión del Silencio y si me voy un poco más atrás, cuando pasó por esa misma calle el Papa Juan Pablo II. 

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Hay, sin embargo, una gran diferencia entre estos últimos casos en comparación con lo que sucedió del 31 de octubre al 2 de noviembre; en todos los casos mencionados antes generalmente la gente sale a ver algo que otros hacen, en esta ocasión, la gente que salió fue protagonista de una fiesta alrededor de los difuntos. Ése fue el primer gran acierto de este año en particular, que se fomentó la participación de la comunidad.

El 31 de octubre, el día del desfile en el que participaría también el estado de San Luis Potosí con Xantolo, fue toda una odisea llegar a la Av. Hidalgo; intenté llegar primero por el callejón de San Agustín, luego por la calle Allende y simplemente era imposible pasar por la cantidad de personas que desde temprano permanecían esperándolo. Al final pude hacerlo por el callejón que baja de Rectoría y pegada a la pared avancé un poco hasta que abrieron un espacio para ingresar a la calle; faltaba una hora todavía y decidí caminar hacia arriba para encontrar un espacio libre, pero llegué hasta el Caballito de González Ortega y no había manera de volver a subirme a la banqueta: cientos y cientos de familias enteras esperaban a que el recorrido iniciara. Mucha gente estaba maquillada y disfrazada y entre todos destacaban los niños. El desfile inició con la Banda del Estado, Regina Orozco en un carro, luego el Xantolo, personajes en zancos, colectivos de danzas indígenas, más gente disfrazada bailando… y yo seguí avanzando hasta que cerca del acueducto logré encontrar un lugar. Desde ahí vi el contingente y lo que más me llamó la atención fue la alegría de los espectadores. Vaya, gente feliz en Zacatecas, eso me alegró más que nada.

El 1 y sobre todo el 2 de noviembre las calles volvieron a lucir abarrotadas de zacatecanos caracterizados de calaveras, catrinas, diablitos y personajes terroríficos. Abuelitos, papás e hijos unidos en la misma celebración, tomados de la mano, pidiendo “el muerto”, como nunca antes lo había visto, en serio.

En 2012 inició como tal el Festival Fray Joaquín Bolaños organizado por el IZC y desde entonces las actividades fueron más bien discretas; poco a poco comenzó a incorporarse la instalación de algunos altares en dependencias y edificios públicos; el año pasado comenzaron a adornarse un poco más las calles del centro, pero lo de este 2023 no tiene parangón alguno. Mucho de todo esto se debe a la iniciativa de un joven que encontró en el Sistema Estatal DIF, el apoyo para convocar a los zacatecanos a que hicieran de esta fiesta algo memorable; se trata de Héctor Pesci, el que soñó cuando era niño con esto y lo hizo posible.

Después de ver lo que ocurrió durante estos días me queda claro que lo que hace falta es imaginación, creatividad y actitud para cambiar -positivamente- lo que durante años se ha hecho de la misma manera; negarse a salir de la zona de confort no deja que cosas más buenas sucedan. 

Las calles lucieron más hermosas que nunca; los comerciantes, las dependencias y los propietarios de las viviendas del centro adornaron sus fachadas con flores de Cempasúchil, con calaveras hechas de papel, hojas de maíz y material reciclado; hubo ofrendas, tapetes de aserrín y el Portal de Rosales se convirtió en un gran altar en donde las fotos de zacatecanos importantes en la vida cultural de la ciudad fueron instaladas. Éste fue otro de los grandes aciertos: involucrar a la ciudadanía, a la iniciativa privada y a los sectores gubernamentales en un solo proyecto. ¡Bravo, Héctor Pesci! ¡Bravo también a todas las personas que participaron! Ojalá que esta unión continúe para beneficio de nuestra ciudad.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

 

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