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sábado, 20 abril, 2024
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Danush Montaño Beckmann: “La literatura fue un camino abierto alejado del sofocante túnel que suponía la religión”

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Por: BEATRIZ PÉREZ PEREDA •

La Gualdra 534 / Entrevistas / Literatura

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Con un rasgo felino en la escritura, cada cuento de La Biblia encarnada se aparece ante nosotros igual que la intuitiva y elegante llegada de los gatos, que una vez instalados llenan todo con su irreductible presencia, así también cada cuento de este libro saca sus garras y acaricia nuestra memoria con el riesgo de la herida. La ópera prima de Montaño Beckmann no es un libro religioso, es un colección de historias breves, instantáneas que en sus flashazos más intensos alumbran las espinas y las cicatrices que no buscan esconderse sino mostrarse como otra forma de redención. El autor aconseja al lector leer solo un cuento por día, una seña más de que el cuento no será jamás un género inofensivo. 

Beatriz Pérez Pereda: El título de tu primer libro publicado La Biblia encarnada, Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri 2020, es muy llamativo, junto con el epígrafe que elegiste me hace pensar que tuviste una importante formación religiosa, ¿esto es así? Platícanos de dónde vienen estos cuentos, cuál es tu relación con ese tema.

Danush Montaño Beckmann: Crecí en una familia evangélica muy comprometida con las creencias y la institución. Desde niño me diferencié de mis compañeros de escuela por eso, yo nunca recibí regalos de Santa Claus ni mucho menos celebré Día de Muertos o Halloween (se celebra en Chihuahua). Estas festividades eran vistas como mundanas e incluso puertas para el “maligno”. 

En mi adolescencia tuve mis primeros encontronazos con la fe y la iglesia. Mi crisis existencial, típica de un puberto, sumada a algunas lecturas clave, me llevaron a apartarme de la iglesia, a dejar de asistir, pero sin abandonar la fe. Luego transformé mi creencia, según esto fui deísta; de ahí, con el tiempo, pasé al agnosticismo y finalmente ateísmo. 

La religión y la iglesia me hicieron mucho daño, una con su carga de culpa ante la sexualidad y la otra con ciertas personas abusivas. Mi apostasía vino con enojo y desprecio. Ahorita estoy más calmado al respecto, en parte ha ayudado la distancia y la terapia. Este libro fue hacer las paces con mi crianza religiosa. No puedo negar mi origen, es mejor abrazarlo y moldearlo de manera que reconozca que a pesar de esas heridas llegué a este punto de mi vida. Ojo, no es gracias a, es a pesar de. 

La literatura fue un camino abierto alejado del sofocante túnel que suponía la religión. Entre cuentos y novelas me sentí otro. Ahora es momento de una reconciliación entre Danush y lo que fue, ese niño roto y enojado. Meter a la Biblia como un andamio para construir un libro de cuentos es eso. Este no es un libro religioso, espiritual ni místico, es un libro mundano que surge de aquellas letras que a algunos nos perforan en la piel; reubicar a la Biblia como un elemento literario, capaz de incentivar otras historias, intertextual, lleno de tierra y mugre, alejado de las nubes del firmamento.

BPP: El cuento corto tiene sus retos particulares, cuál fue el proceso de escritura en La Biblia encarnada, por ejemplo, cada uno de los cuentos tiene un título y una cita bíblica, cuál fue primero: la intención de la cita o el cuento.

DMB: Últimamente estoy incursionando en el cuento de extensión media, alrededor de las 10 cuartillas, pero desde siempre mis cuentos fueron de 1 a 5 cuartillas. En ese sentido me fue fácil participar en el premio Julio Torri. Algo en la brevedad y la contundencia me parece reconfortante. Me gustan los gatos, quizá es eso, un rasgo felino en la literatura, una caja en la que apenas cabe mi cuerpo, pero cuyas reducidas dimensiones me hacen sentir protegido y me sacan ronroneos. En cuanto al proceso y las citas bíblicas, el libro está compuesto por 25 cuentos; 20 de ellos los escribí ya con el libro como concepto, durante el primer mes de la pandemia. Era escribir como poseso. Tras dar clases en un colegio de formación religiosa, filosofía para monjas, tomaba el metro de regreso a casa y, en el trayecto, pensaba en citas bíblicas que por mi crianza conozco; del rumiar surgían historias entre estación y estación; en cuanto abría la puerta del departamento, me dirigía a la computadora a escribir. Así salió gran parte de La Biblia encarnada. Los cinco restantes, son cuentos que ya tenía escritos, los reescribí, revisé y busqué citas bíblicas que tuvieran alguna relación con la historia, la atmósfera o los personajes. 

El epígrafe del libro tiene un doble propósito, es una guía de interpretación, así como una explicación del propósito que tiene el libro para mí. Habla de las espinas, de cómo nos afectan de manera directa, en ocasiones, o bien tangencialmente. Las citas bíblicas al inicio de cada cuento guardan esa relación, pueden ser muy obvias sus relaciones con la historia o meramente tangenciales. Y la espina, ese abrazo que tu abuelo no te dio, es mi relación con la religión; dolores y heridas que van de lo profundo a lo superficial, de lo tangible a lo fantasma. 

BPP: Parece que escribir literatura es complejo en cualquier época, pero el cuento se ha visto bastante golpeado en lo últimos años, cierre de convocatorias, cláusulas absurdas, la famosa unidad de libro, etc.; sin embargo, creo que justo ahora hay excelentes cuentistas, ¿a qué crees que se deban estas circunstancias?

DMB: Creo que siempre ha habido grandes cuentistas. Solo ahora estamos más atentos a algunas voces, pienso sobre todo en las escritoras argentinas que traen propuestas muy interesantes en el cuento. En año pasados, lo poco que se leía a mujeres hizo que no apreciáramos los cuentos de Esther Seligson y Verónica Murguía cuando sus libros salieron. También hay buenos cuentistas hombres. 

Pero en sí el cuento está en crisis. La necesaria inquietud por leer mujeres ha salvado, en cierto modo, al cuento (y a otros géneros, como el ensayo). Es decir, no creo que haya un interés por el cuento, una valoración esperanzadora, sino más bien es parte de la tendencia de leer escritoras y que con ellas viene la reivindicación de estos géneros, por ahora. Lo que temo es que se ceda al impulso por “novelizar” a las cuentistas. Existe la presión por publicar una novela y así ser considerada una escritora seria o valiosa para el mercado editorial. Cuando dices que escribes cuentos de inmediato te preguntan si son para niños o que para cuándo sacas tu novela. Hay un prejuicio curioso.

Para mí el cuento es la raíz de la narrativa, y aquí me refiero tanto al escrito como al oral. Despreciarlo es un absurdo. Además, creo que su extensión es ideal para los tiempos convulsos, son perfectos para leer en un trayecto en el metro, en una ida al baño, en la fila del banco. Yo recomiendo que a mi libro lo dejen cerca del escusado, así leer un cuento al día, en la reconfortante privacidad del baño. 

BPP: Después del Fonca y por segunda vez consecutiva ser finalista en el Premio de Narrativa Casa Wabi-Dharma Books, y además obtener la mención honorífica en 2022, has expresado que tus intereses creativos actuales apuntan a otras direcciones, como por ejemplo cocinar, cuéntanos un poco sobre esto. 

DMB: Siempre me ha gustado cocinar y comer. He aprendido mucho de mi madre, ella estudió para ser chef. Durante la pandemia comencé a preparar platillos más complicados, me atreví a hacer pasta desde cero, pan casero, dumplings, pozole, y más. Prepararlos me servía para distraerme de la angustia por el virus, desestresarme del trabajo y pensar en mi escritura. Así llegué a la idea del proyecto de un libro de cuentos gastronómicos. 

Cada cuento está ligado a una receta, como con La Biblia encarnada, en ocasiones el platillo está de fondo, de pasadita en alguna escena, en otras es central. Lo que me gusta del proceso de escritura de este libro es que antes de cada cuento cocino la receta, eso funciona como una experiencia metaliteraria, es como ser actor de método, encarno al personaje o a la trama por medio de los ingredientes, de la sazón y la receta. El reto está en diversificar las sensaciones y sabores, en que no se lea el libro como algo repetitivo, y que cada cuento se pueda sostener por sí mismo, sin necesidad de ser parte de un todo, sin caer en los vicios la famosa unidad del libro de cuentos que mencionas. Un cuento debe ser una piedrita preciosa que por sí sola emboba al que la sostiene en sus manos; eso es lo que espero lograr en mis libros.

El vagón y el combustible

[Santiago 1:6-8]

A fray Juan Manuel Cruz Pérez OCD

Los dos amigos están acostados en los bancos de la iglesia. Uno en la primera fila y el otro en la segunda. Ambos con latas de Tecate; uno sostiene la suya como si fuese un crucifijo y el otro como si le urgiera darle fondo y tomar una nueva del six.

—Los tragos de cerveza son los rezos del ateo.

—Y los rezos son el vicio del religioso.

Los santos, la Virgen y Cristo en la cruz, parecen observarlos; no con reproche por el probable sacrilegio de beber adentro de la iglesia, sino con curiosidad, como si un nuevo Evangelio surgiera ante ellos.

—¿Qué sacas de nuestra amistad?

Toma un sorbo de la lata transubstanciada en crucifijo y contesta:

—Dudar.

—¿De qué?

—De todo, incluso de Dios. Sobre todo de Dios.

—Eso seguro va contra tus votos, no ha de ayudar mucho a la vocación.

—Al contrario, le da ardor. Sin ello sería un simple panfleto, letras fijas, aburridas, impresas en un papel que la lluvia desintegra con facilidad.

—Con la duda te vuelves ateo.

—No. Con ella mantengo una lucha con Dios. Con mis creencias, mis vivencias. Pasión. Es dar aire a una ermita encerrada. ¿Cachas?

—¿Y la duda en el ateo?

—¿Yo qué voy a saber? Tú puedes responder esa pregunta.

—Es… es como si viviera abordo de un vagón de tren de pasajeros. No está descompuesto ni fijo. Anda de aquí a allá, sin nunca detenerse. Es quitar el énfasis en el destino y abrazar el trayecto. La duda en el ateo es hogar.

—En el religioso es combustible.

Danush Montaño Beckmann nació en Durango y creció en Chihuahua. Es Licenciado en Filosofía y Ciencias Sociales. Ha tenido las becas de creación literaria de la Fundación para las Letras Mexicanas, PECDA Durango, y FONCA Jóvenes Creadores. Ganó el Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri con su libro de cuentos La Biblia encarnada. Fue finalista en el Premio de Narrativa Casa Wabi-Dharma Books en 2021 y, en 2022, mención honorífica en el mismo certamen. Trabaja como profesor de filosofía para monjas, analista en una consultoría política, escritor fantasma para figuras variopintas, traductor, corrector de estilo y consejero editorial. 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_534

Danush Montaño Beckmann
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