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miércoles, 14 mayo, 2025
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Corresponsabilidad ante el desafío

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Desde luego que a estas alturas es ya conocido que, ante la amenaza (casi cumplida) de parte del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles de veinticinco por ciento a las exportaciones de nuestro país al suyo, México logró, a través del diálogo encabezado por la Presidenta Claudia Sheinbaum, la suspensión de dichas medidas, a cambio de compromisos, los más destacables en materia de seguridad en relación al fenómeno migratorio que atraviesa nuestro territorio nacional para llegar, desde nuestra frontera norte, a aquél país. No es un logro menor y vale la pena no solo reconocerlo sino saludar con gusto el perfil de una política prudente, disciplinada y estratégica para no caer ni en provocaciones de índole mediática, ni en las tentaciones de la ocurrencia. 

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De la información dada a conocer sobre los acuerdos logrados destaca el de destinar diez mil elementos de la guardia nacional a la frontera con los Estados Unidos para contener, tanto la migración que ya mencionamos antes como el tráfico ilegal de fentanilo. Ello a su vez implica una redistribución y la reestructura de la estrategia de atención a la violencia e inseguridad que enfrenta el resto del territorio nacional. No es mi ámbito de especialidad el tema de la seguridad pública, sin embargo, parece de sentido común entender que, en tales circunstancias, como siempre, pero con mayor urgencia, el resto de las autoridades del Estado mexicano deben realizar esfuerzos consistentes en la materia para respaldar la estrategia acordada con las autoridades angloamericanas. Particularmente en el ámbito subnacional, es decir, en las entidades federativas es donde deberá impulsarse un reforzamiento de las políticas en la materia, o en no pocos casos, de modificación de lo que se viene haciendo, dejando a la federación y sus cuerpos de seguridad, la obligación que compete, desde luego en sentido proporcional, a los gobiernos estatales.

Es en este sentido, a través de la corresponsabilidad, que se debe respaldar el esfuerzo al que como nación nos hemos comprometido en aras de mantener la estabilidad regional. Sin duda caben las diferencias políticas y aún las que se mantienen por motivos partidistas, sin embargo, mal haríamos como pueblo al no aprender de las lecciones del pasado. Cuando frente al mismo actor internacional perdimos la mitad del territorio, fue la división, la pequeñez política, el sectarismo y una franca apatía cobarde, lo que nos garantizó la derrota. Hoy, casi doscientos años después, lo que cabe es actuar con corresponsabilidad desde los ámbitos en los que nos desarrollamos para salvar a México, su economía y la legítima aspiración de desarrollo que compartimos con nuestros vecinos del norte. La complejidad del momento y del porvenir debiera convocar a quiénes son parte de las filas oficiales, de la oposición y los que neutrales no se sienten representados en ninguno de los bandos, a la generosidad, el acuerdo de la base mínima que representan los retos y desafíos de un régimen como el que encabeza Donald Trump, aún en los disensos que naturalmente tenemos en la pluralidad y diversidad que nos hace ser la gran nación que somos.

No es envolviéndonos en banderas y causas como aportamos mejor a la fortaleza de México, sino haciéndonos responsables de lo que nos toca, y también, con altura de miras, generosidad, madurez y civilidad política. En un punto de máxima complejidad, con riesgos externos del tamaño de los que enfrentamos, no cabe la soberbia, la altanería ni la indolencia sino la corresponsabilidad en el más amplio sentido del término. 

@CarlosETorres_

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