La Gualdra 601 /Historia
La fotografía panorámica que se muestra es un espacio específico de la ciudad: el recién inaugurado jardín independencia. Generalmente las panorámicas capturan la ciudad en su totalidad, no obstante, el fotógrafo José María Aguilar vio la necesidad de detener en este formato un monumento histórico de grandes proporciones que cambió la vida urbana de Zacatecas. Si bien la imagen tiene la intención de mostrar el reconocimiento histórico de una alegoría en piedra y mármol como lo es el monumento a la independencia, la amplitud de la fotografía muestra varios elementos que se destacan en la plaza y que eran la tónica de la mayoría de las ciudades en el mundo, es decir, la modernidad había llegado a la ciudad con todos sus lineamientos de una verdadera ciudad moderna. Ahora cabe preguntarse ¿Qué rostro de la ciudad de principios del siglo XX nos ofrece la imagen? ¿Qué reconocemos y que desconocemos a raíz de una realidad capturada?
La fotografía en blanco y negro fue tomada por el observador desde las gradas del tercer arco del edificio de la antigua alhóndiga, eligiendo un punto de vista para mostrar su elección importante del campo visual: el monumento. El encuadre fotográfico, resalta el nuevo jardín recién inaugurado, mostrando las nuevas calles y los edificios que enmarcan el espacio y elimina o excluye el gran edificio del estanco de tabaco. Ahora la antigua alhóndiga dejó de ser la protagonista de las postales para formar parte de la panorámica del jardín independencia. Aunque no se tiene el registro de la fotografía pudo ser entre 1910 y 1911 con la inauguración del monumento, atestiguando un fragmento de los cambios y transformaciones urbanísticas que estaba atravesando Zacatecas durante el porfiriato.
Observamos con detalle la escena central: el monumento, seguido por el jardín, las calles y los edificios. Varios niveles de profundización son necesarios para la interpretación y contexto de la imagen: ya no es una escena del antiguo régimen, una tumultuosa plazuela de Villarreal, con su amplia fuente que abastecía de agua a los pobladores, la amplitud del lugar que otrora congregaba a los habitantes para el comercio de productos, aquel espacio de la ciudad que fue punto medular de concentración social.
Ahora, como si se tratara de un testimonio de José María Aguilar, el fotógrafo nos presenta otra plaza que fue limpiada, drenada, ordenada, desinfectada por la modernidad. La panorámica nos ofrece la fisonomía de una ciudad nueva: lo que se ve es el embanquetado y el empedrado de calles alineadas, la eliminación de viejas plazas por jardines trazados y adoquinados, la numeración de las casas y los rótulos de los comercios. Pero también está la otra parte que no es vista, que no es alcanzada por la totalidad de la imagen como los hidrantes que sustituyeron a la fuente, las alcantarillas, las acequias que conducían el agua y los desechos. Ante la monumental escultura, los secretos cotidianos transcurren y se renuevan entre el esparcimiento de los jardines y las bancas de hierro, el ir y venir de los transeúntes, el pasar del nuevo tranvía eléctrico y esperar a que las farolas iluminen el nuevo escenario urbano. Por sí sola, la imagen muestra una fracción del ritmo urbano, pero sólo uno de entre tantos otros de la ciudad.
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