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viernes, 19 abril, 2024
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El viacrucis de los migrantes… en México

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Por: P. Aurelio Ponce Esparza •

Se acercan las tan esperadas y comentadas elecciones presidenciales en el vecino país del norte, han sido semanas intensas en las que los medios de comunicación nos han mantenido “informados” sobre el proceso electoral, resaltando lo negativo de uno de los candidatos, el republicano;  y exaltando las virtudes de la contraparte, la candidata demócrata. La ecuación no es tan sencilla, ni uno es totalmente malo ni la otra totalmente buena, en realidad las dos opciones son malas para los migrantes mexicanos que viven en los Estados Unidos, el voto de los latinos está buscando al menos peor, al que pueda afectar menos su presente y su futuro.

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Al parecer en México se ha formado un frente común en contra del candidato Trump por considerarlo un peligro para los migrantes mexicanos; legisladores, políticos, activistas, comunicadores y periodistas han “alzado la voz” para “defender” a los paisanos migrantes. Qué bueno que así sea, pero me parece que es sólo retórica oportunista, pues el problema de la migración es tan serio y profundo que estas posiciones resultan francamente hipócritas.

Como hipócrita es nuestra petición de respeto a nuestros migrantes mexicanos en Estados Unidos cuando nuestro país es un verdadero campo minado para los hermanos centroamericanos que también buscan el sueño americano. El lunes pasado llamó fuertemente mi atención el titular de un periódico local relatando algunos hechos ocurridos en Fresnillo. Decía: «Caen “ilegales”, escapan algunos». Se trató de un evento ocurrido en las inmediaciones del cerro Proaño, un grupo de por lo menos 22 migrantes centroamericanos fueron avistados y en atención a una llamada del personal de la minera ubicada en dicho lugar acudió la policía. Los migrantes, guatemaltecos y ecuatorianos,  al ver a los policías se dispersaron, detuvieron a siete, quienes fueron entregados al INM.

El titular del periódico me parece francamente discriminatorio, el periodista firmante, Oscar Segura, debería  estudiar un poco más la realidad de la migración; además el modo de plantear la cuestión conlleva la criminalización de estas personas. En México, a los migrantes, se les trata como criminales, esa es la realidad. Ya bastante tienen que padecer a manos de grupos delictivos, algunos con uniforme oficial, quienes los extorsionan y explotan, como para que ahora también la prensa los trate de criminales.

Qué por qué corrieron ante la presencia de la policía, buena pregunta; no será acaso porque las experiencias con los uniformados son casi siempre negativas. Acaba de ocurrir en Chiapa de Corso, 18 agentes municipales fueron detenidos por extorsionar a un grupo de migrantes, esto sólo por mencionar el hecho más reciente que se conoce. Me parece que el miedo de los migrantes está perfectamente fundado y justificado. Además, lo he señalado antes, me parece verdaderamente indignante que las camionetas oficiales del Instituto de migración tengan rejas en las ventanas. Los migrantes no son delincuentes. Los centroamericanos, como los mexicanos, también buscan el sueño americano, sólo que para aquellos el viacrucis para alcanzarlo comienza en nuestro país.

No es posible que exijamos para los nuestros lo que no somos capaces de dar a los extranjeros, nos indignan los dichos racistas de un candidato estadounidense, pero no nos inmutan los atropellos y abusos que se cometen diariamente en contra de los cientos y cientos de migrantes que atraviesan nuestra frontera sur. No es esta posición algo hipócrita. Por eso califico de “retórica oportunista” la posición de muchos actores políticos, comunicadores y periodistas que se sienten defensores de los mexicanos que viven en Estados Unidos.

El fenómeno de la movilidad humana es un verdadero signo de nuestros tiempos, no es ciertamente nuevo, pero en los últimos años se ha convertido en un acontecimiento que nos habla de una profunda crisis de los actuales modelos económicos y políticos de nuestros países. Europa misma se está reconfigurando por el fenómeno de las migraciones, América Latina no es la excepción. No es algo que podamos ignorar. Algo está ocurriendo, algo no hemos hecho bien. El problema es complejo y multicausal, no es posible abordarlo de manera simplista o reduccionista. El presente y futuro de nuestros pueblos está en juego. Instalarnos en la falsa comodidad de una sociedad superficial que vive de las apariencias no parece ser el mejor camino para superar una crisis tan seria y profunda como la que vivimos. ■

 

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