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viernes, 29 marzo, 2024
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Las cuevas encantadas del Cañón de Juchipila

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Por: Carlos Alberto Torreblanca Padilla •

La Gualdra 541 / Arqueología e historia / Ollin: Memoria en movimiento

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En nuestros recorridos a lo largo del Cañón de Juchipila he escuchado repetidas historias de cuevas encantadas. Una de ellas hace referencia a una ciudad indígena perdida en Apozol; este hecho ocurrió durante una Semana Santa, cuando un par de compadres intentan ingresar a una cueva localizada por el Bajío San Rafael; en el interior alcanzaron a observar una ciudad pintada de blanco, uno de ellos regresa a amarrar a los caballos para que no se pierdan y al intentar volver con su compañero para explorar la cueva, esta había desaparecido. Al año siguiente vuelve a pasar por este mismo lugar, con sorpresa al ver la cueva, rápidamente amarra al caballo e ingresa encontrando a su amigo aún parado donde lo había dejado. Para su amigo -parado al interior de la cueva- solo habían pasado unos minutos; en cambio, para quien lo encontró, había pasado ya un año de no verlo.

En otra ocasión, caminando cerca del cerro de San Francisco localizado en los límites entre el municipio de Villanueva y Tepetongo, me comentaron una historia similar. En este caso, se trató de un pastor que cuidaba su rebaño de borregas; en medio del solitario campo escuchó el sonido de unas campanas llamando a misa, lo cual le pareció extraño; decidido a seguir ese particular sonido llegó a una cueva en el cerro de San Francisco y en su interior observó varias personas caminando hacia un templo, las siguió y se quedó a escuchar la misa. Al concluir la homilía retornó en busca de sus animales, al llegar al lugar donde las había dejado, estos habían desaparecido. Entonces se dirigió a su casa pensando que se habían regresado solos, al llegar al hogar la sorpresa fue mayor cuando vio la cara de su familia que no daban crédito de verlo nuevamente. Preguntó el motivo de las expresiones y se dio cuenta que había pasado un año de haber desaparecido. 

Don Faustino Mendoza Soto, quien fuera guía de la zona arqueológica de La Quemada, cuenta que un Jueves Santo, un señor de un rancho cercano al cerro de Los Edificios, antiguo nombre de la zona arqueológica, salió a buscar sus animales que pastaban en uno de los acantilados donde se encuentran las ruinas. En este lugar observó una cueva, la cual le causó sorpresa debido a que nunca la había visto; decide bajar del caballo y lo amarra en un árbol, para explorarla; en su recorrido por aquel lugar observó muchas cosas de los indios que vivieron en la antigua ciudad prehispánica. Al salir de la cueva, encontró que su caballo eran puros huesos, lo cual le sorprendió, pues solo había entrado un momento y no se explicaba lo sucedido al animal. Decide irse caminando a su casa, al llegar y encontrarse con su esposa e hijos, estos comenzaron a llorar; confuso, les preguntó por qué lloraban; su esposa le respondió que hacía un año que había salido de casa, tiempo en el que no supieron nada de él. Este señor, sorprendido, le comenta a su familia que no era posible una ausencia tan larga, debido a que apenas esa mañana había salido a buscar a sus animales; era imposible que pasara un año. En ese momento recordó que lo que había quedado de su caballo eran solamente huesos, por lo que se preguntó ¿cuánto tiempo pasó en realidad en el interior de esa cueva?

Estas narraciones tienen como elemento común la cueva, así como un mundo paralelo dentro de ella y la pérdida de la noción del tiempo, aspectos afines a la antigua cosmovisión prehispánica. La cueva hace referencia a la entrada al monte de los mantenimientos o altepetl, lugar donde se resguardan los bienes comunitarios y nacen los individuos. Chicomoztoc o lugar de las siete cuevas, es un mito de origen que explica cómo la madre tierra da en alumbramiento al ser humano a través de la cueva, considerando su interior como el útero y la entrada la cavidad vaginal. Este espacio mítico es alterno al mundo racional donde no existe el tiempo y todos los seres tienen conciencia.

También notamos la transformación de estas historias que, con el paso del tiempo han sido adaptadas, adicionando elementos occidentales y católicos, y donde aparecen caballos, jinetes, pastores, campanas, misas, ciudades y reliquias. El aspecto simbólico de la Semana Santa, en particular el día jueves, es considerado como la fecha cuando se abren estos portales mágicos.

En estas narraciones observamos la persistencia de la cosmovisión prehispánica combinada con la tradición cristiana enseñada por los religiosos novohispanos a las poblaciones indígenas. El análisis de estas narraciones populares nos permite rescatar explicaciones de los espacios, en este caso las cuevas; invitándonos a valorar la historia oral como un importante patrimonio inmaterial zacatecano.

* Sección de Arqueología, Centro INAH Zacatecas.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_541

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