La Gualdra 260 / Río de palabras
“Oigo voces de noche, la llamada de Dios.
Necesito una copa, necesito un doctor.
Algo ocurre en la esquina de esta pobre nación”.
José Cruz Camargo
1
Supe que el estacionamiento tenía dos accesos cuando intenté pagar con un billete de doscientos pesos. «Allá le cobran», el chaval señaló hacia el fondo del solar y continuó encerando un coche deportivo azul metálico. Ya antes había sido rechazado con desconfianza por: una cajera, un vendedor de tacos y un excompañero de preparatoria que habrían sospechado cierta falsedad en mi billete.
Ojetitis crónica, dijo una voz que descendió del firmamento.
2
Pedí jugo de zanahoria y naranja, un sándwich, y pregunté si había cambio. «Pásele, si no hay, puede volver cuando guste y ahí le vamos descontando lo que consuma». El viejo sonrió. Hubo silencio. «¿Anda tramitando el pasaporte?». Tienes finta de migrante -me increpó-, puede que no sea mala idea.
Comí despacio. Buena sazón. Buena naranja. Buen viejo.
3
Avanzo hacia el vehículo. Por fin salgo del aparcamiento. “¿Sí encontró?», dice el chaval -se refiere al cambio-.
Has obtenido un “pasaporte” definitivo hacia el trópico zacatecano, por decirlo de la mejor manera: Te pedirán documentos, muchos, innecesarios, insultantes de tan excesivos.
Reformitis crónica, sentencia una voz que brota entre los campos, hace cimbrar la tierra.