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jueves, 28 marzo, 2024
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Caso Hoffman

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

La semana pasada la youtuber Yosseline Hoffman, mejor conocida como YossTop, brincó la brecha generacional a la que estaba circunscrita y fue noticia destacada debido a su detención relacionada con pornografía infantil.

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Sin haberse cruzado nunca en persona con su demandante, ni con los otros demandados, el involucramiento de Hoffman en el caso es digno tema de análisis.

Hace algún tiempo la youtuber publicó en sus redes sociales un vídeo en el que aparecen varias jovencitas en una pelea de evidente desigualdad numérica, mismo que ya era viral, y había sido retomado por medios de comunicación a propósito del bullying.

A diferencia de esos otros medios, uno de los cuales incluso había invitado a la protagonista a hablar del tema, Hoffman asumió un lado en la pelea adolescente y reveló una historia sexual respecto a la protagonista del pleito (Ainara), consistente en que había sido grabada mientras cuatro jóvenes introducían en su vagina una batalla de champagne.

Ese hecho, que según Hoffman había ocurrido a cambio de tres cajetillas de cigarros, era según su fraseo en el vídeo “patética generación, prácticamente justificativo de la agresión que recibía Ainara, cuyo rostro siendo menor de edad estaba al descubierto en el vídeo, y cuyo nombre fue pronunciado en repetidas ocasiones (aunque incompleto), acompañado de insultos gordofóbicos y misóginos, y de frases discriminatorias.

Como es natural, las palabras de una youtuber con 6 millones de suscriptores (en ese entonces) popular entre los jóvenes, tendría sus efectos y el asedio a Ainara aumentó.

Sin embargo la pluralidad que facilita esta época de relativa democratización tecnológica y atomización mediática, facilitó que la versión de Ainara, narrada en la plataforma tik tok se hiciera popular, y con ello que el público reclamara a Yosseline Hoffmann el aliento que había generado al ciberbullying que describía Ainara en sus redes.

La youtuber respondió cuestionando si la historia sexual narrada ocurrió consentidamente o si era, como señalaba Ainara, una violación, porque al encontrarse bajo el influjo del alcohol no tenía condiciones de decidir. Y pidió como prueba una copia de la demanda que la jovencita hubiera interpuesto para dar por cierta su versión.

Asesorada ya por colectivos feministas y un bufete jurídico, además de haber recibido terapia psicológica, Ainara decidió interponer la demanda contra sus presuntos agresores y una más contra la youtuber a quien acusó de pornografía infantil.

Con evidente popularidad que además le conlleva ganancias económicas, Hoffman ha recibido el apoyo de sus seguidores quienes claman justicia al considerarla la verdadera víctima de esta circunstancia, en tanto que sus abogados apuntan a que hay en este hecho peligro para la libertad de expresión.

Esto hace de este caso mucho más que una anécdota del mundo del espectáculo, o una nota amarillista. La estrategia que ha esbozado la defensa legal de la youtuber apunta a que se intentará exponer como censura y como atentado contra la libertad de expresión los comentarios de Hoffman que son considerados por su equipo como “crítica social”.

Habiéndose producido en un terreno como el internet, que hasta ahora casi se considera que “se autorregula solo” el debate podría derivar en interpretaciones jurídicas que marquen el contexto en el que debuta la Ley Olimpia, si bien en el caso específico no se aplica al haberse promulgado después de los hechos a discusión.

En el mismo tenor, se aproxima un debate feminista que tendrá que colocar en su dimensión las responsabilidades legales, toda vez que el hecho de que las primeras acciones en esa materia ocurrieran contra la youtuber y no contra los presuntos perpetradores de la violación ha provocado que se asuma que es el género, y no el contexto legal (entre las cuales estaría la edad) lo que determina estas circunstancias.

El reto mayor está en eliminar del debate la discusión sobre si el hecho sexual se trató o no de una violación, toda vez que se pretende basar la credibilidad de Ainara en el carácter voluntario o no del ejercicio de su sexualidad.

Sea cual sea el resultado jurídico de esto, en tanto que sea esa moralidad misógina la que determine quienes son las víctimas y quienes los culpables, la derrota es de todas.

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