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jueves, 25 abril, 2024
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Desterrados

[de Juan Carlos Villegas, en Galería Irma Valerio]

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Por: IBÁN DE LEÓN •

La Gualdra 568 / FCZ 2023 / Exposiciones

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En las Bucólicas, de Virgilio, puede leerse ya el tema de la pérdida del paraíso (Arcadia) como consecuencia de la guerra (en la égloga I el pastor Melibeo se queja con amargura por la confiscación de sus bienes y el destierro al que se ve obligado: dejará atrás su choza, los campos labrantíos, todo aquello que encarna la dicha del suelo patrio). En un contexto cercano, es quizá “El retorno maléfico”, de Ramón López Velarde, el poema más conocido sobre la experiencia dolorosa que trae consigo la violencia en los sitios que guardan la historia personal, íntima, de sus moradores (en este caso, el hijo pródigo regresa al pueblo devastado por los embates de la Revolución Mexicana).

Ante la usurpación de nuestro paraíso de infancia, el lugar al que siempre anhelamos volver porque ahí perdura nuestra raíz, el núcleo de nuestra sangre: la nostalgia nos convoca una y otra vez a ese rincón que preserva los días más luminosos de la experiencia humana. Desde una óptica actual, Juan Carlos Villegas propone en Desterrados otra lectura sobre la pérdida del edén, a partir de personajes y espectadores de la puesta en escena El Coloquio (símbolo de los lazos familiares, brasa de comunión, punto de encuentro entre quienes han emigrado y quienes decidieron quedarse a residir en el hogar materno). Si en Virgilio y en López Velarde es palpable el retorno, los personajes de Desterrados ⸻que se erigen como evidente representación del sentido de pertenencia⸻ parecen mirar hacia lo imposible del reencuentro con la tierra amada: expulsados, son figuras casi fantasmales que habitan a la intemperie, tras un horizonte roto: el miedo recorre ahora las entrañables calles de la niñez.

Huérfanos en espacios naturales que se abren hacia lo onírico, estos personajes observan o sueñan o imaginan: vuelven los ojos, con la tristeza propia de los desposeídos, hacia una fecha en el calendario que constituye además un punto geográfico (3 de mayo, en Potrero de Gallegos). Se adivina en sus expresiones, en el desánimo de sus cuerpos, una profunda soledad nacida del sentimiento de abandono: estamos solos, parece decirnos Juan Carlos Villegas, indefensos en medio del horror y lejos de nuestra raíz. Y, no obstante, en el desconsuelo de esos rostros y cuerpos, entre las grietas que asedian el paisaje, se percibe también, como pequeña llama que ha sobrevivido al frío de la intemperie, una secreta nostalgia, que no es sino esperanza, una promesa de regreso ⸻sin plazo definido⸻ a la casa primera, para compartir nuevamente, junto al fuego de la celebración, el pan sencillo del amor filial.

 

*Pinotepa Nacional, Oax.

 

Sobre la exposición

“La exposición “Desterrados” (2023) está conformada por paisajes con personajes solitarios; muchos de ellos son personajes del Coloquio de la fiesta de mi pueblo [Potrero de Gallegos, Valparaíso, Zacatecas], pero puestos en un contexto totalmente distinto al de su origen; es una especie de metáfora para hablar de todos aquellos seres que son orillados a dejar su tierra o su entorno; un poco como los migrantes, pero no sólo ellos, es una reflexión más universal, recordemos que desde la Biblia se menciona ya a «los desterrados» en varios de sus pasajes, incluso Adán y Eva fueron desterrados por Dios del paraíso; el mismo Lucifer fue arrojado del paraíso por su rebeldía, y como muchos de los personajes del Coloquio de mi pueblo son ángeles y demonios pues también hay esa relación con el destierro”. Juan Carlos Villegas

 https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra568

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