Verdadera conmoción suscitó la inesperada partida del escritor y maestro y conferencista Eduardo Campech Miranda, su fallecimiento prematuro vino a cimbrar de nuevo todas las estructuras del pensamiento y la enfermedad crónica que padecen la mayoría de los zacatecanos: los bajos salarios, la depresión por los arcanos invertidos en una suerte y un destino que escribe ahora las páginas de la historia de un México de verdad inconveniente.
Eduardo fue siempre muy querido por las amplias capas de maestros y estudiantes y los promotores de la lectura, las conferencias y los encuentros de humanistas, entidades de bibliotecas y archivos iluminados; mi experiencia inicial con él fue en 2013 cuando desde enero de ese venturoso año empezó mi recorrido por absolutamente todas las bibliotecas y archivos de Zacatecas, siendo mi sede central en la biblioteca que el coordinaba, la muy mentada Biblioteca Pública Central Estatal «Mauricio Magdaleno» Coordinación Estatal de Bibliotecas, Calzada Cerro del Grillo 100. Colonia Caminera, colonia del encanto, el silencio sabio y la reflexión.
A diario lo miraba en sus asuntos mientras yo tenía la asistencia de profesionales especialistas para estudiar y sacar miles de datos muy escondidos de la gran historia patria zacatecana y de inmediato los daba a conocer ya por medio de este diario o por mis libros populares que tuvieron amplia aceptación y apoyo de amplios sectores y en ese trajín la amistad con Eduardo empezó a crecer y el intercambio fue sumamente especial y lleno de advertencias y de fuerzas para continuar en el camino.
Visitó mi casa, platicamos una y cien veces de los procesos enfermos y curables del destino manifiesto y yo le auguraba siempre que todo lo que le acontecía definitivamente él no tenía la culpa de nada, que fue siempre sujeto de un proceso en el que debía de ser valiente y convertir la adversidad en un monumento al doble esfuerzo, cuestión que hizo, sin dejar nunca de tener amplías simpatías y reconocimientos de muchos sectores nacionales e internacionales.
La pena es esta,_ el dolor es el siguiente: en el gran despilfarro presupuestal de las autoridades gubernamentales y municipales y legislativas de la época, jamás ese hecho tuvo la anuencia de las mayorías para el cese inmediato del hurto y la burla, pues Eduardo se quejaba que como directivo de la biblioteca o en su nuevo trabajo en la Secretaria de Educación Pública, el salario fue siempre una burla, de verdad ni para un taxi, mientras se erigían obras fantasmales y foros y teatros con gran derroche de recursos.
Zacatecas tiene la fama de ser muy bonita, de tener a grandes escritores y músicos, pintores e intelectuales de gran gama, pero que no hay fuentes de trabajo y las pocas que hay son de un bajísimo salario que obliga a miles a huir a otros estados o de migrantes a Canadá y los Estados Unidos y eso señala enfermedades de larga recuperación , pues miles de jóvenes fueron cooptados para ingresar a los cárteles de las drogas y el trasiego de armas y el chantaje directo a la población, es decir, la locura sin mesura, la desconfianza, el recelo, el crimen en las calles.
La tragedia que ahora nos acontece con la muerte del querido Eduardo es un temor por el futuro y no hay límites para el asombro.
Adiós a un gran compañero y a un ser humano como pocos he conocido a lo largo de la vida, el dolor y el desconcierto es investigado por la personalidad austera de quien evalúa los acontecimientos y le da una explicación que permita asimilar los adeudos y las afrentas.
La comunidad artística y docente de Zacatecas y del centro del país con una profunda conmoción y respeto le decimos a Eduardo que siempre lo recordaremos, que todas sus enseñanzas y palabras de aliento estarán por encima de la celebridad o el elogio inerme, sino como un regocijo y un aliento en este camino que nos llevará por siempre a recordarlo y asimilar su profunda tristeza por lo que vivía y supo remediarlo.
Eduardo Campech Miranda, valor y audacia, afrenta y delirio, recuerdo y nostalgia imparable.
¿De qué falleció?
¿De qué falleció?
Hola yo estoy muy consternada y enojada y más triste por esta partida de el gran maestro Campech, una idea tal es loca sugiero hacer un espacio al bibliotecario desconocido en donde se reconozca a los biblioteca ríos que han entregado la vida por la lectura y las bibliotecas sin ser reconocidos en donde sea ese es mi sentir. Saludos