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viernes, 19 abril, 2024
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Las manos que mecen la cuna…

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ • Admin •

“…Aquel a quien los dioses quieren

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destruir, primero lo vuelven loco…”

Eurípides

Sin duda, las manos que mecen la cuna en México han sabido crear una enramada de la que para poder salir, tendremos que generar un cambio radical que implique otra mentalidad, una nueva forma de interactuar con las autoridades, un nuevo sistema jurídico, un reacomodo institucional y la generación de nuevas ideas filosóficas que rompan los viejos atavismos que históricamente han alterado nuestras estructuras mentales y nos han hecho adictos al dolor, amantes de los sacrificios monásticos, proclives a besar la mano del que nos golpea, dóciles ante la infame corrupción y miserables siervos de quiénes nos saquean y empobrecen. Ahora entiendo porqué hemos abrazado los teorías de otros pensadores extranjeros pues aquí, pareciera que no hay materia gris o talentos a la mexicana que pongan la primera piedra para edificar una patria más justa y equilibrada. Así, permanecen constitucionalmente tanto la idea de la división de poderes de Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu y, el principio de legalidad de Juan Jacobo Rousseau, creadas para limitar el poder monárquico e implantar la armonía social, lo cual hasta hoy, es impensable pues los solecitos siguen replicándose en los tres niveles de gobierno, ya que como ciudadanos hemos premiado a nuestros reyes de sexenio y trienio, hemos aceptado el insultante incremento de su patrimonio y los hemos tomado como referencia para cuando la rueda de la fortuna nos coloque, por fin, en la cúspide del saqueo que se hace contra el pueblo, así, los corruptos menores aspiran a ser como los corruptos supremos, aquellos que mueven a la democracia como mejor les conviene; de esta forma, algunos de nuestros jóvenes, inician admirando los estilos de corrupción y contribuyen con su ingenio a establecer nuevas polimorfas de ella. El beneplácito de las manos que mecen la cuna, no puede ser mayor, el pueblo de México tiene adoctrinado su ácido desoxirribonucleico para aguantar malos gobiernos sin reparar o elevar la voz y, a los que osan expresar su desasosiego consiente, los espera la represión jurídica o material. En este maravilloso país, muchos mexicanos nos encontramos ante la disyuntiva de dar pelea a la inestabilidad social, ambiental y económica o, como lo han hecho muchos que se creen inteligentes, agregarnos al común de la podredumbre. Lamento mucho que entre una gran parte de las presentes generaciones, el aletargamiento y la indiferencia sean el común denominador, por lo que la aspiración de edificar un mejor mañana se encuentra en entredicho, de ahí la importancia de insistir con nuestros jóvenes en la necesidad de desarrollar otras agilidades más satisfactorias que las que genera mover los dedos pulgares con el touch de sus celulares. Sin duda, a mi generación la idiotizó la famosa caja negra con personajes nefastos como Raúl Velasco y Jacobo Zabludovsky y, ahora, las cajitas de colores cumplen similar cometido con los chichos y chicas de ahora. En este contexto, la displicencia, la animadversión, el odio y la violencia entre los mexicanos, enriquece al supremo poder capitalista y a las escasas mentes que le apuestan a hacer de México, un territorio hostil, dividido y sumido en el terror, el llanto, la ira y la desesperanza. Estoy convencido de que cuando las manos que mecen la cuna acaben de enfrentarnos, nos venderán más armas para exterminarnos y así, demoler nuestras frágiles instituciones y los pilares que una vez nos dieron una nación próspera y de mucho orgullo; entonces saquearán cómodamente nuestros recursos naturales, ya sin el show de las reformas constitucionales, para luego convertirse en los nuevos héroes de Latinoamérica y ejemplo del mundo; posiblemente nuestra bandera cambie por una de más estrellas y barras como las que ahora ondean en Texas, California, Nevada, Utah y Nuevo México y, posiblemente, otro Tratado de Amor y Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, termine por adherirnos a Norteamérica. En un futuro próximo, los abuelos que hoy mueven con agilidad los pulgares en las tlabets y celulares, contarán a sus nietos, cómo dejamos ir nuestra patria, cómo fuimos tan imbéciles para que los mexicanos acabáramos con los mismos mexicanos, mientras que los que movían la cuna, disfrutaban desde algún país europeo, el gran caos que sembraron en nuestra república. Ya sus nuevas generaciones y juniors, podrán venir nuevamente a gobernar y explotar a los que quedaron, con el fin de perpetuar su poder económico a sus próximos descendientes. Ojalá me equivoque y no se cumpla mi visión caótica de México. ■

 

*Representante de Zacatecas ante el

Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

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