Volvamos al análisis del informe Latinobarómetro en su versión 2023, que expone como factores que debilitan o transgreden las democracias, los siguientes: los personalismos, la corrupción, las presidencias interrumpidas y los mandatarios interinos. Además, destaca también la responsabilidad de los partidos políticos en parte de la explicación del declive de la democracia en nuestra región. Es evidente que los personalismos han sido un gran dique para la democracia en la región. No puede existir democracia sin demócratas. Durante la mitad de un siglo, cuando menos en México, nos hemos dado reglas que pretenden ser el marco de una democracia, primero electoral, luego liberal y finalmente constitucional. Sin embargo, no han sido las reglas, o cuando menos, no del todo las que han fallado. Han sido quiénes debieran ser los principales implementadores de dichas normas, los que las han evitado. Como lo han descrito Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su ya casi clásico texto Cómo mueren las democracias, parte indispensable para el funcionamiento de las reglas escritas en un régimen democrático está en el apego a una serie de reglas no escritas por parte de los actores políticos, entre ellas, la autocontención. Es decir, una actitud que limita conductas que, si bien es cierto, no están prohibidas, desarrollarlas significa colisionar el sistema democrático y llevarlo a un punto de tensión institucional que, con cualquier imprudencia, puede romper el régimen de derecho.
Con respecto a los partidos políticos, va de nueva cuenta una cita de Levitsky y Ziblatt: “los partidos políticos son los guardianes de la democracia”. Sin éstos, la democracia puede convertirse, de hecho, lo hace como cauce natural, en conflicto anárquico, lo que es contrario a todo orden político.
El Latinobarómetro expresa bien lo disfuncional que se han convertido estas instituciones: en la región el 77% de las personas no están de acuerdo en que los partidos políticos funcionen bien. No hay país en la región en la que la ciudadanía que piense que los partidos políticos funcionan como debieran lleguen al 50%. El más alto es Uruguay, con 38%, seguido, curiosamente de México, que reporta un 36% de aprobación al papel de los partidos políticos.
En este contexto cabe reiterar que la democracia en la región lo que más requiere con urgencia es de demócratas que estén dispuestos a asirse de la cultura que implica un régimen de dichas características, más allá del grado de impunidad que sigue siendo un reto impresionante en nuestros países.
Todo lo anterior nos lleva al mismo punto: son los partidos políticos. A su análisis, debate, reforma, refundación o en su caso, sustitución, es lo que nuestra agenda pública debe ir si lo que pretendemos es que la representación mejore y sus resultados institucionales refuercen al régimen democrático.
Solo a partir de esta realidad podremos avanzar en el sentido que decidimos hacerlo desde nuestra independencia, hace 200 años: una democracia de demócratas comprometidos y de partidos políticos cumpliendo con su deber y sus obligaciones como entes de interés público.
@CarlosETorres_