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sábado, 20 abril, 2024
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Profesionalizar la docencia; entre la teoría y la práctica 1/2

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

En el sentido común suele haber
un convencimiento de que la teoría
se opone a la práctica.
Rosa Nidia Buenfil

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Entre los años 80 y 90, tanto en el seno de las instituciones formadoras de docentes así como en eventos académicos y centros educativos donde los docentes se encontraban ejerciendo su labor profesional, se escuchaba decir con frecuencia “el éxito de un maestro radica en que lleve la teoría a la práctica”, “El dominio de la teoría garantiza el éxito en la docencia”, incluso, en los debates entre docentes, algunos de ellos solían decir que aquel alumno que no se comportara como Jean Piaget establece en su teoría psicogenética, habría que someterlo para que lo hiciera. La justificación a todas estas posturas radicaba en que este paradigma teórico “al que le llamaron constructivista”, era algo así como el que superaba en mucho al de la tecnología educativa.

Un gran número de docentes de instituciones formadoras también de docentes, privilegiaban el mérito académico de los futuros maestros y, con ese esquema de formación, les auguraban éxito a los egresados que obtenían un buen récord académico. No olvido aquel comentario que externó en un evento académico el maestro de una comunidad rural quien, por supuesto, egresó con mención honorífica por haber obtenido el mejor promedio de su generación; este maestro llevaba la mentalidad de que con el dominio de todos aquellos postulados teóricos tanto disciplinarios como de las ciencias auxiliares de la docencia, sería exitoso, además de reconocido en la comunicad como un excelente maestro; al desengañarse de que la docencia no era como se la dibujaban sus maestros que lo formaron –o tal vez que lo formatearon-, al cabo de un ciclo escolar de iniciada su labor profesional, regresa a su Alma Mater comentando a uno de sus maestros lo sucedido –nada halagador por supuesto-, éste, sin empacho alguno le agrega….. “Lo que pasa es que tú eres un excelente maestro, solamente que tus alumnos son unos burros a los que no les interesa aprender o se les dificulta hacerlo”.

En educación y promoción de aprendizajes, no se trata de llevar la teoría a la práctica, tampoco de hacer uso de la teoría para justificar la práctica propia, la teoría no es un instrumento formativo, solo informativo, habrá que apostarle a los estilos propios de ejercer la docencia así como a la manera en que cada alumno aprende. La profesionalización del docente es mucho más que pasar por un proceso formativo o de formación inicial, más que recibir una certificación y, que acreditarlo como maestro; implica, en un primer momento, el que se forme desde una perspectiva crítica, entendida esta como el aprender a dudar de lo que se instruye y, analizar el uso de las teorías, mismas que, como lo he mencionado, no deben ser vistas como formativas sino como informativas.

El docente debe cimentar su propia práctica a partir del análisis que haga de los diferentes postulados teóricos, no siempre el docente que más conocimientos tiene es el mejor preparado, el crédito habrá que dárselos a aquellos docentes que, una vez que analizan los diferentes postulados teóricos, ejercen su labor desde dos ámbitos: teórico y contextual. Cómo olvidar aquel comentario que hizo un maestro egresado como tal, en el año de 1962, y que textualmente dijo “aquellos alumnos que no se comporten como lo establece Jean Piaget en sus postulados teóricos, los repruebo” –caso similar al que menciono en el primer párrafo del presente escrito-; esto es solo un botón de muestra, preámbulo para comprender de que no es lo más el llevar la teoría a la práctica, sino en saber en qué medida la teoría informa al docente para que sepa el cómo ejercer la propia práctica.

No es el pragmatismo el que debe regir la práctica del docente, no solo lo que se piensa hay que llevarlo a la práctica, mucho menos el darle legitimidad al conocimiento que se construye a partir solamente de la práctica docente, por supuesto que esto no deja de ser profesional, sin embargo, no fortalece al sistema educativo ni promueve el crecimiento del mismo; lo que se requiere es que el docente intervenga su práctica vía la realización permanente de análisis críticos y diagnósticos contextualizados para que genere alternativas de abordaje a las problemáticas que en su contexto se le presentan. No se trata de que el docente haga uso de la teoría para que justifique su práctica, lo que debe ser prioridad es el que sepa qué le informa la teoría y de qué manera le es de utilidad para que se profesionalice.

En sí, no es el conocimiento el que hace mejores a los docentes, más bien es la manera de cómo el conocimiento que posee favorece a profesionalizar su práctica; cierto es que los profesores son herederos de una cultura escolar que se edifica día con día, sin embargo, es necesario reconocer que, así como la sociedad es dinámica y cambiante, en la misma proporción debe ser también la mentalidad de los docentes. ■

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