Ocurrió en la entrega anterior de Ana Clavel, “Por desobedecer a sus padres” (Alfaguara, 2022), donde la autora no hace sino seguir las pistas de vida, pero también de muerte, sobre todo de muerte y de ausencia, del poeta Darío Galicia. Ana Clavel lo revivió, le dio respiración de verso a verso, lo sacó del closet (a un poeta que combatía humorísticamente cualquier gesto homofóbico), y con su entrega literaria, Ana Clavel consiguió quizás lo que ni ella imaginaba que iba a ocurrir: que muchos se diesen a la tarea de rescatar del naufragio los poemas del propio Darío Galicia.
En su momento aseguré que esa novela, “Por desobedecer a sus padres”, inauguraba un nuevo género literario para el que aún no teníamos un nombre específico; también aseguré que eso nos hacía falta: buscar un nombre para lo que Ana Clavel estaba haciendo: traspasar las fronteras clásicas de los géneros narrativos para valerse de los recursos literarios más allá de cualquier clasificación.
Y aquí encontramos una de las primeras claves de la obra de Ana Clavel: los géneros literarios tradicionales se mezclan, se enredan, lo mismo da si hay una crónica en una novela, si hay un fragmento de novela en un cuento, dan con otros resultados.
Ignoro cómo es que se hace un análisis literario frente a novedades así. Tal vez también eso nos falta: que la crítica literaria tenga las herramientas para dar nuevos nombres a lo que parece un cuento, pero no lo es; a lo que parece una crónica, pero tiene endecasílabos. Esto es importante para entrar de lleno en la nueva propuesta de Ana Clavel,
“Autobiografía de la piel” (Alfaguara, 2025).
Lo que hace Ana tiene que ver con experimentos narrativos acertados. Y si bien dichos experimentos no son nuevos en las formas expresivas que tiene la literatura, porque es cierto que nada nuevo hay bajo el sol, Ana Clavel mide bien sus palabras y sus tiempos, es directa, no se anda con rodeos, tiene la experiencia suficiente, y consigue dar con las pistas literarias adecuadas para luego obligar a sus lectores a que las sigan, a que lleguen al bosque, a la cabaña, al lobo, al hada, a la ninfa.
Por eso “Autobiografía de la piel” es un libro que vale la pena. ¿Novela?, ¿relato largo?, ¿bibliografía de la propia literatura de la autora puesta en práctica para fines narrativos? No importa. Estamos frente a una nueva propuesta que consigue acertar en su intricado armado, en su casi infinita estructura: de entrada, hay que observar que se trata de una autobiografía: hay un narrador externo que se decide a contar los eventos más destacados de su vida. Y he aquí que llegamos al verso con el que Ana inicia.
Muchos han señalado ya el verso de Paul Valéry con el que Ana Clavel comienza su “Autobiografía de la piel”. Dice Valéry: “Hay acaso algo más profundo que la piel” y conviene detenernos un momento luego de leer este gran verso de uno de los poetas franceses más destacados. ¿A qué se refiere con ese sentido de “profundidad” que recae como lluvia sobre la piel? Se refiere al sentido más hondo de lo que la piel significa en las propias narrativas de nuestras vidas. Todo permanece, menos la piel. Quiero decir la piel intacta, lo sabe Valéry, su profundidad es también su asfixia, porque no hay piel que soporte el paso del tiempo, y es aquí, en ese paso de un despiadado tiempo que deja sus propias aventuras en forma de grietas, donde Ana Clavel nos presenta las distintas metamorfosis de quien se decide a contar parte de su vida; si bien es un personaje extraordinario el que nos habla a través de “Autobiografía de la piel”, (la piel misma), la agilidad narrativa de Ana Clavel hace que no la veamos así, que tras iniciar la lectura consiga convencer al lector que se trata de un personaje convencional… aunque conforme leemos nos sorprendemos más y más.
Para Ana Clavel la piel tiene varios artilugios semánticos y es en este libro donde se encarga de describirlos a través de la belleza y grandeza de la literatura, de las voces que ya son características de esta autora, sin duda una de las escritoras más importantes de la literatura mexicana actual.
Ana Clavel se inclina por el deseo. Lo ha hecho desde sus inicios. Por sus distintas motivaciones. Si es el deseo el que tiene que tomar la palabra, que sea la piel la escribana del erotismo que atrapa a los lectores de Ana Clavel.
Otro punto es el de la intertextualidad: las mismas voces narrativas que se dedican a describirse recurren a otras entregas literarias de la autora. Novela que conecta con otra novela. Texto que se tiende lo mismo que un puente de arquitectura imposible para llegar a otras latitudes.
Lo que consigue Ana Clavel en “Autobiografía de la piel” es una novela que se cierra sobre sí misma y que se delimita a través de sus propios ecos y de sus propias voces, todas ellas, obviamente, carnales. Ana Clavel es la autora, por supuesto, pero al mismo tiempo es la voz que cede frente a la historia de la piel; y la piel consigue expresarse a través de otras páginas de la autora… y he aquí una clave importante: Ana Clavel transfigura de autora a personaje en un inteligente juego narrativo.
Lo mismo que Scheherezade, una de las referencias literarias más destacadas de la autora, Ana Clavel debe, una vez transfigurada, silenciarse para que la piel continúe con vida, incluso cuando el traicionero tiempo deje sus derrotas en ella, en la piel: una narradora que se cuenta a través de momentos narrativos.
La entrega de Ana Clavel dinamita la piel. Ana se encarga de darle voz no sólo a quien debe narrar para sobrevivir, sino a quien en unas ocasiones la acompaña y en otras la deja a solas para que la autora recurra a precisas referencias literarias que se vuelven parte de la gran maquinaria que representa “Autobiografía de la piel”.
Ana Clavel es una autora que entrega la palabra a los deseos prohibidos, a lo que no se dice, a las interpretaciones eróticas incluso de narrativas consideradas “infantiles”. Es el distintivo de su propuesta literaria. Quien desee seguirle la pista a esta importante autora mexicana debe entrelazar la totalidad de su producción para detectar los vasos comunicantes que la autora teje a propósito: son esas huellas que deja el lobo, es ese diálogo que todo autor mantiene con su obra.
Un punto extra: a Ana Clavel le gustan los retos y los riesgos. Si admiramos sus obsesiones temáticas podemos asegurar que no se trata de una autora común y corriente: sus puntos extra en el tratamiento que le da a cada una de sus historias, porque con Ana, se los puedo asegurar, nunca sabes a lo que te vas a enfrentar.
“Autobiografía de la piel” se presenta en la Ciudad de México, en el marco de la Feria del libro del Palacio de Minería, en la Capilla, el 1 de marzo a las 17:00 hrs.; presentan Mónica Lavín y Nayeli García.