Profundo sentimiento desató la muerte del cantor y guitarrista Crescencio Lucio Malacara y aún mas por las circunstancias en que a sus 71 años deja este mundo, su larga trayectoria es de mundos y de discos, homenajes y cantores, jiras y denuncias, hoja por hoja, el libro de su vida siempre podrá ahondar en lo difícil, la aventura, el elogio a lo divino, la zona del aplauso y también la del olvido.
Mi madre siempre decía: júntense y hablen de cosas buenas, nada de ponerse a dar relatos de la angustia o de fatalidades humanas, recuerdo que cuando yo cantaba en los barrios pobres de la Argentina me encontré con una revista que aconsejaba no vivir cerca de rastros o matanceras del sacrificio de animales, mucho menos tener en casa revistas policiacas o sucesos de cosas entrañables, yo seguía cantando en trenes y peñas, colectivos y programas de radio, épica la travesía, todo con tal de tener para comprarle tamales a los argentinos de la zona de Jujuy y Catamarca y que con sus floridos vestidos, vendían los tamales a precio de oro.
La primera vez que supe de Toto Malacara fue verlo en el auditorio Nacional y acompañando a Oscar Chávez, diestro en la guitarra y vestido de negro, la cartelera era increíble: Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, la primera vez a de la peruana Tania Libertad, Gabino, muchos cantores que enarbolaban la denuncia y la solidaridad, yo guachaba, licaba, aprendíamos. Rápido nos hicimos cuatachos, el destino quiso fuera mi vecino, iba a mi casa, contaba mil historias reales, grabó discos en Francia y en Cuba, Chava Flores le compuso una rola, me enseñaba en la lira las canciones que añoraba.
Lo mismo acompañó a la sinaloense Amparo Ochoa que a Chava Flores, hacia homenajes de corridos y sucesos de la guerra cristera, Crescencio fue entonces, figura entrañable del llamado canto nuevo, parteaguas donde los juglares españoles como Serrat o Sabina o los argentinos Cabral y Cortés, le tenían simpatía, la reunión, el desmadre bohemio o la cartelera juntos y revueltos.
Crescencio se fue a la par de Gabino Palomares de un San Luis muy convulso, tomas de universidades, asesinato de lideres campesinos, represión a estudiantes, huelgas eternas y desautorizadas por golpeadores profesionales, en fin, la Ciudad de México era entonces, refugio de los cantores nacionales que recibían tanto al asilo latinoamericano como a los nativos de las provincias y fusionando experiencia con encuentros, recitales, lana pa los músicos.
Si, todo final es doloroso.
Los pormenores no valen la pena comentarlos, nada grave, un asilo, la ceguera por la diabetes, las caídas, el dolor del desamor, pero siempre cantando, hay reportes de que el día del padre del pasado año estuvo cantando muy diestro.
Y hace unos días, partió y causa profunda conmoción, avisa, repite, augura.
Lo mejor: acompañar a un pueblo que siempre lucha por expresarse.
Muchas gracias por la reseña , tuve la fortuna de acompañarlo en varias ocaciones , se le va a extrañar y mucho
Así es mi tío Toto fue un gran guitarrista orgullosamente potosino, y el dolor que causo su partida en la familia fue enorme. Sabemos que en el mundo de la música, será difícil llenar su lugar y su estilo, pero donde esté mi tío seguro sigue cantando al lado de su papá y mamá que tanto extrañaba.
Se fue cantando y tocando en su último año de vida, se fue rodeado del cariño de su hijo, sus hermanos, sobrinas y sobrinos. En el asilo Nicolás Aguilar se mantuvo con la emoción de recuperarse y estabilizarse de la diabetes para regresar a los escenarios, lucho hasta los últimos momentos, estuvo rodeado de gente que lo quiso, familia y amigos. Las complicaciones por neumonía, lo debilitaron y ya no pudo seguir adelante.
Gracias por dedicarle estas palabras a mi tío, lo merece y lo recordaremos siempre por su música pero más por la persona que fue comprensivo, cariñoso y con un alma única.