22.5 C
Zacatecas
martes, 23 abril, 2024
spot_img

Rodrigo

Más Leídas

- Publicidad -

Por: ALMA ROSA FERNÁNDEZ •

La Gualdra 367 / Río de palabras

- Publicidad -

 

 

Insomnio. Fantaseo. ¿Qué se puede hacer cuando no se consigue dormir? Entonces, pienso que me escribo con Rodrigo, sorprendentemente he encontrado su sitio en Internet, después de mil años. Evoco aquellos días de adolescencia. Crecimos juntos. Presenciamos los cambios que nos transformaron de la infancia a la pubertad. Mía fue su voz de casi hombre, su espalda agrandada. Estaba loco por mí: sus hormonas me lo susurraban.

Rodrigo: nos merecíamos más que un primer baile o un abrazo con lluvia durante las cenas con amigas al aire libre. Nunca nos hizo falta un paraguas. Nuestra piel era feliz con gotas corriendo. Tú y yo pudimos haber compartido más que miradas largas entre recreos, paseos hacia mi casa por la noche. Debimos ser dueños de la oscuridad y de sus misterios. Devorar las lunas, el lucero de la mañana, la aurora. Y correr por ahí, perdernos. Ser luciérnagas.

Con perversión, castigué tu deseo cada kermés. Te ofrendé mi mejor obsequio: la indiferencia y el coqueteo, al mismo tiempo. Así, fui interesante y malvada. Yo, tu pequeña diosa con formas de mujer recién inventada. Soñabas mi cintura, yo, tu cuerpo sudoroso después de jugar voleibol. Estabas intrigado por mis transformaciones, me acechabas día a día como un explorador de viaje. A mí me dolía crecer, a ti te seducía y escandalizaba. Para tu ventaja, tenías cómplices en tu actividad de voyeur: los ojos de otros muchachos, tus amigos, también me vigilaban. Suspiros. Aquello me atontaba.

Rodrigo: tú y yo fuimos novios. Creo que aún lo somos. Terminábamos, volvíamos. Terminábamos, volvíamos. Un círculo. La eternidad. Nos merecíamos más que cualquiera, ahora lo entiendo. Perdimos el edén sin darnos cuenta. Nos faltó beber más refrescos a la salida de la secundaria. Nuestro, debió ser el campo de mi padre con flores amarillas. Con cada paso, convenientemente extraviado,

hubiéramos marchitado los soles vegetales y cualquier tipo de belleza que compitiera con aquello que sentíamos y éramos. A ti y a mí no nos correspondía ser fantasmas, ni recuerdo, sino presencia. Ahora somos la antigua espora de un tiempo extinto, dos chicos que no se hablan y ya no se conocen.

*Autora del libro de cuentos A donde corren las niñas (Pictographia, Editorial, 2013), becaria del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de Zacatecas (PECDAZ, 2012-2013). Licenciada en Letras por la UAZ, Maestra en Investigaciones Humanísticas y Educativas con orientación en Literatura Hispanoamericana, por la misma casa de estudios.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-36

- Publicidad -
Artículo anterior
Artículo siguiente

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -