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jueves, 28 marzo, 2024
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Virtudes y Defectos del Programa de Seguridad y Paz del Nuevo Gobierno

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

El torrente de comentarios, editoriales y programas de debate en torno a la propuesta de seguridad del gobierno entrante era de esperarse: estamos ante el problema público que más preocupación concentra en los mexicanos. Daré un punto de vista poniendo de relieve los elementos que no están en el power point que ofreció Durazo en la presentación del programa. Resaltemos esto último: han ofrecido un ppt de 24 diapositivas, cuando esperábamos un documento estructurado y fundamentado. Por lo mismo, un análisis serio tiene limitadas posibilidades dado que se hace sobre la ausencia de un documento de verdad.

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Virtudes
Primero, antes de hacer los señalamientos críticos, quiero mencionar los aspectos positivos que se dejan ver en la presentación. El primer acierto es la mirada sistémica: no se apuesta a un solo programa o medida para que resuelva el problema de inseguridad. Se espera que la combinación de algunos programas de desarrollo social, sobre todo dirigidos a jóvenes, con la medida estratégica que consiste en despenalizar la marihuana (y esperemos que se extienda a otras drogas), y la construcción de una fuerza de contención poderosa, hagan sinergia sobre el efecto que disminuya la incidencia delictiva. Aquí hace falta saber cómo la nueva administración define el problema de inseguridad, porque dicha definición no está en el documento mencionado. Es una ausencia más que notable. Pero podemos observar que lo conciben de forma distinta que la administración anterior. El gobierno de Calderón y Peña lo definen como “falta de capacidades policiales”, y por ello, su objetivo (el objetivo es la contracara del problema) se conforma de tres ejes de acción: capacitar, hacer exámenes de confianza y equipar a las policías. La política de seguridad de Peña consistió en aplicar los componentes gerenciales del Servicio Civil al área policial. Lo cual resultó muy caro y sin efectos sobre la realidad social. En el documento del nuevo gobierno observamos otro esquema: más completo, menos gerencial y con mayor incidencia sobre la realidad del problema.

Otro rasgo positivo es el monitoreo diario y puntual del ejecutivo federal de la situación de seguridad en el país. Me parece que eso permitirá retroalimentar en el camino la propia estrategia. El monitoreo tiene múltiples virtudes: asegura el cumplimiento de las tareas y metas de corto plazo, mueve con cierta precisión a personal y estructuras que actúan sobre el tema y controla la parte más débil de la política de seguridad, ie la implementación de los programas. Además, dicho control es el que va a permitir visualizar dónde están ocurriendo actos de corrupción. Y por lo que puedo percibir, hay una preocupación genuina contra la corrupción por parte del presidente entrante.

Defectos
Un problema es que no hay claridad en la manera en la cual se van a conectar la fuerza del ejército con las instituciones de procuración e impartición de justicia. Entiendo que eligen al Ejército para contar con una fuerza de contención de ciertos grupos de la delincuencia organizada que cuentan con enorme capacidad de fuego. Tienen razón al proponer una Guardia Nacional con alta capacidad de respuesta; pero si a esa institución se le pone bajo el mando de la Sedena, complica muchísimo su relación con la procuración de justicia: ¿los militares van a hacer tareas de policía de investigación (ministerial)? Por ello, hay quienes pensamos que bien pueden crear una Guardia Nacional (GN), y tener personal operativo de origen militar, pero ponerla bajo una estructura de mando civil, lo cual implica poner la GN en el organigrama de la Secretaria de Seguridad Pública, no de la Sedena. Con ese movimiento, se aligera el problema de la conexión entre acción policial y procuración de Justicia. Un efecto mayúsculo es que con el nuevo papel constitucional que se le dota al Ejército, se le da con ello un poder político que actualmente no tiene. En México se tomó una sabia decisión cuando a partir de 1946 se la quitó poder político al Ejército, al cual se le dejó únicamente con capacidades operativas. Ahora, con el cambio de rol desde la constitución, se le dará un poder político que puede ser factor de riesgos que ahora no se visualizan con nitidez. Son riesgos de pronóstico reservado. Es como sacar a los Titanes del Tártaro.

El otro problema que ahora se observa es el papel que tendrá la red de super-delegados en la estrategia de seguridad. Se filtró la pretensión de que la correa de transmisión del gabinete nacional de seguridad con las regiones del país sería la red de superdelegados. Si esto es así, me parece muy desafortunado. De por sí, la figura del superdelegado me parece viciosa, tanto por sus excesivas funciones como por los perfiles con los cuales integraron dicha figura: son perfiles abiertamente político-electorales. Los superdelegados son representación de los cacicazgos regionales. Si a esa federación de cacicazgos regionales se le dota no sólo de funciones institucionales estratégicas, sino se les da el poder de tener información de inteligencia producto del monitoreo de seguridad, los efectos del manejo que hagan de dicha información pueden ser nada amables. Esa red de superdelegados puede convertirse en la interface entre el gobierno y el partido (Morena), lo cual es otro riesgo. Porque se le dará suficiente poder a los cacicazgos regionales de controlar las decisiones internas de Morena. Así las cosas, hace falta afinar un mapa de riesgos de la propuesta de seguridad en relación al entorno político del país.

En fin, esperamos se publique el documento completo del programa de seguridad para realizar un análisis con mayores certezas y detalles: por lo pronto ahora tenemos un claro-oscuro de la misma.

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